pincha & videa
37 hijos de Satanás brindan a la salud de Bukowski en un libro que dejará una resaca brutal
sábado, 31 de julio de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
VINALIA TRIPPERS: Puntos de venta.
MADRID
-Entrelíneas, librebar
c/Gonzálo de Córdoba 3
metro: Bilbao/Quevedo
c/Gonzálo de Córdoba 3
metro: Bilbao/Quevedo
-Arrebato Libros
c/La Palma 21
metro:Tribunales.
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LEÓN
-Elektra cómics
c/Comandante Zorita 4
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-Librería Artemis
c/Villa Benavente 17
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GIJÓN
- Librería Paradiso
c/de la Merced, 28
ZARAGOZA
- Librería Portadores de Sueños
c/ Jerónimo Blancas 4
Solicita allí tu Plan 9
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UNA ADIVINANZA BUKOWSKIANA
¿Quién ha escrito esto sobre la poesía del viejo indecente?
"Ciro Arbós ha hecho una excelente traducción del El amor es un perro del infierno, de Charles Bukowski, al que califica de “bestialmente sincero”. Y no le falta razón. Pero Bukowski es, sobre todo, un gran poeta, lleno de aliento vital. Su poesía, a pesar del tiempo transcurrido, está todavía en la vanguardia. Lo cotidiano, sobre todo el estercolero y la escombrera, cobra relieve siempre bajo una mirada ontológica y existencial. A nadie dejará indiferente la poesía de Bukowski"
EL HOMBRE TATUADO by Lullu.
El hombre tatuado se afana en mi cuello.
Me dice "no te asustes, no voy a hacerte daño".
Sus manos grandes cubren toda mi cabeza.
Con una de ellas rodea por completo mi cuello y
con la otra cubre toda la superficie de mi cráneo.
con la otra cubre toda la superficie de mi cráneo.
Yo estoy tensa, desconfío, me siento rígida como el tronco de un árbol.
Tengo miedo de lo que su fuerza puede hacer sobre mi.
Pero él me tranquiliza, me pide con voz pausada que me relaje, que confíe en él, que me abandone en sus manos.
Tengo miedo de lo que su fuerza puede hacer sobre mi.
Pero él me tranquiliza, me pide con voz pausada que me relaje, que confíe en él, que me abandone en sus manos.
Ellos, de un modo u otro, siempre te piden eso. Que te abandones.
Noto como respira profundamente, noto el peso de su cuerpo en mi espalda, y pienso en la conversación de la noche anterior cuando nos vimos en el bar.
Fui mala. Sabía que no corría peligro. Sabía que él no saltaría la barra,
que no soltaría los vasos ni las botellas, que no abandonaría el trabajo,
y le puse contra la pared.
que no soltaría los vasos ni las botellas, que no abandonaría el trabajo,
y le puse contra la pared.
Sólo intentaba hacer lo que las otras mujeres hacen con los hombres....
...y ahora estoy aquí, bajo su peso, haciéndome cargo de mis palabras.
Lullu
miércoles, 28 de julio de 2010
EL EXTERMINADOR HIZO BIEN SU TRABAJO
Ha sido una sorpresa encontrar esta novedad en las librerías. Se trata de un breve libro que gira en torno al proceso de Boston contra El almuerzo desnudo, una de las grandes obras de William S. Burroughs, acusada de obscena. Contiene algunas fotos y recortes de periódicos. La introducción es de Servando Rocha, quien nos cuenta la historia de la novela y del juicio. De la magnífica ilustración de portada se ha encargado Mario Riviere. El volumen recoge la intervención de Allen Ginsberg en el proceso, mientras el juez y el abogado defensor lo someten a preguntas; aquí podemos leer un trozo en el que habla de la influencia de The Naked Lunch en su propia obra:
GINSBERG: Ha tenido un gran efecto e influencia sobre mí durante los muchos años que he leído y releído este libro, y otros libros, del autor. Esta vez, con este libro, se trata de un enorme avance en la verdadera expresión de lo que realmente sucedía en su cabeza, sin barrera alguna. Se trata de una confesión completa, lo escribe todo para que cualquiera pueda verlo. Su autor ha encontrado cómo hacerlo de la forma más económica posible. Descubrió una especie de método tipo collage para colocar todos esos elementos distintos en orden. Pero lo más importante, lo que más me ha conmovido, es el enorme valor que requiere hacer una confesión así. No esconde ni omite absolutamente nada.
Después llega el turno de Norman Mailer, otro de los defensores; y, entre otras cosas, dice esto:
MAILER: (…) La composición del libro transmite una sensación de gran sufrimiento y lo que eso me sugiere es que también se trata de su estilo, del subconsciente atravesando las distintas pruebas y las terribles experiencias propias de la adicción. Aún así el libro mantiene un esquema, así como un profundo significado. Es curiosa la forma en que esos temas resultan recurrentes en su obra. No tengo ni idea de cómo compuso el libro. Los ingredientes son tan excepcionales… es como si te encontrases ante un banquete de treinta o cuarenta platos distintos. Uno puede comerlos en cualquier orden, y también puede cambiar de uno a otro.
Finalmente, se incluyen las 20 instrucciones para un programa de exterminio global, del propio Burroughs, que Simon Schulz organiza como un cut up. Veamos una de ellas:
Instrucción nº 3:
Ocúpate del virusEL VIRUS DEL PODER se hace visible de múltiples maneras. En la construcción de armas nucleares y en todos los sistemas políticos existentes que se proponen limitar la libertad interior mediante el control. Se pone de manifiesto en la miseria moral de la vida cotidiana de los países occidentales. En la fealdad y la vulgaridad que nos rodean. Y, por supuesto, en la enfermedad directamente causada por el virus.
[Traducción de Juan Beltrán]
José Ángel Barrueco, del blog Escrito en el Viento.
POETRASTOS
queridos amigos y amigas:
.
se ha inaugurado un nuevo blog con motivo de la creación de la antología de POETRASTOS, en él hablaremos poco a poco de los antologados: biografía, obras anteriormente publicadas, poemas incluidos en la antología, fotos de ellos, eventos en los que participan o van a participar con motivo o no de dicha antología, y muchas más cosas.
la dirección del blog es
En primer lugar hablaremos de los padres de la criatura, es decir, de Pepe Naveiras y Ángel Voltios.
Naveiras es un tío de esos que tienen alma de comercial, es márketing en estado puro (más adelante, con el tiempo sabreis el motivo). Realmente él ha sido el encargado de darle forma a todo esto que pretendemos sea un puto torbellino que no pare. Hombre de su tiempo, Naveiras lo mismo te hace una foto, que te cose un botón, arregla enchufes e incluso, raramente, escribe algo. Él, y sólo él, es Naveiras.
Ángel Muñoz o Ángel Rodríguez o Voltios o como te salga de los cojones llamarle es el ideólogo de la misma idea. Agitador del mundo virtual y si pudiese del real, se considera a sí mismo un hombre del Renacimiento, pero no por ser un señor erudito (¡ojo, que no lo es!) sino porque como canta el dicho: aprendiz de mucho y maestro de nada. Es más, como muestra un botón, ahora pretende este tipo aprender las técnicas ancestrales del podado de bonsais heredado del japón misterioso. En fin, qué le vamos a hacer si el pobre es un freak.
Todo empezó introduciéndome (joer como suena) en el amplio mundo de facebook. La verdad tenía poco control del asunto y gracias a ayudas externas pude empezar a manejarlo mejor. Poco a poco, empezó a fraguarse en mí la idea de crear un grupo llamado POETASTROS, en donde todo el que tuviese una inquietud cultural-artística pudiese expresarla ahí. Pintar, escribir, esculpir, musicalizar, videar e incluso podar bonsais.
