37 hijos de Satanás brindan a la salud de Bukowski en un libro que dejará una resaca brutal
viernes, 28 de febrero de 2020
jueves, 27 de febrero de 2020
PROMESAS por SUSANA BARRAGUÉS SAINZ
Promesa que te congela el rictus: no te dolerá.
Promesa incesante: el oleaje devolverá la botella con mensaje.
Promesa que caducó hace tiempo: no me acuerdo.
Promesa sagrada: besar de verdad.
Promesa inversa: asegurar que cumplirás con la promesa que no has cumplido.
Promesa impura: me prometiste que.
Promesa que promete lo contrario: llegarás al trono.
Promesa indescifrable: un ángel sopla por un aro que hace pompas de jabón.
Promesa que augura rebeldía: parirás con dolor.
Promesa técnica: los robots no competirán con nosotros por el agua,
el aceite ni la sal, sólo por la electricidad.
Fórmula extrema de la promesa: todo volverá a ser como antes.
Ley de la promesa: cuando más infinita es, más se ama.
Promesa piadosa ante la muerte: verás cosas muy hermosas.
Promesa que no llega a nacer: la que queda en los labios.
Promesa espontánea del corazón: te amaré siempre,
pero antes probaré de lo contrario: promesa traidora de la razón.
Exijo tu promesa: abertura para poner un clavo en la pared del futuro.
Promesa que no fue sellada ante notario: lo sentimos,
el honor perteneció a la era del dicho y hecho
cuando el papel escaseaba y las palabras no volaban con el viento.
Susana Barragués Sainz, de Poemas para mi Hermano Álvaro (Ed. El que no duerme, 2018).
Poemas para mi Hermano Álvaro es una colección de poemas con reflexiones, citas y pensamientos de la autora, utilizando como material de partida las propias experiencias y situaciones vividas en primera persona, así como las circunstancias maravillosas imaginadas o soñadas que componen una sinfonía en forma de poemario. Incluye los poemas "Epopeya fundacional con coro de boquerones" y "La estrella en el espejo" que presentan la disposición en estrofas y estribillos corales característicos de los textos musicales clásicos, en los que un coro de observadores responde a los planteamientos de la poeta declamadora con intervalos rítmicos y melódicos, como tributo a los orígenes musicales dialogados de la poesía.
miércoles, 26 de febrero de 2020
LUMINISCENCIA por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Hay estudios que demuestran
que el cuerpo humano brilla,
literalmente
brilla.
No podemos verlo,
es verdad,
porque los fotones
son débiles y tenues,
pero los emitimos
de manera espontánea y rítmica
y nuestro resplandor varía
en función del reloj biológico.
No explican los estudios
si igual que en el universo
nuestros cuerpos brillan
con una magnitud distinta
según quién, cómo y cuándo,
si la luminescencia de una parte
implica el sombreado de la otra.
Cuando soy incapaz
de percibir mi brillo
finjo venirme a cuento
e inesperadamente
me saco a relucir.
Gema Fernández Martínez
SIN COMPASIÓN ENTRAMOS EN LA NOCHE por ROBERT LOUIS STEVENSON
saliendo del banquete estrepitoso, dejando al salir
un temblor en la memoria de los hombres,
ligero, dulce, frágil como la música.
Rasgos de la cara, los tonos de la voz,
el tacto de la mano amada, todo, uno tras otro,
perecerán y desaparecerán en la tierra:
mientras, en el salón, la multitud ovaciona al nuevo intérprete.
Pero alguien, quizás, tarde un poco más en irse,
y, sonriendo, en su viejo corazón recuerde
a los que hace mucho tiempo fueron olvidados.
Y mañana, él también, se retirará al otro lado del telón.
Y así el tiempo, que será nuevo para otros, nos olvida y continúa.
