miércoles, 9 de enero de 2008

EL PROPIETARIO, 1 poema de David González


Él determinaba

a qué hora se podía salir

y a qué hora había que entrar.


Él te indicaba

a quién podías abrir la puerta

y a quién le podías dar con ella en las narices.


Él enseñaba

cuál era tu sitio en la mesa,

en qué momento te sentabas a ella

y en qué momento te podías levantar.


Él decidía

cuándo se apagaban las risas

y se callaban las luces.


La casa de mi padre

era la casa de mi padre:


No la mía.


David González, extraído de Poesía Astur de hoy. Selección y traduccilón de András Keri ( Ateneo Obrero de Gijón, 2006 )

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