De verdad os digo
que fui a la negociación
dispuesto
a entregarlo todo
en aras del pleno empleo.
Y allí estaba él,
con su corbata de aldeas infantiles
y su sonrisa fluorada
de empastes estéticos
Y allí estaba yo,
con mi boca desdentada
dispuesta a comerse todas las pollas
del mundo.
Nos dimos las manos
y en nuestra igualdad
uno parecía más igual que el otro.
El día era soleado
-como en Biafra-
y en mi alegría por la reforma
puse en oferta mi cuerpo
digna de las rebajas de los almacenes
superdescuento
Y tras un silencio me miraron
sobre su hombro impoluto de caspa
y hablaron
modulando como aprendieron en los
mejores colegios
Es que
nunca seremos tan competitivos
como los niños de Malasia
Claro,
y yo perdí mis brazos y piernas
por el maquillaje de la señorita Pepis,
y después los ojos
y las orejas
y bebí del caliz del fin de la historia
emborrachándome
antes de que mi boca callara.
Sólo quedó mi nariz
y además
estaba constipada
Entonces sucedió lo inevitable
Él sacó su pañuelo de marca
y entre flashes
me practicó una delicada extracción
de mucosas nasales.
¡Ay!
Ya puedo oler el aroma tierno a mierda
de los titulares del telediario
y cómo se congratulaban los medios
ante la nueva era de estabilidad
que nos esperaba
Se olvidaron decir,
que yo debía lavar el pañuelo.
Después de la negociación aumentó
la prostitución
y el número de ahorcados suicidas
cuyo semen inútil
estaba contaminado por los pesticidas
del desarrollo.
Y el empleo según el INEM
se había normalizado
con ligeras subidas en períodos estivales.
¡Que maravillosos
los parques temáticos de todo a cien!
¡Y cómo se acumulan las figuritas kitch
sobre la televisión!
¡Qué esplendor
el de los contenedores de basura!
¡Y qué legión de hombres fregona
lavan los güevos disciplinadamente
a tantos hombres de bien!
¡Oh!
Si alguna vez os llamé parásitos
embrutecidos y acomodados entre las plusvalías
me retracto
ante la senda del libre cambio
y la coyuntura más favorable en bolsa.
Mientras, afilo los dientes
y sazono a mis niños
antes de recalentarlos en el microondas.
Enciendo la televisión
Y comprendo balompédicamente
que soy el culpable
de las crisis cíclicas.
Pago por respirar y por un poco de sol,
y antes de inmolarme
doy gracias a la propiedad.
Muero crucificado sobre un Mercedes
y mártir de las llaves del coche
expiro
entonando moribundo
los cantos pop y ruego
que el capital
se perpetúe
y se multiplique a sí mismo
Silencio,
ya no hay mundos en tecnicolor
ni sanatorios mentales
ni centros de formación
sólo el incesante latir de la Minipimer.
Última voluntad:
Si acaso la fortuna llegara tras mi muerte
quisiera, si no es mucho pedir
que mis cenizas
orbitaran alrededor de la tierra
en el interior
de una bolsa del corte inglés.
La negociación es el primer librito económico de poesía social escrito por Pérez Pérez (también conocido como Elvis Pérez, El Cosmonauta eléctrico o Terrible hechizero anarquista) un ensobrador de propaganda electoral contratado por la ETT de turno. Actualmente se encuentra en paradero desconocido tras enviar por fax este enigmático mensaje: "Pese a quien pese continuaré con mi original obra."
bien,bien
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