Robert Louis Stevenson
martes, 25 de febrero de 2020
FAR ROCKAWAY DEL CORAZÓN por LUJO BERNER
coger el metro en la 1 45
y atravesar subterráneamente manhattan a las 8 de la mañana
cuando el circo se pone en marcha
y las caras no llegan ni a definirse
cruzar por el vientre de brooklyn
y comprobar el deterioro progresivo de los sueños circundantes
no es lo mismo huir hacia el downtown
que escapar a los confines de la tierra conocida
llegar a queens mientras la tierra se abre
y darte cuenta de cuantas pieles tiene este becerro
a pleno sol la miseria se impone a la basura
y el modo de vida americano va cobrando forma
bajarte en broad channel
para coger un shuttle casi anfibio
aquí los semblantes ya han perdido todo
y los zapatos sostienen por poco la estructura
comenzar la exploración a pie
entre infames zonas cero de tercera categoría
con la cierta tristeza de los juguetes abandonados en los jardines
y la sempiterna afabilidad incluso alegría de toda esta gente
buscar la tienda entre viviendas unifamiliares
y dejarse llevar por steve y su hospitalidad insospechada
surfers que van surfers que vienen
la línea A es el gran cordón oxidado
vestirte como una foca monje
con escarpines, guantes y un traje de niño obeso
—do not pee-pee in the wetsuit
y yo voy y me lo creo
y llegar por fin a rockaway beach
caminando de esa guisa entre banderas y coches
una playa amplia y difuminada por un sol puro y espectral
rock rock rockaway beach
olas de marte que son surfeadas por japoneses confundidos
hay tubos e izquierdas a veces derechas blanditas
hay cientos de personas borrosas
que hacen todo en el paseo de madera
no te sorprendas si te saludan con las orejas
ni te amilanes si te hablan de ese día grande y luminoso
rock rock rockaway beach
saborea el special lunch de 4 dólares
arroz, pollo y judías servidos por una frida kahlo de amianto
hay un rod stewart de pantalones cortos y mirada criogenizada
que le guiña el ojo a tu señora desde su púlpito ciudadano
dos negratas que discuten y una pareja de viejos
y su amor adolescente
rock rock rockaway beach
desde el agua en ausencia de viento
en un estado extraño entre el calor el sopor la vida que vive
y la intensidad que vibra
entre espléndidas olas de un paradójico verde ciudad
entreviéndome como padre y como un colgado
que ha surfeado new york
both wondering what it could have been
that made this ocean decide this shore*
rock rock rockaway beach
y pasan los millones de pescados del tiempo
en un solo segundo en aquella gran húmeda y breve
felicidad diapasónica
es una gran voltereta que me promete y me fija
a muchos kilómetros de allí
con todo perdido al final de las vías
espero que junto al mar también
sentado junto a una palmera de plástico
y mi memoria hecha jirones paja y papeles quemados
dándole vueltas a ferlinghetti una vez más
i still would love to find again that lost locality
where i might catch once more
a sunday subway for
some far rockaway of the heart**
*
* Gregory Corso, del poema «Coney Island»
** Lawrence Ferlinghetti,
del tercer poema de «A Far Rockaway OfThe Heart»
Lujo Berner, de Windsurf (Boria Ediciones, 2020)
lunes, 24 de febrero de 2020
ANTOLOGÍA DE POESÍA VIEJOVEN
¿Qué es un viejoven? ¿Un joven con alma añosa? ¿Un anciano modernete? ¿Alguien con una edad intermedia entre la juventud y la vejez? Aquí mucho cabe – y cada uno de nosotros podrá interpretar lo que guste – pero los diez autores y diez autoras que Ana Patricia Moya y Manuel Guerrero han seleccionado para este libro por estricto criterio de calidad en convocatoria abierta en redes sociales, son escritores nacidos entre 1956 y 1985, supervivientes, resistentes, que al margen de salir o no en la foto fija de la poesía oficial, plantean una intensa relación con su entorno y su contexto; un contexto que casi siempre se establece en el caótico tiempo presente.
Los veinte poetas incluidos en esta antología comparten con casi todos nosotros una condición general de desubicados que surge del vivir en un mundo frágil en valores en el que predominan la culpa, el miedo o la soledad. Poetas que se resisten a la domesticación por medio de una poesía en diálogo que se inscribe con todo derecho en un escenario en el que predominan los poetas (¿?) clones de las redes sociales o los y las poetas bien instalados y relacionados. Frente a ellos, estos poetas viejóvenes sin foto, sin filiación ni protectores que, curiosamente, constituyen la foto del panorama poético no oficial, ofrecen algo muy refrescante y nuevo, algo muy individual: una mirada intensa de exploración desde los márgenes del discurso poético establecido que constituye una nueva realidad. Acercárnoslos es el acierto de esta antología.
viernes, 21 de febrero de 2020
GAMMAGLOBULINA por RAMÓN GUERRERO
Hay un pequeño territorio
en el jardín durante la mañanadonde la libertad
tiende a perpetuarse.
