¿Pound? Parte de Pound estaba bien, claro, pero también había mucho de circo y charlatanería, del maestro maestro repartiendo zarandajas y adaptándose para encajar los reveses, del efecto de hacer algo, dando la impresión de caminar erguido mientras está tumbado. No llevo patillas, me lavo los dientes, pero no obedezco órdenes chinas, obedezco mis propias órdenes y detesto a los polis porque la mayoría son jóvenes y van vestidos de negro, llevan porra y pistola y menean su culito engreído y no entiendo a Beethoven ni Mahler ni Chopin ni a ninguno de los músicos o escritores rusos. Hay mucho de cierto en eso que dices de que me limito meramente a enumerar la vida y hay mucho de cierto en lo de que no estoy contando gran cosa y estoy contando demasiado en el sentido subjetivo, que hay cierta basura, pero sencillamente sobre la base de los clásicos y la certeza de que no voy bien, no puedo liberarme. La obra en sí debe encontrar su propia conclusión a partir de mí mismo y únicamente conmigo mismo como base, liberarse de lo que ha ocurrido o de lo que otros han hecho. Cumpliré los cuarenta en agosto y, quizás, aún sigo viviendo como un crío escribiendo como tal pero eso debe continuar mientras sea lo que me resulta más natural.
Los críticos tienden a sobrestimar o infravalorar una obra ahondando en el subsuelo, atisbando la trama en la dirección forzada que quieren dar a su propio relato. Si Dios se pusiera a mear unos lo verían como una bendición dorada y otros cogerían sus cerbatanas y se enmarañarían en sus reniegos.
Me ha encantado toparme con este blog. Buscaba el último libro, que sé no es el último, porque Bukowski nunca contará con un "último".
ResponderEliminarY he arribado hasta aquí. Sé que el viejo Hank era mi predicador, y su obra, mi catecismo, mientras sus mujeres hacían las veces de canguros de mi alma.
Era otra época. Lo sé. Otra época en la que necesitaba resucitar a golpe de capítulo. Sólo Bukowski, Fante, Miller, Kerouac y un puñado de otros, me mantuvieron vivo, escrito.
Pero a día de hoy, y hora de ahora, sigo siendo un adicto de la generación bukoskiana. Crecidito, sí... pero la verdad sobre la que el cartero universal letrado (y no hablo de el de Neruda) escribía hace que siga necesitándolo. Porque transito por su senda, siendo un aprendiz de perdedor.
Me ha gustado lo leído. Lo encontrado, primero. Voy a por esa novela para escupir esta noche próxima un par de sueños de letras, café y cerveza.
Muchas gracias y, desde mi blog, te sigo.
Felicidadaes.
un placer tenerte por aquí, Mario.
ResponderEliminarsalud from hell
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