Creí, honestamente, que había cometido una chorrada más, pero como salía gratis ahí lo dejé. Sin embargo, y al tiempo, vi que tenía casi 130 miembros. La cosa iba en serio.
Un paréntesis. Aunque el grupo se llama POETASTROS hemos decidido que la antología y todo lo que surja entorno a ello sea con el nombre POETRASTO. El motivo es sencillo: POETASTRO SEGÚN LA DEFINICIÓN ES UN MAL POETA (gracias Álfonso López por la anotación), y POETRASTO SOMOS TODOS, ES DECIR, TRASTOS QUE PUEDEN SER ARREGLADOS O NO PERO QUE BUSCAN SU SENTIDO.
Una tarde de no hace mucho, entre cervezas, Naveiras y yo decidimos darle forma real y no cibernética a todo el lío este que había montado mi menda, y surgió, sin más, entre tercios, humo de cigarrillos y alguna que otra patata frita rancia la idea de montar una antología con algun@s de los poetas que estaban en dicho grupo de facebook.
La selección no fue fácil. Evitamos criterios de amistad, enemistad y bobadas similares para ceñirnos al buen gusto, igual que los grandes gourmets. Ya digo que no fue fácil. La lista en un principio abarcaba 50 poetas, pero era imposible antologar tantos. Finalmente quedó reducida a 27, los actuales, a saber:
- Eva Gallud - Ana P. Cañamares- Ada Menéndez - José Naveiras- Giovanni Collazos - Chema Barredo- Adriana Bañares - Kebran- Santiago Bertault - Ana Patricia Moya- Mayte Sánchez Sempere - Javier Pascual- Nares Montero - Antonio Díez- Kenny - Bolo- Baco - Ricardo Bórnez- Eva Márquez - Velpister- María Villa - Yolanda Sáenz de Tejada- Eddie (J. Bermúdez) - Puri Martins- Rebeca Álvarez Casal del Rey- Carlos de la Cruz- José Zúñiga
A partir de aquí, Naveiras y yo, decidimos que serían dos poemas por persona, una pequeña biobibliografía y una fotico de cada uno. Maquetamos. Quedó precioso, y a la espera estamos de una editorial que se moje el culo con nosotros. Quién sabe, tal vez si tenemos éxito, podamos realizar un POETRASTOS 2.
Y colorín colorado la historia ha terminado. Pero el blog promete muchas emociones.
Voltios dixit.
martes, 27 de julio de 2010
MISS PIESIFORME by Julia D.Velázquez.
Miss Piesiforme camina de arriba abajo de escorzo tumbada sobre tela de raso, con medias tupidas, tacones que usó hace tiempo y que el suelo desgastó sin tregua tras largas noches de caminar arriba y abajo en locales de humo gris de cigarrillos con bocas rojas pegadas en la primera calada que pierden su jugo y manchan los filtros que después ella barre del suelo que limpia a altas horas de la madrugada que se abandona cuando el sol sale entre los edificios dormidos de obreros que despiertan y mientras toman su primer café la ven calle arriba y calle abajo entre farolas ya apagadas de vuelta al hogar que la espera cerrado y revuelto con sabanas de raso y persianas bajadas que ella sube y baja para poder disfrutar de la única luz que verá en el día pues sus ojos con raya negra desdibujada arriba y abajo se cierran ante el espejo que muestra el después de mil sorbos de ron y contemplan la imagen en colores complementarios y pitan los oídos aún por la música que sus pies bailaron tras la barra... y sueña... y espera... y llega su noche, su día arriba y abajo.
TOMAS FALSAS (V.O.) por Joaquín Piqueras.
SALIDA DE LOS OBREROS DE LA FÁBRICA
.
Una fotografía en blanco y negro
en un ajado álbum de familia
genera una violenta panorámica
hacia el pasado, que desemboca
en este plano fijo en la memoria:
obreros saliendo de una fábrica,
obreros con caras sucias y almas
hipotecadas, hombres y mujeres
vestidos de azul, que saben lo que es
el sudor en el frente de la vida,
y entre ellos, mi madre, rostro anónimo
que regresa a su hogar, con el pan
bajo el brazo y un adiós en el pecho.
en un ajado álbum de familia
genera una violenta panorámica
hacia el pasado, que desemboca
en este plano fijo en la memoria:
obreros saliendo de una fábrica,
obreros con caras sucias y almas
hipotecadas, hombres y mujeres
vestidos de azul, que saben lo que es
el sudor en el frente de la vida,
y entre ellos, mi madre, rostro anónimo
que regresa a su hogar, con el pan
bajo el brazo y un adiós en el pecho.
Joaquín Piqueras, de Tomas falsas (V.O.).
El último poemario de Joaquín Piqueras acaba de ver la luz. Con portada de José Molina y prólogo de María Ángeles Moragues, esta apócrifa historia del cine dividida en tres secuencias de poemas (Etapa Muda, Etapa Sonora [I], Etapa sonora [2]), que utilizan todos el motivo cinematográfico como pretexto para ahondar en cuestiones existenciales, tales como el amor, el paso del tiempo o la muerte, es el resultado del Primer Accésit del XVII Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas. Se trata de una ampliación del anterior poemario Tomas falsas, que no fue sino una especie de tráiler de lo que es este libro.
Fragmento del prólogo de María Ángeles Moragues:
Fragmento del prólogo de María Ángeles Moragues:
[...]
Es curioso que la voz poética se exprese manteniendo el mismo estilo esencial de sus obras anteriores, independientemente de las causas que ahora actúen como motor de esta escritura. Muchos de los poemas poseen elementos narrativos, otros se ajustan al empleo de la técnica del texto abreviado, bien en formato test, tal como demuestra “Rashomon”, bien como aforismos, patentes en “Horizontes de grandeza” y “El séptimo sello”. Pero, si algún rasgo define bien el estilo escritural de Tomas falsas es la innovación y el empleo de una retórica encabezada por una sutil ironía en la que este urdidor de palabras es harto ducho. Son, también, indiscutibles las dotes ingeniosas con que barniza el autor sus versos, así como su hábil destreza para encajar los elementos vanguardistas introducidos en el interior de dos artes ancestrales, el cine y la literatura. Un tándem indisoluble, sembrado de hondos pensamientos y donde no están ausentes sentimientos de melancolía, emociones silenciadas, inquietud, rebeldía social, olvido, soledad, tiempo, muerte y otros ingredientes propios de un poemario que se precia de entrar a formar parte de los elegidos.
Añejas películas de títulos consagrados son paráfrasis críticas de la contemporaneidad actual. Cinema paradiso, pieza clave de este ensamblaje, postula en sus versos de cierre desde un plural colectivo la paradoja de lo que es la vida: “tomas falsas” y en un claro gesto por inocular rasgos distintivos, este poeta-espectador continua trazando una sugerente red cinematográfica del más variado cine transnacional de siempre. Léanse Al este del Edén, cuya estructura se cimbrea entre un plano y un contraplano versales o El cartero (y Pablo Neruda), sincero homenaje también al chileno a quien rinde tributo, esta vez formal, en “Corazón fiel”, donde resuena el eco nerudiano de aquella emblemática composición “Me gustas cuando callas …”. Asimismo, y en franco mestizaje con lo anterior, encuentra el atento lector creaciones de signo social como “Salida de los obreros”, nueva confirmación de la arraigada conciencia social de este escritor ya patente en sus poemarios precedentes.
lunes, 26 de julio de 2010
SALA DE ESPERA by Mario Crespo.
Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad (Paul Auster)
Miraba el horizonte de la fotografía que adornaba su fondo de escritorio mientras pensaba en su nueva vida. Pablo Austero recordaba con nostalgia el día que les comunicó a sus padres que había aprobado la oposición de ayudante de biblioteca. Fue hace más de treinta años. Necesitaba que sus viejos se sintieran orgullosos de él y murieran pensando que, bajo su perspectiva del éxito en la vida, había logrado formar un hombre, un tío. Pablo se había dado cuenta, muchos años después de alcanzar su logro, que la improvisación era algo necesario en la vida de las personas, que en un segundo todo lo que conoces puede girar ciento ochenta grados y dejarte en fuera de juego. La muerte de su hijo de veintitrés años le había llevado a un replanteamiento de su existencia, y ésta la estructuraba en torno a la idea de jubilarse. Contaba los días que le quedaban para dejar de trabajar, los tachaba del calendario y llegaba a la oficina pensando: “un día más, un día menos”, sin saber a ciencia cierta si lo importante era sumar o restar. La improvisación era un recurso de tahúr, una as en la manga que la experiencia vital le había enseñado. Más allá de la idea de retirarse no tenía plan alguno. Entender la vida y afrontar la muerte se le antojaba la ocupación principal en el ocaso de sus días, pero estaba dispuesto a hacerlo sin guión, sin patrón, con la única máxima de dejarse llevar por los acontecimientos.
A las dos de la tarde, la hora en que acababa su jornada laboral, bajó al depósito de libros en busca de una bizarra publicación que, al parecer, no estaba correctamente catalogada. No era amigo de bajar al depósito, como casi todos los de su nivel jerárquico, el segundo más alto, y solía mandar a una de las auxiliares a realizar este tipo de trabajo en el desolado almacén. Pero en este caso prefirió ver la ubicación del libro por sí mismo a fin de encontrar el error de catalogación más rápidamente. Aunque el hecho de trabajar le hastiaba, había momentos, como éste, en los que disfrutaba de su profesión como lo hacía treinta años antes, cuando decidió dar la vida por sus mejores amigos: los libros. El depósito solía estar vacío, como mucho podías encontrar a una o dos personas buscando publicaciones que, por diversas razones, no estaban en la sala de lectura, pero a esas horas de la tarde, una hora antes de la salida, Pablo no esperaba encontrar a nadie. Aun así, mientras se dirigía al pasillo que buscaba, al fondo del corredor principal, oyó pasos. Unos pasos nerviosos cuyo sonido agudo parecía suspenderse en el aire. Recordó Pablo que el taconeo le resultaba familiar. Su memoria auditiva le transportó, en cuestión de segundos, a una época olvidada a propósito por su cerebro, la época en que su hijo, justo después de laurearse en Físicas, se paseaba por la casa con unos botos de cawboy que, tan humildemente como siempre, había pedido como regalo de fin de carrera. Era el mismo sonido, con el mismo tempo, la misma cadencia, que oía tiempo atrás en su casa. Era un déjà-vu de larga duración. La única solución que se le ocurrió fue taparse los oídos y agacharse. Y así procedió. Instantes después, timorato y asustadizo, despegó lentamente las manos de las orejas al tiempo que abría los ojos. Doblado sobre su estómago, la primera imagen que contempló fue la de unos botos de cawboy adornados con arabescos. No se lo podía creer. Pero tampoco se atrevía a incorporarse y ver la imagen que tanto temía recordar. El dueño de los botos le puso la mano en la espalda y se agachó hasta dejar su cabeza a la misma altura que la de él.
A las dos de la tarde, la hora en que acababa su jornada laboral, bajó al depósito de libros en busca de una bizarra publicación que, al parecer, no estaba correctamente catalogada. No era amigo de bajar al depósito, como casi todos los de su nivel jerárquico, el segundo más alto, y solía mandar a una de las auxiliares a realizar este tipo de trabajo en el desolado almacén. Pero en este caso prefirió ver la ubicación del libro por sí mismo a fin de encontrar el error de catalogación más rápidamente. Aunque el hecho de trabajar le hastiaba, había momentos, como éste, en los que disfrutaba de su profesión como lo hacía treinta años antes, cuando decidió dar la vida por sus mejores amigos: los libros. El depósito solía estar vacío, como mucho podías encontrar a una o dos personas buscando publicaciones que, por diversas razones, no estaban en la sala de lectura, pero a esas horas de la tarde, una hora antes de la salida, Pablo no esperaba encontrar a nadie. Aun así, mientras se dirigía al pasillo que buscaba, al fondo del corredor principal, oyó pasos. Unos pasos nerviosos cuyo sonido agudo parecía suspenderse en el aire. Recordó Pablo que el taconeo le resultaba familiar. Su memoria auditiva le transportó, en cuestión de segundos, a una época olvidada a propósito por su cerebro, la época en que su hijo, justo después de laurearse en Físicas, se paseaba por la casa con unos botos de cawboy que, tan humildemente como siempre, había pedido como regalo de fin de carrera. Era el mismo sonido, con el mismo tempo, la misma cadencia, que oía tiempo atrás en su casa. Era un déjà-vu de larga duración. La única solución que se le ocurrió fue taparse los oídos y agacharse. Y así procedió. Instantes después, timorato y asustadizo, despegó lentamente las manos de las orejas al tiempo que abría los ojos. Doblado sobre su estómago, la primera imagen que contempló fue la de unos botos de cawboy adornados con arabescos. No se lo podía creer. Pero tampoco se atrevía a incorporarse y ver la imagen que tanto temía recordar. El dueño de los botos le puso la mano en la espalda y se agachó hasta dejar su cabeza a la misma altura que la de él.
-¿Está bien, abuelo? –preguntó con una voz profunda.
No era la voz de su hijo. Ni siquiera parecida. Pero aun así le resultaba familiar, muy familiar, casi tanto como el calzado de vaquero, con aquellos horribles arabescos. Pablo se incorporó despacio mientras se desplazaba un paso hacia atrás, como buscando una distancia de seguridad con el hombre de los botos. Contemplar aquel rostro le impactó. Era Alejandro, el amigo de su hijo, la persona que conducía el coche en el que perdió la vida, una noche de farra, el único descendiente de la familia Austero. Los dos amigos, uña y carne, murieron en el accidente. Al darse cuenta de que estaba contemplando a Alejandro en un extraño estado que mezclaba flashback y sueño, Pablo se sumió en una especie de semiinconsciencia, un duermevela a pesar del cual se mantenía en pie, una puerta hacia otra realidad, otra vida, quizá la de los muertos, con los que, al parecer, ahora tenía contacto directo.
Mario Crespo, relato inédito.
domingo, 25 de julio de 2010
sábado, 24 de julio de 2010
ANTOINE DOINEL
Dentro de la extensa e interesantísima filmografía de Francois Truffaut (abanderado y teórico de la Nouvelle vague), el ciclo de Antoine Doinel brilla con luz propia.
Integrada por cinco películas: Los 400 golpes, Antoine y Collete, Besos robados, Domicilio conyugal y El amor en fuga, esta serie nos invita a descubrir las motivaciones existenciales de su director, encarnado en un fantástico Jean-Pierre Léaud (protagonista de joyas subterráneas como La mamá y la puta, de Jean Eustache, o Porcile, de Pier Paolo Pasolini) que pone rostro y voz a sus obsesiones.
Desde la aspereza y desolación de Los 400 golpes hasta el divertido y frívolo desenlace de El amor en fuga, Truffaut despliega todo un arsenal de delicias cinéfilas en claves diversas, satírica, crítica, sentimental, de comedia, de suspense e intriga, etc, que conforman un todo homogéneo, magistral y absolutamente entrañable.
Personalmente me quedo con las dos intermedias, Besos robados y Domicilio conyugal, que retratan con una elegancia y sensibilidad exquisitas las venturas y desventuras de la vida en pareja.
Un ciclo, el de Doinel, sin duda alguna maravilloso e imprescindible, que bajo ningún concepto nadie debería dejar de ver.