Te haces adicto a esos momentos
de ensueño, bellos,
a veces desganados e inmortales.
Es el vacío contradictorio
de los no creyentes
donde la palabra pierde su valor
y sufrimos el terror de las imágenes
de los espejismos
que crean un manto de luz
lleno de dudas y de errores.
He perdido el tacto del mundo
la información que la piel nos regala
ajena a la prisa y a lo real.
Por ello ahora me seduce
la evidencia de lo difuso
la raíz que surge desde el sótano
de todas mis heridas.
Ramón Guerrero
jueves, 20 de febrero de 2020
DE CREPÚSCULOS Y ESTERCOLEROS por MAX BENÍTEZ
Durante años evité la poesía. Estaba de tal manera obcecado en el universo de las ficciones, de las novelas, y había atesorado y sufrido tal cantidad de historias, tal cantidad de preguntas en la memoria anímica hasta el punto de que una novela me llevaba a otra y esta a otra y en última instancia, a escribir, que consideré que no había tiempo para el placer de abandonar la tierra, el fango de la naturaleza para sobrevolar la especie humana. Porque sí, consideraba a los poetas como de otra carne, de otra especie. Incluso a los malditos, esos que son capaces de volar y sumergirse y vuelven a la tierra como si nada hubiera sucedido, aunque hayan quedados rotos por dentro. Durante años imaginé a los poetas y a los novelistas de esta manera: unos desplegando sus alas sobre la llanura de la condición humana, y los otros, arrastrándose en la mierda, en busca de lo que jamás podrán hallar.
Llegué a conocer algunos/as durante mis noches de doble Luna. Y me sorprendía de qué manera eran capaces, de repente, de coger una servilleta de papel, en aquellos bares que ya no existen, y arrancar un trozo de eternidad en un instante en el que, mientras yo procuraba no caer del taburete, ellos sublimaban la instantánea para luego dejar de levitar y hasta compadecerse de mi estado. Parte de todo esto quedaba en mí, pero yo debía regresar a casa (mi habitación de hostal) para dar forma al germen de lo que quizás engendraría una historia. Pero ahí no acababa la cosa. Si finalmente la historia prosperaba, tocaba entregarse a la tarea de arrastrarse, de meterse, de encarnar sobre el papel ese personaje, esa vivencia compartida, ese no saber por qué de todo aquello. Y hacerlo con constancia, al abrigo de la luz de las páginas que van trazando una vida que no existe más que en la cabeza del autor, probablemente durante un año y pico, sin que nadie sepa lo que sucede, totalmente solo, sin más consuelo que el de reconocerse uno mismo en la misma ficción, en la escena del taburete, en el vuelo rasante y hermoso del poeta que, desde el mismo barro, contemplamos como se contempla a alguien que consigue huir de un incendio devastador, al abrigo de las últimas luces del crepúsculo.
En unos minutos, aquella poeta había convertido la trivialidad en poesía, y pude leerlo. Todos los que estábamos allí pudimos hacerlo. Todos fuimos de alguna manera partícipe de ese haz de creación. Pudo hacerlo en su casa, cuidándose de la miradas, pero tarde o temprano lo hubiéramos leído. Todo se reduce a eso. Un vuelo efímero y precioso que todos podemos, si no apreciar, al menos ver; pero yo tuve que arrastrarme durante un año para acabar aquella primera historia. Para cuando lo hice, casi no quedaba nadie, y además corría el riesgo de que nadie quisiera leerla. Escribir un párrafo puede ser arriesgado, no hay margen de error, es cierto, pero el novelista vive y muere todas las noches, y eso que no hablo de la posibilidad de que el libro jamás llegue a la gente. Esto, en mi corta imaginación, solo puede llamarse estercolero, barrizal.
Como digo, la belleza acendrada de las palabras al crepúsculo, y la errante marcha sobre la tierra; ambos, ave y animal de la ciénaga, llegan, si han dicho la verdad, su verdad, a la misma isla, cada vez más distante, cada vez más amenazada por la marea.
