miércoles, 18 de junio de 2008

DICIEMBRE EN LLAMAS. Salvador J. Tamayo



Esa mañana olvidé afeitarme,

Había pasado toda la noche masturbándome delante del ordenador.

La tele intentaba en vano crear una especie de catarsis cósmica

que ni tan siquiera llegaba a parecerse al sueño erótico de Enrique Costus.

La cultura pop había sobrepasado los bordes de una lata de tomate, salía por todas partes, eyaculaba discordia, lloraba miseria, derramaba vergüenza,

las palabras explotaban rabiosas como caracoles yonkis que reventaban en el cielo junto a las estrellas.

Encendía los cigarrillos como debe hacerse, con la colilla de otro.

Lo nuestro duró once cajetillas de ducados, fumo poco y tuviste suerte.

Cuando empezamos, de antemano supimos que no teníamos tiempo,

No importaba.

La pulpa de estrella sabía mejor con vodka,

Esa noche Orión estaba más guapa que nunca,

tenías razón,

No se está tan mal aquí abajo.

Cuando en la luna amanecía aún era de noche entre tus piernas,

No se está tan mal.

Siempre supe que el whisky que solía beber tenía más años que tú,

que pasear por Berlín hacía que me doliese la cabeza,

que no estaba hecho para beber madera de gusano,

ni comer ostras,

siempre supe que podría sobrevivir alimentándome de galletas derretidas sobre tus pechos.

Los monos que no dejaban de teclear en mi cabeza habían terminado una

página nueva: Espabílate idiota, espabílate idiota.

Volvíamos de la tumba de Bob Dylan,

no estaba tan fría como nos habían contado.

Tal vez nos mintieron, tal vez ni siquiera era el lugar.

Si no huíamos rápido de allí nos convertiríamos en parte del camino,

en parte del problema.

Esa mañana olvidé afeitarme,

aunque

cada vez tenía más ganas de pegarle un tiro a Hemingway

me lavé los dientes y terminé el tazón de cereales mientras en la tele

un electroduende soñaba que era Dios, bajo el brillo de la bola de cristal.

No ha pasado tanto tiempo amigo mío.

No ha pasado tanto tiempo.


Salvador J. Tamayo

http://metafisicaparatontos.blogspot.com

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