A vuestra salud:
Besos robados in You Tube
viernes, 23 de julio de 2010
FACTORÍA DE CORAZONES ROTOS por Alicia García Núñez.
.
Deja mi corazón hecho pedazos.
Aquí,
aquí mismo,
que yo lo coseré.
Le daré cinco o seis puntos de sutura
-según la incisión y mi estado de ánimo-
y seguiré con esas cosas
que a ti ya no te importan.
Tengo más por reparar,
no te preocupes,
sigue a lo tuyo,
no es el primero,
no será el último.
-según la incisión y mi estado de ánimo-
y seguiré con esas cosas
que a ti ya no te importan.
Tengo más por reparar,
no te preocupes,
sigue a lo tuyo,
no es el primero,
no será el último.
Y ahora, si no te importa,
despeja la sala.
Aquí
no hay nada que ver.
Además, tengo mucho trabajo,
me espera la factoría de corazones rotos.
.
despeja la sala.
Aquí
no hay nada que ver.
Además, tengo mucho trabajo,
me espera la factoría de corazones rotos.
.
Alicia García Núñez, inédito.
Ilustración by David Gil.
jueves, 22 de julio de 2010
PETER ORLOVSKY: Poeta del Abismo.
A Peter Orlovsky, fallecido el 30 de mayo a los 76 años, no se le recordará tanto por su obra como por haber sido pareja y secretario personal de Allen Ginsberg, el poeta rebelde que inflamó América con los versos de Aullido: "He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura...". Pero Orlovsky también fue autor de unos cuantos poemas, de métrica frágil y fonética innovadora, que cautivaron a la generación beat, la hornada de artistas norteamericanos que en los años cincuenta, tal y como decía Ginsberg en su célebre oda, "escribieron frenéticos toda la noche, balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que, en el amarillo amanecer, eran solo estrofas incoherentes".
Nacido en 1933, se crió en el corral de gallinas que sus padres, inmigrantes rusos, habían acondicionado en Long Island, al oriente de Manhattan. Su madre era sorda y su padre, alcohólico; sus cuatro hermanos tenían problemas mentales. Dejó la escuela y mantuvo a la familia trabajando como enfermero en un psiquiátrico.
La carta del servicio militar le llegó con 20 años, cuando la guerra de Corea llegaba a su cénit. "Un ejército con armas es un ejército contra el amor", le soltó al reclutador que debía evaluarle. Le destinaron como celador a un hospital de California. Al terminar, se quedó en San Francisco, donde fue vecino del fotógrafo Robert LaVigne, para el que posó en un retrato. LaVigne invitó a Ginsberg a su casa para enseñarle sus trabajos. Al contemplar a aquel joven desnudo que miraba fijamente a la cámara, Ginsberg quiso conocerlo. Bastó llamar a la puerta de al lado. Orlovsky salió y estrechó la mano de Ginsberg. Pasaron juntos el resto de sus vidas.
Para Orlovsky, Ginsberg era la sabiduría a la que no había tenido acceso. Él mismo se definía como "un tarugo, un ermitaño, un imbécil" y, aunque le gustaban las mujeres, con Ginsberg hizo una excepción. Para Ginsberg, Orlovsky era "el joven del abismo", la puerta hacia todo lo que soñaba y que, al mismo tiempo, le aterraba. Al conocerlo se despojó de lo que le habían enseñado sus padres, sus profesores y sus psiquiatras. Se quitó la heterosexualidad, la corbata y, sobre todo, el corsé académico de sus versos. Cuando su psicoanalista le preguntó por las tres cosas que más deseaba, Ginsberg no dudó: "Dejar mi empleo como publicista, vivir con Peter, escribir poesía".
En 1956, la pareja viajó a Tánger para ayudar a William Burroughs, el patriarca beat que vivía encerrado en una pensión, enganchado a la morfina, intentando terminar "la novela inacabable que volvería loco a todo el mundo". Se les unió Jack Kerouac, que todavía no había publicado En el camino, el libro que les catapultaría a todos a la fama. Editaron el manuscrito de Burroughs y dieron forma a El almuerzo desnudo. Fue entonces cuando Ginsberg animó a Orlovsky a escribir sus primeros poemas: breves cantos al amor cargados de surrealismo y juegos de palabras.
Apóstoles del LSD y los hongos alucinógenos en los sesenta, vivieron dos años en India, donde Orlovsky se convirtió al budismo bajo la guía de un yogui que le enseñó a meditar para conseguir detener el tiempo y escapar de la muerte. A su regreso encontraron un país diferente: en California florecían las comunas hippies. El fotógrafo Richard Avedon los retrató desnudos en un póster que simbolizó la definitiva salida del armario de la homosexualidad en la rancia América. Tras los años salvajes, compraron una casa en el campo para alejarse de la gran ciudad y sus drogas, a las que Orlovsky se enganchaba con facilidad.
A lo largo de 40 años de relación, se traicionaron a menudo y tuvieron relaciones estables con otros hombres y mujeres. Cada vez menos ebrios y más politizados, se convirtieron en líderes del movimiento pacifista. Ginsberg murió en 1997 y dejó dinero a Orlovsky para comprar la casa de Vermont en la que vivió sus últimos años. Antes de enfermar estaba escribiendo sus memorias, en las que seguro que aparecía aquel episodio en el que una de las parejas más transgresoras del siglo XX se quedó sentada en la posición del loto, ojos cerrados, en medio de una vía de Colorado. No consiguieron escapar de la muerte, pero detuvieron un tren de residuos nucleares.
Miguel Calzada
Extraído de ELPAIS.com
miércoles, 21 de julio de 2010
UN DÍA CUALQUIERA by Pepe Pereza.