Max Benítez
martes, 18 de febrero de 2020
lunes, 17 de febrero de 2020
sábado, 15 de febrero de 2020
MALA MUERTE por JOSÉ PASTOR GONZÁLEZ
sobre la gente que muere en las pensiones
de José Manuel Llorente, 73 años, en la Pensión Covadonga
esperando ansioso -como todos los domingos noche-
la llamada telefónica de su hijo
para -por fin- hablar con alguien
y contarle todas las historias felices que ha inventado durante la semana
para que su hijo no sepa y no se preocupe
por su salud su soledad su dinero su tristeza
de Antonio Muñoz, 62 años, en la Fonda Suiza
metido en la cama -como todos los días- despues de comer
viendo las películas que pasan por 13 TV y Paramount
esperando que llegue la oscuridad de la noche
y tomarse dos temazepam para que el miedo no despierte en sus sueños
de Sonia Manrique, 23 años, en el Hostal El Camal
metiéndose un chute de heroina
para darse un descanso
antes de volver a la calle y a los clientes
de Ramiro Reyes, 49 años, en el bar del Hostal España
cociéndose a fuego lento con vino de la casa
antes de volver a una habitación vacía que le devora
de Esteban Jiménez, 59 años, en la pensión La Estación
peleándose en silencio y a dentelladas
con todos sus fantasmas
abotargándose a Orfidal
para matar el dolor y la desesperanza.
alguien debería escribir
sobre el olor de miles de cigarrillos
en las sábanas en las cortinas en las alfombras en las paredes
y sobre ese olor pegajoso de los cuerpos derrotados abandonados
como de flores marchitas
como de polvo viejo
y de las comidas del menú del día de todos los días
y las cenas con las sobras de la comida de todos los días
y los desayunos sin que nadie te mire a los ojos
y de los ruidos de la muerte
de los crujidos de los somieres de las toses de los televisores encendidos
de la cisterna del agua de los lavabos de los pedos de los ronquidos
de los gruñidos y los quejíos de dolor y desesperanza
y del arrastre de sillas pies y vidas
unas vidas que caben en dos cajas de cartón y dos bolsas de plástico
y que transcurren tras unas puertas que no queremos abrir
para no enfrentarnos a escribir
sobre el zumbido del silencio de la mala muerte
José Pastor González, del blog Libros y aguardientes.
Cover by Andrés Alarcón
viernes, 14 de febrero de 2020
EXÉGESIS por MARLUS LEON
La boca exhala cristales
perdida dentrode un corazón de cristal
explica las palabras
que engendran los deseos...
Exégesis de los días
de los labios agrietados
como la sal del pensamiento
Hay un horizonte
en la palma de la mano
Un horizonte tejido
con sueños...
de los labios agrietados
como la sal del pensamiento
Hay un horizonte
en la palma de la mano
Un horizonte tejido
con sueños...
Marlus Leon
jueves, 13 de febrero de 2020
miércoles, 12 de febrero de 2020
MAYA MUKTI: Tres poemas.
VIENDO PASAR NUBES
Parece ser que me he hecho adicta
a contarle al papel las errantes ideas que vagan
como nubes en día revuelto por mi cabeza loca.
Y si no, para qué.
Para qué escucharía a este viento silbar
a ráfagas furioso
si no fuera para recordarlo.
He empezado a observar lo que vivo
muchas veces desde una moviola
que me aclara si había penalti en aquel pensamiento
o si aquel sentimiento se tiró a la piscina.
Un recuerdo dentro de un recuerdo dentro de un recuerdo,
voy tejiendo espirales etéreas
que me llevan a una oscuridad cada vez más profunda,
más lejana de la luz del día.
Algo así como mirar la vida con los ojos cerrados.
No estoy triste. Por qué.
No persigo un presente mejor que el de este momento.
Para qué serviría desear que ocurrieran las cosas de otra manera.
Bien. Está todo bien.
Hoy atrapo entre el viento jirones de nubes viajeras
y mañana quién sabe qué corcel cabalgue.
O acaso si exista.
TENDIDA AL SOL
La felicidad pertenece a los que se bastan a sí mismos.
A. Schopenhauer
*
Acabó el tiempo, el tiempo aquel,
en que yo tanto necesitaba.
No echo de menos, tendida al sol,
ser una estrella o ir de su brazo.
Ya no me ocupa ni un pensamiento
ser la más bella ni la mejor.
Regalo el tiempo que habría vendido
y me guardo el resto y lo despilfarro.
No más pasiones si han de acabar
en tragedia griega de tres al cuarto
ni amaneceres que me sorprendan
sin descansar porque fracasé.
