El amor me ha vuelto cursi.
Ya no puedo escribir
poemas gamberros y todo
son latidos y luces y tardes
y noches… y no me aguanto.
Pero no te querría menos
si te dijera, amor (ya estamos),
que me gustas más que un bocata
de sobrasada o un jamón
ya cortadito;
que te cedería gustosa
el primer trago largo de todos
los botellines de Cruzcampo
que me toque en suerte beber;
que mi lugar favorito en el mundo
está justo en ese hueco donde
tu pecho y tu hombro confluyen;
que me hago la olvidadiza a veces
solo para que te repitas,
por cómo disfrutas,
por cómo cuentas y adornas
tus historias de la mili.
Que un día sin ti suena
a banda sonora de Titanic
tocada con flauta a trompicones
por un alumno con asma
de 1º de la ESO.
Que me encanta
que me imites roncando,
que bailemos como el culo
y que destrocemos en el coche
Rock ‘n’ roll star.
Y que, a pesar de no entender todavía
cómo funciona tu mente cuando se trata
de meter la comida del súper en el carro,
espero, en fin,
pasar los días que nos queden juntos,
como la tristeza y el chocolate,
como los hijos y el miedo,
como el cocido y los gases,
como el lavabo y los pelos.
Ballerina Vargas Tinajero, de París 13 (Ediciones Liliputienses, 2021)
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