El sol, a punto de elevarse, se perfilaba en las siluetas de los edificios. La luz cambiante del alba teñía de ámbar y grana el conjunto de nubes que flotaban por encima de los tejados. Las cigüeñas volaban hacia los basureros y los aviones dejaban líneas blancas en el cielo, como si fueran rayas de cocaína sobre un espejo. Él disfrutaba del espectáculo desde su ventana, sujetando una humeante taza de café en las manos y un porro en la comisura de los labios. Expulsó el humo de sus pulmones y contempló anonadado los caracteres sinuosos de las volutas. Cuando el sol se asomó por encima de los tejados percibió en su cara una aterciopelada caricia de luz y calor que le hicieron estremecerse. Las semanas anteriores habían sido una retahíla de días grises y lluviosos. Por eso, la presencia de un sol primaveral era tan de agradecer. Apuró el café. Desde la ventana tenía una amplia panorámica de la ciudad. El espectáculo de la salida del sol era de sus preferidos y siempre que podía desayunaba delante de la ventana admirando el acontecimiento. Sin duda era la mejor manera de empezar el día. Se mantuvo así hasta que el porro se consumió y tuvo que apartarse de la ventana para apagarlo en el cenicero. Miró la hora. Eran las ocho y veintinueve. Aún le daba tiempo para desalojar sus tripas y hacerse otro porro para el camino.Mientras conducía hacia el Palacio de Congresos iba escuchando una emisora de música rock. El tema que se oía por los altavoces era de Janis Joplin. Abrió ligeramente la ventanilla de la derecha para que el interior del vehículo se despejase del humo de hachís. Aprovechando que la ventanilla estaba abierta exhaló una bocanada en esa dirección. Llegó a la rotonda de La Fuente de Murrieta y trató de hacerse un hueco entre los demás vehículos. Él odiaba esa rotonda y más a esa hora de la mañana cuando toda la ciudad tomaba ese mismo camino para dirigirse a sus respectivos trabajos. Después de girar a la derecha y salir de la rotonda se sintió más relajado. Aspiró del porro que llevaba sujeto entre sus labios, pero se había apagado y tuvo que encenderlo de nuevo. Al hacerlo apartó la vista de la carretera durante una milésima de segundo para poder atinar con la punta del canuto dentro del encendedor. Como consecuencia estuvo a punto de golpear el coche que iba por delante. Afortunadamente consiguió pisar el freno a tiempo. Se maldijo a sí mismo por el descuido y centró toda su atención en la carretera. En la radio, la locutora hizo la presentación del siguiente tema y la música salió de los altavoces. Era Nick Cave haciendo una versión del tema de Leonard Cohen llamado “I´m Your Man”. Apagó el porro estrujándolo contra el fondo del cenicero y subió la ventanilla. La canción alcanzó todo su esplendor y él siguió el ritmo golpeando con los dedos sobre el volante. Enfiló la rampa que conducía al aparcamiento del Palacio de Congresos y aparcó a un lado de la puerta de entrada al muelle de carga del escenario. El único coche que había en el aparcamiento era el suyo. Consultó la hora: Las nueve menos tres minutos. Le extrañó que no hubiera nadie esperando. Normalmente los chicos de carga y descarga solían llegar cinco minutos antes. Apagó el motor y subió el volumen de la radio. Nick Cave sonaba de maravilla a esas horas de la mañana. Se fijó en el edificio que tenía enfrente. El Palacio de Congresos era enorme y proyectaba su sombra sobre el camino que bordeaba la orilla del río. Siguió dentro del coche hasta que la canción llegó a su fin, entonces sacó la llave del contacto y salió. El sol seguía alzándose en el cielo y él se ajustó las gafas de sol antes de presionar la cerradura electrónica del automóvil. Un “Clip, clip” resonó por todo el aparcamiento espantando a un grupo de gorriones que picoteaban junto al los jardines de césped. Se acercó a la puerta metálica del gran edificio y se apoyó en la pared al amparo del sol. Era agradable estar allí, como un reptil calentándose la sangre. Sin embargo un presentimiento le decía que le habían hecho venir una hora antes. Se encendió un cigarro y fumó apoyado en la pared. Viendo que eran las nueve y que nadie aparecía cogió su móvil, marcó unos números. Al otro lado contestó Raúl.
- Raúl, ¿a qué hora hemos quedado?
- (Con voz somnolienta) A las diez.
- ¡Me cago en la hostia puta! Ayer me dijiste a las nueve.
- Hostia, me confundí.
- ¡Joder, tío!...
- Lo siento.
- No pasa nada… Aprovecharé para tomar un café. Nos vemos a las diez.
- Hasta luego.
No era la primera vez que le hacían algo así. Maldijo en silencio. El “Clip, clip” se escuchó de nuevo en el aparcamiento. Entró en el vehículo y arrancó. Salió del aparcamiento rumbo a la cafetería. En la radio sonaba el tema de Radiohead “Just”.
Aparcó frente a la cafetería dejando el coche en doble fila con las luces de posición encendidas. Se apeó del coche y entró en la cafetería. Hoy le tocaba el turno de mañana a la camarera rumana que le tenía medio enamorado. Estaba de suerte, aunque, por otro lado, la barra estaba a tope y todos los periódicos ocupados. Cuando le llegó el turno pidió un café cortado haciendo gala de su mejor sonrisa. La rumana, carente de cualquier signo de simpatía se limitó a darle la espalda para preparar, cara a la cafetera, el cortado. Cuando el café estuvo listo, la rumana le dejó la taza enfrente sin mirarle siquiera. Después de tomarse el café regresó al aparcamiento del Palacio de Congresos y aparcó en el mismo sitio que antes. Seguía siendo el único coche del aparcamiento. Se lió un porro. Dudó entre fumárselo dentro del coche o salir y caminar unos metros hasta la orilla del río. Salió del coche. “Clip, clip” Caminó hasta los lindes de la orilla del río. Se estaba bien bajo el sol. Las aguas del río bajaban bravas y turbias. Al otro lado de la orilla había una carretera que se extendía en paralelo siguiendo el recorrido del río. De vez en cuando las aguas arrastraban pequeños troncos arrancados por la crecida. Él comparó la velocidad de los coches que circulaban por la carretera con los troncos que arrastraba el río, haciendo apuestas imaginarias por unos y otros. Apuró el porro hasta casi quemarse los labios y tiró la colilla a las aguas marrones. Por los alrededores algunos ancianos paseaban y también había gente corriendo y en bicicleta. Pensó en qué hacía aquella gente por allí, él tenía que trabajar y no le quedaba más remedio pero no conseguía entender por qué la gente madrugaba para algo tan insustancial como hacer footing. Decidió obviarlos a todos y concentrarse en las aguas del río. Recordó los veranos cuando era un adolescente e iba con sus amigos a bañarse junto a la presa. Por aquel entonces las aguas del Ebro estaban más limpias y la gente no dudaba en bañarse en ellas. De pronto algo llamó su atención. Era algo grande que arrastraba la corriente. Se quitó las gafas de sol para ver mejor. Era el cadáver de un caballo. Tenía la tripa hinchada y la fuerza de la corriente le hacía girar sobre sí mismo. Cuando pasó por delante se fijó en que el cadáver no tenía ojos. Tampoco tenía labios, con lo cual la dentadura le quedaba al descubierto. El gesto macabro del cuadrúpedo le revolvió las tripas y tuvo que reprimir un par de vómitos. El cadáver siguió girando sobre sí mismo corriente abajo, levantando sus patas al cielo para luego hundirlas en las aguas. Necesitaba nicotina y se encendió un cigarro. Miró su reloj. Eran las diez menos diez. Le quedaban diez minutos para disfrutar del sol. Todavía podía distinguir a lo lejos las patas de caballo entrando y saliendo de las aguas. Se puso las gafas y regresó junto a la puerta metálica de acceso al muelle de carga del escenario. Apoyado contra la soleada pared recordó la descarnada dentadura del caballo. Era la sonrisa de la muerte, pensó. Un coche enfiló la rampa del aparcamiento. Era el de Raúl, el jefe de los técnicos, su jefe. El coche se detuvo junto a la entrada. Raúl bajó la ventanilla y accionó el mando a distancia de la puerta metálica. Los mecanismos de la puerta se activaron y comenzó a elevarse.
- Siento mucho el despiste que he tenido – se disculpó.
- No pasa nada. He aprovechado para tomar un poco el sol.
- Falta te hace. Estás demasiado pálido.
- Ya sabes que yo soy un ave nocturna.
Raúl soltó un par de carcajadas. Él sonrió con el cigarro entre la comisura de los labios. Prefirió no comentar nada del caballo. La puerta metálica terminó su ascenso y Raúl metió el coche dentro del muelle de carga. Él siguió apoyado contra la pared fumando del cigarro. Le esperaba un duro día de trabajo y decidió tomárselo con calma. Cuando el cigarro se consumió, lo arrojó por encima de su hombro, se despidió del sol y entró en el oscuro muelle de carga.
Pepe Pereza, del blog Asperezas.
LOS HERMANOS PINZONES Poetry Show.
TE LO VERSO A LA CARA
Señoras y señores, damas y caballeros, presentamos el nuevo libro de Groenlandia:
TE LO VERSO A LA CARA,
por Ada Menéndez.
“Rebelde e inconformista, su vida y su obra se extienden más allá de la habitación de un poema. Sale a la calle, a los bares donde la poesía es recitada en chupitos acompañada del humo y la música […]. Ada te lo versa a la cara tal y como lo siente, directamente desde su corazón, de su cabeza, de su sexo, desde un cuerpo ardiente por el mundo”
(David Suárez, “Suarón”)
TE LO VERSO A LA CARA,
por Ada Menéndez.
