Por entonces,
sin un duro en el bolsillo,
lo tenía todo,
dormir una hora
era una conquista,
y no existía
la soledad.
Por entonces,
sembraba de truenos los oídos,
los saltos entre las luces
llegaban hasta Plutón,
y las miradas hablaban
sin esconder
ninguno
de los pensamientos.
Por entonces
el día no existía,
todo era un torrente de acciones,
un surco interminable,
probarlo todo
romper fronteras
y disfrutar.
Por entonces,
la noche no tenía secretos,
lo desconocido
se mostraba amigable,
nunca sabía qué
o quién
o dónde
y no me preguntaba
para no tener
que pensar.
Por entonces
no conocía el miedo,
no conocía el miedo,
no buscaba refugio.
Por entonces,
todavía,
no necesitaba volver
mi mirada hacia atrás.
Bacø,2007
http://bacovicious.blogspot.com/
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