martes, 17 de junio de 2025

TANTO por LAURA ADARVE GONZÁLEZ



lo que más me gusta de mí
también es lo que menos
sentirlo todo tanto
y al segundo sentir cómo se me escapa entre los dedos.

hablar de todo mucho
no comer, sino mirar absenta el plato
darle muchas vueltas al café
pensarlo todo tanto.

puede ser que sea demasiado
pero qué sería la vida sin todo eso
sería un simple lienzo en blanco
sin tazas enormes a rebosar
sin las uñas rojas y todos mis anillos dorados
sin perderlos cada dos por tres
sin llegar tarde a todos lados.

moriríamos de la pena
si no lo hiciéramos todo con pasión
al menos sé que yo lo haría
me encontrarían a los días
sepultada por una pila de poemas en mi cuarto.

así que siento si soy demasiado
pero tampoco lo siento tanto
porque si tanto no fuera en el fondo tan poco
poco me faltaría para quererte tanto.


Laura Adarve González

lunes, 16 de junio de 2025

SEIS POEMAS de CÓDIGO HOBO por LUIS COLDER

 



24

vender palabras,
a pérdidas,
la Poesía siempre
ha sido así

sé que el dolor
entrena
- aparcado -
en la doble fila
del poema

de cuando la identidad
reside en la palabra,
esa otra curiosa forma
de carne


(Bajo ningún concepto,
como si eso fuera posible)


29

versos sin gas,
metáforas de bajo coste,
patrañas y palmeros

y la tarea de producir futuro,
caramelizarlo una y otra vez
en el horno del presente

pedir una caña, seleccionar
la respuesta correcta

ser un hobo, líquido,
que se pierde en los vagones
de la noche, que busca apeaderos
en el sueño antiguo de los gatos


35

me da que pensar,
y se lo agradezco

canto a las ratas de Nueva York,
a la sombra permanente
de los rascacielos, al humo
de los tubos de escape,
a los cinco dólares por un café;
canto a los poemas que ya no vienen
y a la oportunidad de unas lágrimas
en los espejos del One Vanderbilt;
canto al hobo
que todos llevamos dentro
saltando entre las mercancías
de la noche


42

todo se hunde,
las palabras primero

tocar juntos,
tocar-nos,
del Punto Nemo
de nuestro Amor

o dejar de nuevo
las llaves puestas
en el poema
y que se lo lleve
alguien parecido a ti


51

toda convivencia es una forma
de invasión

de la caja negra del poema,
cuando ya lo has dicho casi todo
y solo resta un vientre de alquiler

yo pongo el hielo,
tú los ruegos y preguntas
de una Europa
que busca toros blancos
entre el humo de las catedrales


53

dejarles basura, a nuestros
hijos, dejarles un planeta
repleto de hijos de puta

ser un descuento
por tiempo limitado,
una oferta para esta lluvia
que pide limosna 
en los cristales tintados
de la libertad


Luis Colder, de Código Hobo (Espasa, 2025)


sábado, 14 de junio de 2025

ALGUIEN TIENE QUE LIMPIAR LA MIERDA Y SI NO HAY VIENTO HABRÁ QUE REMAR



Lucha a muerte

Lucho
contra lo que quiero
y lo que deseo.
Lucho a muerte.
Cuerpo a cuerpo
por mantener la calma
y no romper todas las ventanas.
Da igual.
Todo acaba lleno de cristales.
Una putada.
Tener corazón.

[de “y si no hay viento habrá que remar" Rakel RaRo]


en el camping con Eskorbuto

a las cuatro de la tarde
a cuarenta grados al sol del mes de agosto
me hacían limpiar las dos pistas de tenis
porque a esas horas nadie las alquilaba.
Yo barría escuchando a Eskorbuto
berreando sus letras y su rabia
mientras los demás dormían la siesta
o tomaban café y copa en el bar
o hacían la digestión frente al televisor,
después tocaba vaciar los contenedores de basura
donde fermentaban
los restos de pescado y marisco del día anterior
los pañales con caca y los líquidos de dios sabe qué
pero yo seguía con Eskorbuto y su “Impuesto Revolucionario”
vuelta y vuelta a la cinta de cassete
tomándomelo con calma
así
hasta la hora de dar de mano
que me iba al bar a echar unas cervezas
a ver a la camarera
y tomarme mi revancha

[de "alguien tiene que limpiar la mierda” josé pastor gonzález]


poemas de "alguien tiene que limpiar la mierda/y si no hay viento habrá que remar" josé pastor gonzález y Rakel RaRo (ediciones RaRo)

Información y pedidos: edicionesraro@yahoo.es

miércoles, 11 de junio de 2025

CÓDIGO HOBO: Luis Colder.



