Aquiles Bayón llevaba diez años al frente de la librería que heredó de su padre. Diez años de rutina infalible, de íntimo desencanto. Los mismos años que ha dedicado a leer parte del catálogo en busca de respuestas, de estímulos que lo invitaran a abrazar el oficio, huir de la desidia que dominaba su vida. Hoy acabó el último de la lista que se había impuesto. Hoy, los silencios de su padre y el recuerdo de las tribulaciones de su abuelo en la guerra, le impiden abrir el cerrojo, levantar la persiana metálica de la vieja librería, y lo empujan a iniciar un viaje que acaso no tendrá retorno.
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