Algo de pan, un trago de vino,
una manzana, un vaso de té,
algo de música, sentir el ritmo,
un libro abierto, un atardecer.
Y quizás tú, si encuentras la puerta
de lo sencillo y lo desprendido,
que ésa es la entrada de mi palacio.
Entra despacio, olvida tu nombre
y cierra los ojos si quieres ver.
EL MILAGRO COTIDIANO
Si supieras cuántas veces
me han abierto y me han cerrado,
me han rajado y me han zurcido,
me han quitado y añadido,
me han dormido y despertado,
no tendrías tanto miedo por tu cuerpo.
Como tal es sólo máquina.
No te apures.
Lo que debes procurar que no se pare
es el latido de tu alma
y su adhesión a ese cuerpo
-si aún ansías experiencias-
Y depende en buena parte
ese milagro,
sencillamente de ti.
Tan simple o tan complicado.
Tan mágico.
Tan tremendo.
Acabó el tiempo, el tiempo aquel,
en que yo tanto necesitaba.
No echo de menos, tendida al sol,
ser una estrella o ir de su brazo.
Ya no me ocupa ni un pensamiento
ser la más bella ni la mejor.
Regalo el tiempo que habría vendido
y me guardo el resto y lo despilfarro.
No más pasiones si han de acabar
en tragedia griega de tres al cuarto
ni amaneceres que me sorprendan
sin descansar porque fracasé.
Algo de pan, un trago de vino,
una manzana, un vaso de té,
algo de música, sentir el ritmo,
un libro abierto, un atardecer.
Y quizás tú, si encuentras la puerta
de lo sencillo y lo desprendido,
que ésa es la entrada de mi palacio.
Entra despacio, olvida tu nombre
y cierra los ojos si quieres ver.
EL MILAGRO COTIDIANO
Si supieras cuántas veces
me han abierto y me han cerrado,
me han rajado y me han zurcido,
me han quitado y añadido,
me han dormido y despertado,
no tendrías tanto miedo por tu cuerpo.
Como tal es sólo máquina.
No te apures.
Lo que debes procurar que no se pare
es el latido de tu alma
y su adhesión a ese cuerpo
-si aún ansías experiencias-
Y depende en buena parte
ese milagro,
sencillamente de ti.
Tan simple o tan complicado.
Tan mágico.
Tan tremendo.
Maya Mukti
Photo by Marlus Leon
martes, 11 de febrero de 2020
HORIZONTE: Kepa Arbizu.
Poemas concisos, repletos de imágenes que persiguen, que obsesionan. A veces con brillos, destellos, otras, oscuras sombras provocan inquietantes versos, sin embargo, en su interior, hay ecos de un calor primigenio.
En su voz caben todos los silencios conocidos, no sabe de trucos de manual, va goteando palabras que a veces son lágrimas y a veces alegría, en todo caso, agua desbordada de preguntas a las que busca respuesta.
lunes, 10 de febrero de 2020
viernes, 7 de febrero de 2020
LOIDA RUIZ RODRÍGUEZ: Tres poemas.
a coro
did you hear about my baby?
hay quienes saltan y pretenden ascender hasta el cielo
hay quienes aplacan una sed ancestral
o quien intenta, avergonzado, calmar la rabieta de una niña
porque el globo subió demasiado alto demasiado
duérmete niño
quién manda aquí
pan bao con carne mechada, por favor
pan bao ligero como las nubes
yo observo
mientras la puerta del baño esté cerrada
la voz de Jim Morrison
los gritos de los niños
flotando
es curioso
el paquete de clínex entre mis manos
*
Pero en algún instante
querrás hacerme creer en la arquitectura triste de los fractales
y me verás entonces renegar de los alfileres
de esos patrones de papel
de
las modistas francesas
me verás
embastada
como ahora
cuando el cansancio y el hastío
pronuncian el silencio de los pescaditos de plata
Pero en algún instante
querrás hacerme creer en la arquitectura triste de los fractales
y me verás entonces renegar de los alfileres
de esos patrones de papel
de
las modistas francesas
me verás
embastada
como ahora
cuando el cansancio y el hastío
pronuncian el silencio de los pescaditos de plata
correteando por el suelo
como ahora
me verás
aparentemente a la deriva
pero con la ternura absoluta del no saber
entre las manos
*
Mis manos son cauces sin agua que adoptan la forma
como ahora
me verás
aparentemente a la deriva
pero con la ternura absoluta del no saber
entre las manos
*
Mis manos son cauces sin agua que adoptan la forma
de una caracola para que ella escuche el eco cuadrúpedo
una ciudad burbuja
o la incertidumbre de los prácticos portuarios
pero yo digo basta