Una visita guiada por la belleza de las palabras: magnéticas, vagabundas, reveladoras.

A fines del XIX, Estados Unidos enfrentó una grave crisis. Fue un periodo de escasez que, sumado a la Gran Depresión de los años 30, dejó a miles de personas en la indigencia. Para intentar sobrevivir, muchos comenzaron a viajar por el país en busca de oportunidades. Así nacieron los hobos: trabajadores itinerantes que recorrían el territorio colándose en vagones de trenes de carga, siempre esquivando a la autoridad y apoyándose mutuamente. Para ello crearon el Código Hobo, un lenguaje secreto de símbolos que dibujaban en postes o vallas y que alertaban sobre peligros, señalaban lugares seguros y también indicaban donde les ofrecían comida o trabajo.

La labor del verdadero poeta es avisarnos de lo que se esconde bajo la sintaxis. Código Hobo transita la belleza de la metapoesía, juego lúcido con el lenguaje que pasa desapercibido. El mantra hipnótico del verso recorre las estaciones y los paisajes de nuestra vida, que abrigan una clave para interpretarlos. Al final Luis Colder, sin darnos cuenta, nos muestra el argumento de nuestra propia errancia.


lunes, 9 de junio de 2025

CINCO POEMAS DE EL LENGUAJE DE LA LLUVIA por JOSÉ ÁNGEL BARRUECO




el día que murió el poeta (1)

una mañana
helada de febrero:
a mediodía

aproximadamente
doce horas antes
terminé, conmovido,
la lectura de
la canción de la luciérnaga,
un poemario donde un hombre
se apaga y sabe que se consume
y aun así conserva el valor
para decirlo y afrontarlo
el último libro de un amigo,
de un hermano, de un mentor
ya atiborrado de cáncer

estoy en la puerta del colegio
para recoger a mis hijos
y llevarlos a casa y preparar la comida
subo la cuesta con frío en las manos,
los ojos tratando de retener las lágrimas
y el corazón herido de miedo

porque apenas una hora antes
me ha notificado un amigo,

mientras veía una película sobre un tipo
sometido a un carcinoma,
lo que yo me temía sobre
el hombre que escribió ese poemario,
el último de su vida, sus palabras casi póstumas,
el poeta mayúsculo y amado y fraternal:

ha muerto
David González.


el día que murió el poeta (2)


la muerte
es un whatsapp
que recibo a las
10:21 del lunes
6 de febrero
mientras veo
una película
sobre un hombre
enfermo de cáncer
que efectúa su
último viaje:

bro, ha muerto David

me escribe
otro poeta
y amigo:
Javier Das

pero no lo creo
no quiero creerlo
no puedo creerlo
David no puede morir
David no debe morir
David es un titán y es inmortal

apenas 10 horas antes
he terminado de leer
su último libro
y éste y la fuerza
de sus palabras
vivían y vibraban
en mis manos

pero trago saliva
y al poco empiezan
el desasosiego,
el dolor, los nervios,
el destemple del cuerpo

sospecho que es un bulo
que puede haber un error
y llamo a otro
poeta y amigo:
Vicente Muñoz Álvarez
y le pregunto y está llorando
y le digo que se asegure
porque no puede ser que
David González

el poeta
el amigo
el hermano

haya muerto

porque
todavía hoy,
cuando ya he asumido
la verdad,
cuando acepto
por fin que
ha abandonado
este mundo,
sé que
mientras yo viva,
él habitará
en nuestra memoria.