“Rebelde e inconformista, su vida y su obra se extienden más allá de la habitación de un poema. Sale a la calle, a los bares donde la poesía es recitada en chupitos acompañada del humo y la música […]. Ada te lo versa a la cara tal y como lo siente, directamente desde su corazón, de su cabeza, de su sexo, desde un cuerpo ardiente por el mundo”
(David Suárez, “Suarón”)
El libro lo podréis encontrar ya en el SCRIBD:
martes, 20 de julio de 2010
Segundo manifiesto de 'LA BANDA DEL ABUELO'
2. manifestua
La banda del abuelo: Llamamiento insurgente a todas nuestras hermanas y hermanos-árbol
La banda del abuelo: Llamamiento insurgente a todas nuestras hermanas y hermanos-árbol
La civilización del rostro pálido agoniza. Está confundida pero no es inocente. Su tuétano es el egoismo. BERAIEN GEZUR GUZTIEK HERRI ZAPALDUEN ODOLA EZIN DUTE ESTALTZEN.
En las reservas pieles-rojas viven Cuerda floja y Filo de navaja. Su desesperación se llama facebook, cocaína y vacío. GUDAKO AIZKORA LURPERATUTA DAGO ASPALDI.
Los grandes jefes-blancos se rodean de casacas azules, ojos que todo lo ven y altos muros, porque tienen miedo. GURE AMALURRA PORLANA TA GALIPOTAREN AZPIAN ITXOITZEN DAGO. Ya no hay manadas si no rebaños. Ya no hay lucha si no antropofagia. ESPERANTZAK EZ DU LEKURIK INDIOEN LURRAN.
Pero no queremos ni paz ni negociación.
No queremos lenguas de serpiente. No y mil veces no. MUNDUKO URRE GUZTIA BAINO GEHIAGO UR FRESKOA TA GARDENA NAHIAGO DUGU.
Fuimos salvajes. Con pancartas, octavillas y canciones. Pero nadie leyó, nadie escuchó, el rock murió de aburrimiento y el punk apesta a pasta. IRABAZI GENUEN GUDA BAKARRA GURE KONTRA IZAN ZEN BAINA IKASI DUGU.
Hemos llorado a nuestros hermanos-árbol: Txilibri y Pajero. Sus espíritus y los de nuestros ancestros ya entonan los cantos de guerra. No podemos tener miedo. BASURDEA DARAMAGU GURE BIHOTZEAN. BAIMENIK EZ DUGU BEHAR LOKATZETAN DANTZAN.
Muerte al rostro pálido. Muerte al caballo de hierro. GORA BIHOTZAK!!! GORA BIZITZA!!!
En las reservas pieles-rojas viven Cuerda floja y Filo de navaja. Su desesperación se llama facebook, cocaína y vacío. GUDAKO AIZKORA LURPERATUTA DAGO ASPALDI.
Los grandes jefes-blancos se rodean de casacas azules, ojos que todo lo ven y altos muros, porque tienen miedo. GURE AMALURRA PORLANA TA GALIPOTAREN AZPIAN ITXOITZEN DAGO. Ya no hay manadas si no rebaños. Ya no hay lucha si no antropofagia. ESPERANTZAK EZ DU LEKURIK INDIOEN LURRAN.
Pero no queremos ni paz ni negociación.
No queremos lenguas de serpiente. No y mil veces no. MUNDUKO URRE GUZTIA BAINO GEHIAGO UR FRESKOA TA GARDENA NAHIAGO DUGU.
Fuimos salvajes. Con pancartas, octavillas y canciones. Pero nadie leyó, nadie escuchó, el rock murió de aburrimiento y el punk apesta a pasta. IRABAZI GENUEN GUDA BAKARRA GURE KONTRA IZAN ZEN BAINA IKASI DUGU.
Hemos llorado a nuestros hermanos-árbol: Txilibri y Pajero. Sus espíritus y los de nuestros ancestros ya entonan los cantos de guerra. No podemos tener miedo. BASURDEA DARAMAGU GURE BIHOTZEAN. BAIMENIK EZ DUGU BEHAR LOKATZETAN DANTZAN.
Muerte al rostro pálido. Muerte al caballo de hierro. GORA BIHOTZAK!!! GORA BIZITZA!!!
PARRICIDIO by Francis Vaz.
Ahora que el volcán se apagó ya para siempre
y su humo fue tragado por la tierra del descanso eterno.
Ahora, ¿me pides palabras?, padre.
Furia es la primera que podría darte, aquella que sentí
al oír los golpes que soltabas en el rostro de mi madre.
Sigo oyendo los golpes aunque no estoy en la madriguera
en la que yo y mis hermanos nos refugiábamos.
Ya sé que el mundo espera una elegía cuando el poeta
habla de su padre, pero suplico al lector que me comprenda.
Mi padre no estuvo en la cárcel por ser un héroe clandestino
en tiempos de injusta dictadura. No sufrió explotación
ni fue víctima de la política. Fue un preso común, un desalmado.
El ser más despiadado que jamás he conocido. Sobre una silla de ruedas
quizás viva aún la prostituta de la que un día creyó enamorarse.
¿La cultura para qué te sirve?, niño, me decía. ¿Para qué te pago el colegio?
Si aún no sabes que hay que respetar a un padre. Que te di la vida
y por tus venas fluye mi sangre. Que los dos somos el mismo fuego.
La misma raíz del árbol milenario tras el que se ocultan los depredadores.
No, padre, no. Tú escogiste el camino del machete y de la piedra. Apresar el río,
obligarle a desviarse. Yo me zambullí en el agua surcando nuevos horizontes.
Amaneceres donde las manos sólo recuerden cómo acariciar la piel desamparada.
No te echo de menos, padre, en absoluto, y nada te perdono.
Aprendí a odiarte cada día. Y ahora, después de tanto tiempo
ni sé qué siento. Te recuerdo como un dolor de muelas, como la extracción
de un diente sin anestesia, pero olvidé ya, posiblemente, odiarte.
A veces, en la penumbra de la rabia, deseé asesinarte. Confieso
que mil veces troceé tu cuerpo y alimenté con tu carne a los cerdos.
Y los vi tan felices que, antes de huir, les prometí no volver jamás.
Hoy en día, padre, ni sé dónde yaces enterrado.
Espero que en las tierras más profundas del olvido.
y su humo fue tragado por la tierra del descanso eterno.
Ahora, ¿me pides palabras?, padre.
Furia es la primera que podría darte, aquella que sentí
al oír los golpes que soltabas en el rostro de mi madre.
Sigo oyendo los golpes aunque no estoy en la madriguera
en la que yo y mis hermanos nos refugiábamos.
Ya sé que el mundo espera una elegía cuando el poeta
habla de su padre, pero suplico al lector que me comprenda.
Mi padre no estuvo en la cárcel por ser un héroe clandestino
en tiempos de injusta dictadura. No sufrió explotación
ni fue víctima de la política. Fue un preso común, un desalmado.
El ser más despiadado que jamás he conocido. Sobre una silla de ruedas
quizás viva aún la prostituta de la que un día creyó enamorarse.
¿La cultura para qué te sirve?, niño, me decía. ¿Para qué te pago el colegio?
Si aún no sabes que hay que respetar a un padre. Que te di la vida
y por tus venas fluye mi sangre. Que los dos somos el mismo fuego.
La misma raíz del árbol milenario tras el que se ocultan los depredadores.
No, padre, no. Tú escogiste el camino del machete y de la piedra. Apresar el río,
obligarle a desviarse. Yo me zambullí en el agua surcando nuevos horizontes.
Amaneceres donde las manos sólo recuerden cómo acariciar la piel desamparada.
No te echo de menos, padre, en absoluto, y nada te perdono.
