De repente hay un tío con una camiseta roja de Johnnie Walker en el salón, haciendo bricolage. Trata (con éxito y no gracias a mi) de poner unas baldas de madera en la pared, sobre los ángulos de un incierto metal.
Y además taladra. Yo siempre pensé que hacer agujeros en una casa es llenarla de huecos por los que va a morirse el sol. Apoyé siempre los espejos sobre el mismo suelo, y los cuadros están precariamente colgados por todas partes. Poner las cosas sobre los libros siempre fue una buena opción. Todo está ahora lleno de agujeros que esperan su taco, implorando por un tornillo lo bastante ancho, por sujetar, de todos modos, lo que sea.
Y además taladra. Tom Waits canta y bueno, yo mientras tanto voy ovulando, voy desquiciándome. Nunca he sido nerviosa, de verdad nunca lo he sido. Ahora sí y uno nunca sabe por qué se suceden estos cambios. Un día se rompe algo, un grifo gotea, las bombillas se funden, hay, por todas partes, electricidad estática. Quieres beber pero el alcohol te sienta mal, y el hachís te produce un sopor tal que crees que no vas a querer levantarte de la cama nunca más mientras haga frío. Este frío que no entiende de nada más que de helar las plantas de los pies y confinarnos a la ropa.
Y así andamos, ponemos baldas de madera para poner en orden los libros, para hacerlo todo más funcional. Yo ni siquiera soy capaz de sujetar una tabla de madera en alto sin protestar para que el chico de la camiseta roja de Johnnie Walker pueda hacer esos puntitos con el lápiz azul a través del agujero en la cosa de metal. Sufro de los nervios. Debería estar flaca y tener el cuello kilómetro y medio de largo, y también tener ojeras. Y ser aficionada a las infusiones y a las pastillas. Confinarme y toser a escondidas en los portales, llevar siempre pañuelos de papel en los bolsillos. Poco más o menos tener estética de histérica.
Si hasta unos niños que han venido cantando villancicos flamencos me han dado un susto de muerte al abrir la puerta, con sus panderetas y sus mofletes, todo para el caso es lo mismo.
Y él sigue taladrando. Creo que me odia. El bricolage es odio. Y cuídate de alguien que tenga todo un garaje dedicado a hacer marcos para cuadros o estanterías para cds o atriles o pretenda cambiar la tapicería de esas sillas.
Sábado por la tarde.
Nuestra hermana de Satanás Safrika, además de compañera de aventuras en Hankover, es una de las debilidades indiscutibles de este blog. Sus relatos, diarios, comentarios y versos nos remueven por dentro y agitan el mecanismo imprevisible de nuestro corazón... Daros un garbeo por su blog a la hora del desayuno y tendréis combustible emocional caliente para el resto del día... Continuamos con ella on the road !!! v.
..no es la primera vez que me topo con un texto de esta "señorita" de nombre tan antisantoral, y no es la primera vez que me sorprende gratamente ese "cierto toque de distinción" que emana de su "modus operandi", ya sea poesía o prosa (yo prefiero sin dudarlo la primera), aunque no resulta demasiado difícil percatarse de que, entre una y otra, no hay mucha diferencia.. me parece un destello de luz dentro de este demasiado largo túnel de mediocridad que nos invade y nos aplasta.
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