el día que murió el poeta (3)

macarra, taleguero
maldito, atracador
suicida frustrado…
fueron algunos de los epítetos
que la prensa sensacionalista
vertió en sus obituarios
la mayoría escritos
por gente que creía conocerlo
sólo porque se había tomado
una copa con él o lo entrevistó
por correo electrónico años atrás

nos dijeron cómo era el personaje
porque no sabían quién era la persona

se olvidaron de cómo mandaba,
siempre, en cada uno
de sus mensajes,
un abrazo fuerte y solidario
y cómo los cedía en cada encuentro:
abrazos fuertes
abrazos solidarios
los saludos de alguien
que a la vez reúne a un tipo duro y
a un hombre entrañable y afectuoso
se olvidaron de sus múltiples esfuerzos
para hacerse con todos los libros de
cada poeta del mundo, por malos
que fueran, y leerlos y copiar poemas
en sus redes y en sus bitácoras:
para difundir la poesía,
para dar oportunidad a todo versador
porque creía en la honestidad
y en la empatía y en el auxilio
se olvidaron de cómo elegía
nombres para integrarlos en antologías,
en compendios suicidas y temáticos,
en cómo estimulaba a muchos escritores
y les conseguía contactos y los apadrinaba
quizá sin saber, o sabiéndolo de antemano,
que le traicionarían, esos judas con alma de trepas:
que, cuando se hicieran famosos,
le iban a dar la espalda
se olvidaron de sus buenos modales
(salvo si eras un hijoputa o se la habías jugado)
de sus continuas peticiones para salir juntos
en las fotos y en los vídeos,
porque sabía que nuestro futuro
pertenece a la imagen
se olvidaron de sus batallas
por la poesía
por los amigos
por los desfavorecidos
a quienes siempre compraba
los collares y las baratijas
de su mercadería ambulante
o dándoles una limosna aunque
no ofrecieran nada a cambio,
pese a que vivió siempre a salto de mata
y sin suerte y sin sueldo y sin dinero
se olvidaron de estas gestas,
los juntaletras del sensacionalismo,
pero no recordaron que nosotros,
sus amigos de hace décadas,
estamos aquí, aún en pie de guerra,
y vamos a demostrarles,
escribiendo aunque nadie nos lea,
cómo era aquel poeta de tatuajes y anillos:
un ser humano colosal.


una sociedad carcomida

en tiempos de postureo impostor
los poetas feroces como
David González y Thomas Bernhard
son necesarios
para garantizar los últimos vestigios
de pureza en una sociedad
carcomida por el ansia
de convertirse en escaparate
e influencia en red
ellos fueron críticos y subversivos
y, a ratos,
felices.


vocación

te dirán que no es un trabajo
ni un “un empleo de verdad”
sólo
una pérdida de tiempo
no se gana dinero ni tienes la sombra
de un jefe revisando tus horarios
para ellos es un hobby menor
o un pasatiempo que podría
desempeñar cualquiera

recalcarán
una y otra vez
una y otra vez:
no se gana dinero
no hay un sueldo fijo
te morirás de hambre…

pero escúchame con respeto:
si la escritura es tu pasión
y tu oxígeno en los días malos,
no abandones ni les escuches,
aunque deberás someterte
a la penuria y a la derrota,
al clavo y al fuego
y a la burla…
que no puedan contigo,
muchacho,
que no te venzan,
que no te dobleguen.


José Ángel Barrueco, de El lenguaje de la lluvia (Editorial Páramo, 2025).


jueves, 5 de junio de 2025

IDA



Al más puro estilo de Dreyer y sus películas sobre las diatribas y encrucijadas de la fe, Ida (Sister of Mercy, 2013), del director polaco Pawel Pawlikowski, es un filme magnífico e inolvidable, con una impresionante fotografía en blanco y negro, una historia sobria y contundente, y unas interpretaciones para quitarse el sombrero.

Ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa (y de un montón más de premios), esta road movie sobre los dilemas existenciales de una novicia a punto de hacerse monja, cautiva por su poderío visual y la aparente sencillez de su trama, que sin embargo plantea profundas cuestiones éticas sobre el amor, la soledad, la religión y la guerra.

Sin alardes técnicos ni complicaciones argumentales, y con tan solo 80 minutos de duración, Ida deslumbra por su austeridad y grandeza, su ascetismo y sensibilidad, y demuestra que para hacer una gran película lo básico y más importante es saber, simplemente, qué se quiere contar.

Cine de autor del bueno, que no deberíais perderos.

Vicente Muñoz Álvarez