y si deseo separar las manos
solo tengo que soltar
a esta niña que se agarra a ellas
la miro por el ojo de la cerradura que surge entre los dedos
y observo cómo grita ovillos de lana
se asusta de la suave violencia que hay
en la luz de las bombillas
entonces vuelvo a sellar sus juntas
le doy cobijo otra vez en el hueco que forman mis palmas
las aprieto las presiono
con miedo a que se vuelva a perder
en la inocencia de un bostezo
Loida Ruiz Rodríguez
una ciudad burbuja
o la incertidumbre de los prácticos portuarios
pero yo digo basta
y si deseo separar las manos
solo tengo que soltar
a esta niña que se agarra a ellas
la miro por el ojo de la cerradura que surge entre los dedos
y observo cómo grita ovillos de lana
se asusta de la suave violencia que hay
en la luz de las bombillas
entonces vuelvo a sellar sus juntas
le doy cobijo otra vez en el hueco que forman mis palmas
las aprieto las presiono
con miedo a que se vuelva a perder
en la inocencia de un bostezo
Loida Ruiz Rodríguez
jueves, 6 de febrero de 2020
EL IMPOSTOR por JOAQUÍN PIQUERAS
“- ¿Cómo están ustedes?
-¡Bien!”
(Los payasos de la tele)
“...Y tengo preparada mi postura,/ al sentarme o de pie,/tono de voz,/
expresión de los ojos y la boca.
Todo esta preparado,/ todo a punto,/ puedo empezar pues
a escribir mi libro.”
(José María Fonollosa)
Soy poeta porque sí, porque así lo digo yo y basta.
No tengo ni idea de poesía, desconozco
su técnica, su métrica
e incluso sus verdaderas motivaciones.
Tampoco las necesito, me he rodeado
de amigos que ven en mis pedos la prosodia
suficiente para llamarme poeta,
y si no la ven se callan y otorgan,
porque yo soy poeta,
y ellos me necesitan,
y yo los necesito
para que me repitan una y otra vez lo bueno que soy,
para poder doblar mi ego sobre mí mismo
hasta el punto de rozar con mi ignorancia
los suelos del Parnaso,
y me edito libros y me hacen prólogos,
y me invento carreras universitarias y me invento premios,
y me dicen que soy la hostia aunque no me hayan leído
y no sepa yo ni leer mis propios versos o como coño se llamen,
porque la poesía soy yo,
soy poeta, por la gracia de mi yo,
esa gracia que a Cervantes no quiso darle el cielo
y que, sin embargo, a mí me tiene
encelestiado.
Joaquín Piqueras, de Selfies de un hombre invisible (Canalla Ediciones, 2020).
miércoles, 5 de febrero de 2020
SELFIES DE UN HOMBRE INVISIBLE: Joaquín Piqueras.
Las voces anónimas de seres invisibles, incapaces de reconocerse a sí mismos si no es a través del espejo que brinda la poesía, son las protagonistas del último poemario de Joaquín Piqueras. Cada poema que conforma este libro es un selfie necesario que abre una frontera entre el soñar y el ser: desde el poeta que persigue su sed de absoluto hasta el amante insatisfecho; desde las desvalidas víctimas de un sistema social atroz hasta aquellos que, bien por medio de sus silencios, bien a través de una voz irónica exterior, hacen que la visibilidad se plasme en forma de versos. Conciencia social, existencialismo, humor, polifonía formal y tonal, el uso del contrapunto del haiku, los distintos guiños intertextuales —a la literatura, a la música, al cine…—, y el fragmentarismo voluntario son algunas de las notas que definen el particular universo poético de Piqueras.
martes, 4 de febrero de 2020
PRENSA ALTERNATIVA DE LOS 80
El escritor y editor Vicente Muñoz. | MARLUS LEÓN
Vicente Muñoz inicia este martes en el Musac un amplio programa de actividades en torno a la exposición ‘Cinco itinerarios con un punto de vista’. Su intervención gira sobre la prensa contracultural de los 80
Este martes a las 19:00 horas el Musac acoge una visita con el poeta y editor Vicente Muñoz en torno a la prensa contracultural de los años ochenta y que da inicio a un variado programa de actividades en torno a la exposición ‘Cinco itinerarios con un punto de vista. Colección Musac’. Cursos, talleres, performances, danza, actividades con artistas, visitas guiadas y programación infantil y familiar permitirán a todo tipo de públicos descubrir desde múltiples puntos de vista las obras que componen la mayor colección pública de arte contemporáneo de la comunidad.
