LA ladera del lobo, el sotobosque,
la encina retorcida en tronco y culebreo:
¡Cunde el campo!
¡Anda! ¡Nunca dejes de andar,
unce tu ritmo y tu raíz a la naturaleza!
Quien incendió los cierzos con sus pasos,
quien confió en su amparo bien lo sabe.
Urge lo minucioso.
(andar)
quien confió en su amparo bien lo sabe.
Urge lo minucioso.
(andar)
*
ATREVERSE a mirar,
aprender a ser algo más que un mero testigo,
más que una especie de materia en tránsito
o un número,
es ofrecer el ojo limpio al tiemblo del paisaje.
Hacerse al lugar,
entregarse, abrir los ojos,
y no mirar jamás hacia otro lado.
Atreverse a mirar es implicarse,
librarse del vacío, ofrecerse sin más
a todo lo inquietante que nos ronda.
ATREVERSE a mirar,
aprender a ser algo más que un mero testigo,
más que una especie de materia en tránsito
o un número,
es ofrecer el ojo limpio al tiemblo del paisaje.
Hacerse al lugar,
entregarse, abrir los ojos,
y no mirar jamás hacia otro lado.
Atreverse a mirar es implicarse,
librarse del vacío, ofrecerse sin más
a todo lo inquietante que nos ronda.
(ofrecimiento)
*
Para Amanda
AUNQUE la tierra se desborde
en su abrazo de monte y abra el surco,
aunque se cierna sin demora, alerta,
sobre el viento que la bendice en grano y enarbole
lo multiplicador del tallo más dispuesto,
aunque prospere la vida y se extienda,
y en sus hechuras crezca y se avejente,
ahí,
frente a nosotros, sigue, nieva,
el sonido blanco que llega entre las voces
nuevas de los niños,
el cerro claro
de la palabra inquieta haciéndose milagro;
y los patios y las calles de siempre toman
la vida franca de esa algarabía
y se tornan sencillos como el aire mismo.
Dicen que ya no se canta en los patios como antes,
que los niños rondan peligrosamente
por las vías de un tren fantasma equivocado,
pero a ver quién es el primero,
quién se atreve,
a ponerle bridas a este potro sin freno,
a este brío de vida desbocado,
que brinca en las aceras del aire remozándonos.
(bridas)
*
*
Para Amanda
AUNQUE la tierra se desborde
en su abrazo de monte y abra el surco,
aunque se cierna sin demora, alerta,
sobre el viento que la bendice en grano y enarbole
lo multiplicador del tallo más dispuesto,
aunque prospere la vida y se extienda,
y en sus hechuras crezca y se avejente,
ahí,
frente a nosotros, sigue, nieva,
el sonido blanco que llega entre las voces
nuevas de los niños,
el cerro claro
de la palabra inquieta haciéndose milagro;
y los patios y las calles de siempre toman
la vida franca de esa algarabía
y se tornan sencillos como el aire mismo.
Dicen que ya no se canta en los patios como antes,
que los niños rondan peligrosamente
por las vías de un tren fantasma equivocado,
pero a ver quién es el primero,
quién se atreve,
a ponerle bridas a este potro sin freno,
a este brío de vida desbocado,
que brinca en las aceras del aire remozándonos.
(bridas)
*
APRIETA el agua a la peña contra el árbol
y el cierzo
azuza al humedal y se diluye.
No olvidará jamás
que en el estremecimiento sincero de la tierra
encontrará aquella voz.
Hallará
el sosiego ofrecido y el silencio,
si se deja llevar por lo sencillo.
Así las palabras se van haciendo a ti,
van conformando la alegría y el dolor,
como torna en materia la erosión del arrebato.
(lo sencillo)
y el cierzo
azuza al humedal y se diluye.
No olvidará jamás
que en el estremecimiento sincero de la tierra
encontrará aquella voz.
Hallará
el sosiego ofrecido y el silencio,
si se deja llevar por lo sencillo.
Así las palabras se van haciendo a ti,
van conformando la alegría y el dolor,
como torna en materia la erosión del arrebato.
(lo sencillo)
Luis Ramos de la Torre, de Urgencia de lo minucioso (Lastura Ediciones, 2021)
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