Si el realismo sucio fuera un crimen, con La carretera muerta nos enchironaban del tirón. Los seis relatos que componen este libro desprenden pureza e ingenio, vertidos sin filtrar desde las vísceras de Gabriel Oca Fidalgo, y retratan una cara de la sociedad relegada a los márgenes, barrida bajo la alfombra y privada de altavoz.
Oca Fidalgo narra con la experiencia de quien vive: no con la del que se documenta, lo recrea y lo plasma. Una lectura que derriba prejuicios y que aporta luz a las sombras de estos seis relatos, estas seis «aventuras» reales. Porque en La carretera muerta no es todo ruina y oscuridad, no faltan el humor y momentos que dan respiro y liberan la tensión de quien lee.
El poso de su escritura se define con un estilo rápido y directo (tan rápido que no le gusta que le toquen «las comas»), y con un vocabulario tan extenso que solo puede darse en alguien que ha mamado tanta literatura como calle (o más). Hiperrealismo sucio directamente desde León, si bien para esta edición también hemos contado con colaboraciones desde Canillejas-San Blas (San Blas-Canillejas, tanto monta monta tanto).
Por el lado de Canillejas: Paco Gómez Escribano se ha marcado un prólogo niquelao, que ya nos gustaría a nosotras ser capaces de escribir algo parecido para estas movidas de la web, la publi y esas vainas. A Gabi le flipa Paco y a Paco le flipa Gabi. A nosotras nos flipan los dos, y confiamos en que a la peña que los conozca, también. Menudo combo.
Y por el lado de San Blas, hemos contado con Albert Fetén (parte de la familia Papelillo) para la ilustración de cubierta. Ha bordao una cabina de las de entonces, que tanto protagonismo tienen en los relatos de Gabi (dando título a uno inclusive). Una imagen nostálgica, grabada en la retina como un icono de otro tiempo pasado (y no por ello mejor) que habrá desbloqueado más de un recuerdo entre el personal.
«La época de las pastillas y la farlopa. Una película esta que no ha molestado ni molesta, el bisnes que no desentona con su peña tan fardona, ¡su casta elitista con la ropa a la moda y el Focus de siete kilos! Otra cosa es la heroína y sus adeptos, a esos hay que meterlos en el gueto, viaje a la chabola en los trenes vigilados con destino al crematorio, ¡tiñalpas desahuciados con los dientes carcomidos por el vicio!».
La carretera muerta recoge seis historias que relatan las vivencias a finales de los ochenta del protagonista, Gabi, un buscavidas enganchado al caballo. Genuino hiperrealismo sucio leonés, puro, sin adulterar. Textos autobiográficos y sin cortes, surgidos de la calle y de las entrañas de Oca Fidalgo.
A pecho descubierto. Citando a Gómez Escribano en el prólogo que acompaña a esta edición: «No se anda con jodidos eufemismos el nota».
«De visita en las Barranquillas, como si el tiempo no hubiese pasado. Pero el tiempo había pasado sin duda: ahí estaba el metabús lo primero, a la entrada del poblado con una cola que ni te cuento. Y luego en el interior lo indescriptible: las chabolas con chapa de uralita, los coches destartalados, la procesión de adeptos entrando y saliendo sin descanso. Los corrillos y la peña, la basca que te entra y ese tío que no te deja, buscándose la vida, suplicando una limosna, comiéndote la oreja. La nueva generación de críos luciendo frescos como el rocío pero con la cabeza hecha migas por la farlopa. Y por supuesto que la gente de mi quinta, muertos en vida la mitad de ellos, deshechos con la factura que les ha pasado ese Madrid en el que te quitabas el mono con cien duros».
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Gabriel Oca Fidalgo (León, 1965), escritor de literatura de supervivencia y subsuelo, ha publicado hasta ahora las obras Ansiedad y Una novela quinqui (en Lupercalia, 2014 y 2016 respectivamente), además de La carretera muerta (2008), *ambas descatalogadas.
Recientemente ha hecho aparición uno de sus escritos en Un abrazo fuerte, libro homenaje al poeta David González y publicado en 2024 por Pregunta ediciones. Ahí comparte sitio con Vicente Muñoz Álvarez y Carlos Salcedo Oklas (representantes también del hiperrealismo sucio leonés), con el mismo Paco Gómez Escribano o con el autor Montero Glez (muy del gusto de Oca Fidalgo y de estas humildes editoras), entre muchos otros.
Sobre Gabi, comenta Gómez Escribano en el prólogo de La carretera muerta lo siguiente:
«Valiente es Gabi Oca, por lo que escribe y por cómo lo escribe. Según declara, la literatura es Louis-Ferdinand Céline + Thomas Bernhard, y un tipo que declara esto es un elemento. Pero es que además su escritura recuerda a un Bukowski aumentado como si el americano hubiera sido un yonqui en vez de un borracho».
Así que, como veis, eso que ponemos en la solapa de «Quienes disfruten leyendo a autores como Bukowski, Henry Miller o —más de aquí– Mansilla o Cussà, cuyas vidas convulsas son inseparables de su obra, encontrarán en Oca Fidalgo otro escritor del que tirar» no somos las únicas que lo pensamos.
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