Aprendí a odiarte cada día. Y ahora, después de tanto tiempo
ni sé qué siento. Te recuerdo como un dolor de muelas, como la extracción
de un diente sin anestesia, pero olvidé ya, posiblemente, odiarte.
A veces, en la penumbra de la rabia, deseé asesinarte. Confieso
que mil veces troceé tu cuerpo y alimenté con tu carne a los cerdos.
Y los vi tan felices que, antes de huir, les prometí no volver jamás.
Hoy en día, padre, ni sé dónde yaces enterrado.
Espero que en las tierras más profundas del olvido.
Francis Vaz,
inédito.
.
Ilustración by Velpister
lunes, 19 de julio de 2010
SANTO RAÚL QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Mitómanos y fetichistas como siempre hemos sido, no podíamos evitar dedicarle el Suplemento Poemash de este Vinalia Marciano a nuestro idolatrado y admiradísimo Raúl Núñez, alien y freak por méritos propios, con el que desde hace mucho tiempo teníamos una deuda pendiente.
Retrotraigámonos en un viaje galáctico temporal a los 90, cuando en este bizarro país comenzaba a oirse hablar tímidamente de realismo sucio, y situemos al poeta argentino en aquel contexto y tiempo de cambio: un soplo de aire fresco en el panorama literario, un ejemplo de maldito integral y un jarro de agua fría al sistema y al cánon.
Sinatra, People, Derrama Whiski sobre tu amigo muerto o Cannabis Flan fueron para muchos de nosotros (y muy en especial para los que manufacturábamos este fanzine) libros de cabecera y modelos patrios a seguir en nuestra búsqueda de una voz e identidad diferente a la que se nos pretendía a toda costa imponer desde los suplementos literarios y revistas oficiales de la época.
Éramos los hijos sietemesinos de la Democracia, desarraigados, noctámbulos y urbanitas, y nos rebelábamos contra el tiempo y las circunstancias (literarias y estéticas) que nos había tocado vivir.
Por eso reparamos en Raúl, que nos hablaba de marcianos y putas, de desahucios y revelaciones, de amor libre y libertad, de Amsterdam y San Francisco, de ángeles subterráneos y desheredados, mostrándonos un camino (para nosotros) mucho más próximo y verdadero.
Incomprendido y roto, olvidado y enfermo, desolado y perdido, Raúl Núñez murió en Valencia en 1996 sin que apenas nadie se enterara ni hiciera eco y sin que nosotros pudiéramos brindar en su honor.
Esta, sin duda alguna, es la ocasión.
A tu salud, hermano:
Te debíamos este homenaje.
Vicente Muñoz Álvarez, de Poemash Especial Raúl Núñez, incluido en Plan 9 del Espacio Exterior.
Cover by Silvia D.Chica.
Con Poemash inéditos de: Gsus Bonilla, Vicente Muñoz Álvarez, Silvia D.Chica, Javier Das, Sonia San Román, David González, Choche, Joaquín Piqueras, Jorge Barco, José Ángel Barrueco, Carla Badillo & Marcus Versus.
EX!POESÍA 2010
domingo, 18 de julio de 2010
sábado, 17 de julio de 2010
BAHÍA DE SANGRE
Otra de las perlas negras del cine de culto, Bahía de sangre (Reazione a catena, 1971), de nuestro admiradísimo Mario Bava, es un slasher barroco y sangriento, expresionista y bronco, que nos sumerge en una trama de ambición y venganza salpicada de truculentos crímenes imitados posteriormente hasta la saciedad (sin ir más lejos en Viernes 13).
Y como siempre en su cine: vertiginosos zooms y atmósferas lúgubres, una banda sonora inquietante y lisérgica, iluminación psicodélica y crítica social encubierta, exhuberancia visual y suspense in crescendo...
¡Para chuparse los dedos!
Bahía de sangre in You Tube
NO HAY TIEMPO PARA LIBROS (NADIE A SALVO): Subasta pública.
Bueno. Subasto públicamente a través de Internet mi último libro de poemas: No hay tiempo para libros (Nadie a salvo). Es un libro que contiene 51 poemas con determinadas innovaciones formales o gramaticales, por lo que no puedo colgar ningún poema a modo de ejemplo no vaya a ser que alguien me copie. Sí puedo decir que entre los 51 poemas hay fotografías intercaladas de Alejandro Zapico, Teodoro Hernando Acero, Juan Tizón, Julia Velázquez y David Brunner, más 3 ilustraciones de Harold, un artista que vende por la calle a cambio de la voluntad sus dibujos. Cuenta con un prólogo de Ainhoa Sáenz de Záitegui. Y con dos apéndices: 2 álbumes de fotografías: 1 con fotos del proceso de reescritura y selección de poemas, y el otro con fotografías en las que salgo con las distintas personas, artistas o no, con las que estuve desde que empecé a escribir el poemario hasta ayer mismo en que lo di por finalizado. La puja se inicia en 600 euros, en concepto de los derechos de autor. La puja se inicia hoy y termina el día de mi cumpleaños: el 29 de septiembre. Pueden pujar tanto editores como particulares. La fotografía de portada es la que va debajo de estas líneas y es obra de Alejandro Zapico. Os ruego que si os parece bien, le deis cancha a esta pública subasta a través de vuestros cuadernos de bitácora. De todos modos he creado un evento en Facebook con esta información. Gracias.
David González
jueves, 15 de julio de 2010
25 CENTÍMETROS por David Refoyo.
Parafraseando a Siniestro Total: la sociedad es la culpable. Y sí, sociedad no hay más que una, quizá por eso, tratemos de no desentonar en exceso. Lo importante, en cualquier caso, es tener siempre alguna posesión más que tu vecino. Si él tiene novia, tú tienes que tenerla también. Lo mismo sucede con los coches, amigos, casas, chalets con piscina, amantes, teléfonos móviles, ordenadores portátiles… todo en esta vida está en competencia directa con la gente que te rodea. Y no hay más vuelta de hoja. Si no quieres ser un despojo social, e intuyo que no quieres serlo, entonces debes amoldarte a lo que se te exige. Por ejemplo, un trabajo. Nadie va a preguntarte nunca en qué trabajas mientras te vean subido en un Audi o en un Alfa Romeo, mientras vayas de visita a casa de tus padres vestido con un traje de unos cuantos cientos de euros. No se te ocurra quedarte sin trabajo porque todo el mundo, de repente, se interesará por tu ocupación. Es una putada mentir, porque en cualquier renuncio puedes quedar retratado. Y la palabra, el honor y esas cosas que trataron de inculcarte de niño son sagradas. Al menos en este barrio. En mi barrio. Lo que importa es tener pasta. Guita. Money. Gallina. Si tienes dinero eres bienvenido. Y mamá sabe que llegas tarde, que no sueles estar en tu nueva casa alquilada, que no tienes buena alimentación y que disfrutas de todos los vicios. Mamá sabe que esos coches no provienen de un empleo normal. No es un curro tradicional. Es un trabajo del que huir cuando, en la cola de la pescadería, alguien dice hola, ¿qué tal tu hijo? ¿A qué se dedica? Y ¡zas! Ahí está la hecatombe social. Un apellido mancillado. Un prestigio roto. Una línea sucesoria descuartizada. No merezco llevar este apellido, lo sé, pero estoy contento vendiendo mi cuerpo, el único legado familiar que mantengo físicamente, al mejor postor.
David Refoyo, de 25 centímetros (DVD ediciones, 2010).
EL LADRÓN DE PERAS por Felipe Zapico Alonso.
miércoles, 14 de julio de 2010
LA FINAL TRAS LA LÍNEAS ENEMIGAS by Miquel Silvestre.
