Éramos viejos,
ni tan siquiera sé si éramos nosotros,
eran un par de viejos
amándose de una forma integral.
Llevaban, o llevábamos,
muy poca ropa,
unas túnicas leves que estaban remangadas,
fragilísimos cuerpos al desnudo
buscando acoplamiento.
Sentí que me llenabas
y era yo entonces
y era una vieja delgadita
furiosamente enamorada
que hacía el amor como si fuera libre.
En el extravagante encuentro,
en el sexo absoluto y primitivo,
los viejos restallaban en dos árboles vivos,
dos largos cuerpos nudosos y viriles
anegados de savia.
Éramos viejos a cada envite,
dos troncos jóvenes para tomar resuello,
nos amábamos en medio de la gente
con una excitación violenta,
con un amor esclarecido,
como si al terminar de penetrarnos
no nos quedase otra que la muerte.
Poema perteneciente a El círculo de Newton. Ed. Baile del sol, 2007.
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