Tribus urbanas, fanzines incendiarios, poesía libertaria, literatura subterránea, bandas de rock, cine independiente, cómic underground... Eso fueron, para una buena parte de la juventud española, los años 80. Y de todo ello dejó un testimonio impagable la prensa contracultural del momento, ya fuera en elegantes y cuidadas ediciones de autor o, lo más habitual, en modestos pliegos de grapa y papel.
La presente visita guiada propone un recorrido histórico por la prensa alternativa de aquella década prodigiosa, analizando su filosofía, ética y estética, con el soporte de muchas de las publicaciones más influyentes de aquel tiempo: ‘El canto de la tripulación’, ‘La Luna de Madrid’, ‘Muskaria’, ‘Apartado 14.479’, ‘Ekintza Zuzena’, ‘Madrid me mata’, ‘Tintimán’, etc, etc, que pasan a formar parte de los fondos del Centro de Documentación del Musac.
lunes, 3 de febrero de 2020
KAIRÓS: Alicia Párraga.
UN DOMINGO CUALQUIERA
Prestar oídos al desnudo caminar
que tintinea en la casa vecina.
Exagerar un bostezo para oír
la voz que proviene de tu nicho.
Desangrarte en la penumbra de estas letras
sin que nadie suture tu soledad.
VESTIDOR PARA UN DÍA GRIS
Angustia ceñida al cuerpo,
serenidad anudada a mis pies.
Ojos que,
despojados del escudo
con el que batallan la claridad,
parecen orbitar
alrededor de mi cabeza
en busca de cualquier neón
a punto de desplomarse
que indique la salida.
Sí, me inquietan esos días de espesa bruma,
desnudos de sol y nubes.
Me turban porque ponen del revés
la fachada que enluce el aire,
dejando al descubierto mi ser.
DESPEDIDAS
A Noelia Espín y Anabel González
Odio las despedidas.
Creo que es lo único que en realidad odio…
y temo.
Cuando se acerca un adiós
el cuerpo comienza a pesar mucho
recordándote que
tras la mejor noche de borrachera
golpea la mañana con una resaca infernal.
El eco de antiguas carcajadas a pleno pulmón
retumba todavía en mi paladar,
dejando un presente de hiel y cenizas.
Si noto que el cauce de mis ojos
va a desbordarse de manera inmediata,
en mi cabeza empieza a repetirse
como una especie de mantra aquello de:
«soy siete veces más fuerte que tú…»
Sin embargo, ese infantil conjuro
no sirve para detener la riada
que ya ahoga mi rostro.
Sí, odio con toda mi alma las despedidas.
La incertidumbre de cómo y cuándo
me devolverá el tiempo a la persona que,
con su adiós,
se lleva una pieza del puzzle,
—cada vez más incompleto—
que soy.
Alicia Párraga, de Kairós (Boria Ediciones, 2020).
…el tiempo sucede, el tiempo siempre sucede. Lo vemos pasar mientras esperamos ese algo que el alma anhela desde su creación en la noche de los tiempos, ese algo que llevamos incrustado dentro, en lo más profundo. El tiempo pasa, el tiempo siempre pasa. Absortos asistimos a su historia mientras recordamos los momentos que hicieron confluir las estrellas.
Porque es eso el tiempo: espera y recuerdo. Lo que hay justo entre ellos es el instante, ese instante fugaz, y para siempre irrepetible, en el que querríamos instalarnos a vivir para toda la eternidad, o donde no querríamos haber estado nunca.
Los dioses, los mitos y las ninfas de una Grecia antigua han tomado tierra en estas páginas, Alicia los invoca para nosotros y hace que se acerquen para que podamos verlos de cerca. Están en el mar y en el aire y sufren el tiempo. Son como nosotros, insertados todos en el juego de Kronos, tienen el rostro de una madre y de un padre, tienen manos de abuelas que cosen, y respiran junto a nosotros al otro lado de la cama por las noches.
María Marín