Un asturiano de viaje en moto por Europa sigue el último partido del Mundial de fútbol en Amsterdam, con algún que otro contratiempo, en medio de la hinchada de la selección naranja
MIQUEL SILVESTRE
Una final del Mundial no es fútbol. Es Historia. Es un conflicto bélico entre dos países que genera interés planetario. Me encontraba recorriendo Europa en moto cuando el azar emparejó a España con Alemania. La República Federal se llenó de banderas y estandartes. Los germanos daban por hecha su victoria. Me planté en Berlín para aguarles la fiesta y resultó que, igual que hace dos años, la selección española se alzó con el triunfo. Quedaba entonces enfrentarse a la mítica Naranja Mecánica. Miré el mapa y me dije. «Este partido lo voy a ver en Amsterdam». Tras casi mil kilómetros de bosques y doradas colinas, que a partir de Dortmund se amansan en un interminable llano, llegué a la frontera, donde marqué un gol imaginario sobre la señal de Niederland. Todo un presagio.
La fantástica ciudad de los canales y los coffe shops me recibió con un océano de desatada euforia. Atravesé el populoso Barrio Rojo. No cabía un alma en las terrazas, en los bares, en las plazoletas. El sol brillaba espléndido. La cerveza corría y corría. Y las manufacturas de liar echaban más humo que Santiago Carrillo en una reunión del Comité Central. ¿Y los españoles? ¿Acaso no había nadie para poner una pica en Flandes? Normalmente, Amsterdam está llena de turistas ibéricos. Seguro que alguno había organizado sus vacaciones antes de decidirse los finalistas.
En la Thorbeckplein, muy cerca del Damm, unas decenas de cantarines compatriotas trataban de hacerse oír ante el dictatorial fragor del griterío contrario. Era un testimonio valiente y colorista, pero bastante inofensivo. Paseantes y policías miraban entre curiosos y compasivos aquella esforzada demostración de furia racial por parte de tan pocos combatientes. Quizá hayan olvidado ya que los Tercios que aquí les zurraron la badana nunca fueron numerosos.
En la Museum Plein habían colocado pantalla gigante y unas gradas portátiles. La multitud copaba todas las esquinas. Sólo se veía el naranja de las camisetas y el verde de las latas de cerveza. Eran las siete de la tarde y el calor resultaba asquerosamente pegajoso. Para cuando el balón echó a rodar, Amsterdam era una ciudad muerta de calles desiertas. Un policía me paró, mosqueado al verme tan a mi aire. Me recomendó vivamente que no anduviera por allí con semejante matrícula. Ya, pero dónde guardar la moto en una ciudad llena de canales y sin un maldito parking subterráneo. Decidí camuflarla pegándola a la pared y cubriendo la placa con una maceta.
Divisé a lo lejos dos sombras rojizas. Eran de Valladolid y vagaban sin rumbo buscando la hinchada española. «Soy yo», dije, «así que vamos a encontrar un lugar para ver el partido antes de que todo termine». En una pizzería no nos recibieron de muy buen talante. No molestamos a nadie. Tampoco había nada que celebrar, mas en la segunda parte nos echaron. Alegaron que iban a cerrar. Mentira cochina. Castigados a salir con las camisetas rojas fuimos objeto de numerosos comentarios y miradas. Un tipo quiso comprar la bandera costara lo que costara. Nos negamos en redondo. Estaba claro que no la quería para honrarla precisamente.
Un aroma espeso flotaba en el ambiente cubriendo la ciudad entera. Pero no era contaminación, sino cannabis. El alcohol también había ido enturbiando las mentes. Los anaranjados tifosi que encontramos ya no eran tan simpáticos como antes. Propuse ver en mi hotel el final del partido. Accedieron, cansados de caminar en territorio hostil. Ello nos obligó a cruzar las líneas enemigas de la Museum Plein con la multitud de antes convertida ya en ansiosa horda.
Mi habitación daba a la calle. Hacía un calor espantoso, salimos a la calle y miramos la televisión a través de la ventana. Un furgón policial se detuvo. No querían detener a nadie, sólo seguir la prórroga en la recepción. Cuando Iniesta lanzó la pierna y el balón perforó los sueños de Holanda, el país enmudeció. Sólo se oyó un grito en la noche. El mío. Un gol que sonó como un disparo ronco. Uno de los policías nos miró. Me encogí de hombros como disculpando mi exceso, pero él levantó el pulgar felicitándonos. El resto de agentes fue saliendo del hotel con expresión dolorida. Sería sólo el comienzo de un lento desfile de espectros silenciosos. Decidimos celebrar el triunfo dentro del cuarto. Por sensatez pero también por educación.
Al día siguiente, Amsterdam dspierta sucia y silenciosa. Las calles están sembradas de basura. Ya no se oyen risas sino sólo el fragor de las máquinas limpiadoras. De las fachadas cuelgan guirnaldas y banderolas naranja convertidas en ajada tristeza. Es lunes. Llueve y no hay muchos motivos para sonreír. Yo sí lo hago. La moto está incólume. Ha sobrevivido al vandalismo. Salgo de la ciudad sin perder más tiempo. Percibo que desde sus coches, los conductores me miran con indisimulado resentimiento. Siento algo de lástima. Si pudiera les diría que no es tan importante, que el futbol es sólo un juego. Pero sería inútil, porque todos sabemos perfectamente que no es así.
AL OTRO LADO DEL ESPEJO nº 3.
Ya estamos aquí una vez más, y una vez más dispuestos a compartir con vosotros las historias y sus respectivas porciones de vida que van llegando a esta redacción; ha habido más y posiblemente mejores, no os quepa duda, pero por ahora hemos elegido las que os presentamos, sin olvidarnos de las que han quedado en la recámara para una próxima ocasión. La selección ha sido compleja a la par que enriquecedora, nosotros hemos apostado por lo que a nuestro juicio nos ha parecido que supuraba alma y fantasía; historias cargadas de emoción, donde el lenguaje toma duros ascensos hasta el desenlace final; sucesos de ficción y no ficción donde lo real supera lo irreal y a veces lo imaginado tiene vida propia y tangible, en definitiva una amalgama de relatos y microrelatos seleccionados para uso y disfrute del lector –este sí que es nuestro verdadero cometido-, volvemos en este NÚMERO TRES a arriesgarnos con el relato gráfico y seguimos dándole continuidad.
Como siempre, a corto-medio plazo, esperamos tenerla impresa y organizar alguna que otra presentación para que el olor a tinta nos embriague a tod@s por igual, mientras tanto, en este enlace http://issuu.com/alotroladodelespejo/docs/aolde3 podéis visualizarla e incluso descargarla en pdf si lo creéis conveniente.
Esperamos amigos y amigas, lectores siempre, que sea de vuestro agrado.
NOS CUENTAN:
H. P. Lovecraft; Fernando Aramburu; Antonio Crespo Massieu; Luis Miguel Rabanal; Eva Monzón; Leonardo Oyola; Carlos Manzano; Xen Rabanal; J. Jorge Sánchez; Iñaki Echarte Vidarte; Guillermo Ortiz; Miguel Ángel Martín; Antonio Díez; Violeta Castaño; David Mardaras; Elia Maqueda; El Kebran; Sonia Fides; Adolfo Gilaberte; Antonio Romero; Daniel García; Víctor Lorenzo; Lili Naveiras; Javier Serrano
PORTADA
Marina Tapia;
RELATO GRÁFICO
RELATO GRÁFICO
Cerdaka;
NOS ILUSTRAN:
Antonio Gª Villarán; Julia D. Velázquez; J.Llorente; Julio Vegas; Danilac; Ángel Muñoz(voltios); Mayte Sánchez Sempere--
NOS ILUSTRAN:
Antonio Gª Villarán; Julia D. Velázquez; J.Llorente; Julio Vegas; Danilac; Ángel Muñoz(voltios); Mayte Sánchez Sempere--