37 hijos de Satanás brindan a la salud de Bukowski en un libro que dejará una resaca brutal
domingo, 27 de febrero de 2022
sábado, 26 de febrero de 2022
78 rpm FAKE por JOSÉ G. CORDONIÉ
Sueño la guerra y el vértigo del corazón en imágenes que pierden nitidez nada más ser proyectadas en mi letargo.
[Todo parece programado, medido como en una antigua emisión televisiva].
Sueño borroso, posiblemente sea fatiga visual de mi instinto en el sueño, y trato de enfocar el proyector de mi mente, que busca esquivar de nuevo la imagen.
Sueño difuso en el que vuelvo a Hiroshima tras Little boy, a arañar la tierra quemada con mis cinco sentidos unos instantes después de la detonación.
[La bomba es una seta de polvo y fuego en blanco y negro]
[La bomba es una cabeza de ajo amarrada a la tierra por un tallo de humo negro].
Sé que de alguna manera estuve allí: siento la piel de gallina al recordar el olor, vuelvo a sentir la náusea de la niebla de humo y de sangre, las columnas rojas elevándose al cielo en espiral, como en un sacrificio antiguo.
[Lo sueño en blanco y negro buscando una salida al despertar].
[No hay música alguna en este sueño. Sólo el monótono caer de partículas de material vitrioso en forma de lluvia].
Vuelvo a Hiroshima tras Little boy cientos de veces, lejos de allí, siempre regreso al mismo punto cero donde cayó la bomba, retorno en cada bombardeo, en cada ataque terrorista, en cada crisis humanitaria, en cada asesinato, en cada instante en que la maldad da la cara, yo regreso al estruendo de Little boy, al trazado del vuelo del Enola Gay el 6 de agosto de 1945, a la trayectoria del bombardero, a la siniestra seta de humo sobre el mapa, al hongo nuclear maldito que en mi cabeza solo existe en blanco y negro a pesar de ser rojo del fuego y de la sangre, de la cólera y de la indignación, al negro de la lluvia y la tiniebla, al negro envenenamiento por la radiación, señales de humo …
En la tablilla del vuelo sólo una breve observación: Buen tiempo.
José G. Cordonié,
de 78 rpm (Fake)
(Versátiles Editorial, 2021)
viernes, 25 de febrero de 2022
LA FUERZA SUPERIOR por RAFAEL SANZ SIERRA
Me estrello
contra el foco de la revolución
y los dos mil cristales que zumban
serán el manicomio de Manolo Millares.
Disfrazo la fatalidad
de una providencia psycho-killer
y la máscara del fracaso
es una fotocopia
de la Matanza de Texas.
de una providencia psycho-killer
y la máscara del fracaso
es una fotocopia
de la Matanza de Texas.
Mis adhesiones son síntomas
de lo que el punk
dejó en la cuneta.
Edificios en implosión
con los mejores grafiteros del mundo.
de lo que el punk
dejó en la cuneta.
Edificios en implosión
con los mejores grafiteros del mundo.
Asume las palizas
como un regalo de Tyson
y Banski te recordará
a algo
o a alguien
en combustión.
como un regalo de Tyson
y Banski te recordará
a algo
o a alguien
en combustión.
Rafael Sanz Sierra
miércoles, 23 de febrero de 2022
LOS CUADERNOS NEGROS: Carlos Salcedo Odklas.
Alex se puso en pie y agarró fuertemente su cabeza. Se le estaba yendo de las manos, podía notarlo. Se acercó a la ventana y miró al exterior sopesando el estado de la jungla. Vio una pareja a lo lejos paseando cogidos de la mano en mitad de la calle desierta. Se encendió un cigarro y continuó mirándolos hasta que desaparecieron tras una esquina.
Ah, el amor... Qué rápido llega, qué fuertemente golpea, cómo se agarra y te destroza... Y cómo se larga... Siempre era la misma historia, le había pasado a él y le había pasado a otros: conocías a alguien con la guardia un poco baja. Te soltabas todo ese rollo de que vas a ir despacio, con calma, que no quieres agobios ni dramas. Y te lo crees. Pero sin darte cuenta vas dejando las cosas de lado embelesado por el cariño que recibes. Se forma la complicidad, los mensajes son cada vez más habituales. Empiezas a hablar de que has conocido a alguien. Esa persona cada vez está más presente en tus conversaciones, en tus planes, en tu mente. El sexo cada vez es mejor, los momentos son mágicos, la otra persona cada día es más interesante, más fascinante. Ya es una prioridad absoluta. Vas dejando todo lo demás de lado. Salir con los amigos ya no es tan divertido. Para no acabar totalmente alejado de la gente intentas meter a esa persona en tu círculo. La presentas en sociedad. Ahora resulta que sois una pareja. Míralos, por ahí van... Es el comienzo del fin.
Por supuesto eso no se piensa al principio, el principio siempre es lo mejor. No te lo terminas de creer. Estás cegado y contento. No hace falta hacer gran cosa, basta con estar. La pasión está en su punto álgido. Esa primera fase suele durar un año, año y medio a lo sumo, dos en casos extremos. Luego la rutina va haciendo todo menos colorido. Las locuras y manías de cada uno, que tímidamente se han hecho visibles en ese tiempo, pasan a ser mucho más presentes y molestas. Esta fase ha de alimentarse con nuevas vías de exploración, con proyectos en común. De no ser así la siguiente fase llega mucho antes y no obstante, aun con esas, no tarda demasiado en llegar: es el tedio. Época de discusiones constantes e irreconciliables, muchas de ellas por auténticas nimiedades. Época de mentiras, de infidelidades, de frustración. Todo eso termina desembocando en la ruptura o en la agonía. Por supuesto dependiendo del tipo de personalidad de los implicados cambian los matices, pero este bien podría ser un esquema básico de la historia. El tipo de sociedad individualista y libre de cargas morales y religiosas hacia la que se encamina el primer mundo ha acelerado y hecho más patentes todas estas premisas. Si bien en épocas pretéritas la gestación de una familia y la mayor sumisión de la mujer podían hacer que se alargase el estado de pareja hasta el infinito eso cada vez va siendo menos habitual. La gente ya no está por la labor, los vaivenes económicos e inestabilidad tampoco lo hacen sencillo, pero principalmente es un cambio de mentalidad. La institución del matrimonio ya está completamente rota, e incluso quienes se apoyan y creen en ella saben que es algo que se puede anular en cualquier momento. Hace unos siglos romper el matrimonio podría ser visto como un billete de ida ni más ni menos que al infierno, ahora la preocupación y consecuencia de ello es un peregrinaje burocrático, una lucha por custodias y bienes, que no deja de ser también un tipo de infierno, pero menos aterrador que ser arponeado por demonios durante toda la eternidad. Como vimos en la teoría de los erizos la gente no está programada para aguantarse durante mucho tiempo. Habrá algún extraño caso en que todo esto no se cumpla pero eso, al igual que la gente poseedora de tres pezones, es la excepción, no la regla. Por tanto el concepto de pareja, y especialmente el espejismo de pareja eterna, es algo que debe revisarse para evitar el sufrimiento innecesario.
Por supuesto la gente, en su congoja y tribulación, no está dispuesta a dejar de soñar. Acaban tropezando en las mismas piedras una y otra vez, incluso sabiendo el desenlace de antemano. Pero claro, hay que admitir que el grado de cariño y complicidad que se genera en una pareja, sobre todo en las primeras fases de la relación, es una droga demasiado potente como para pasarla por alto. Resumiendo: el amor es una mierda. Pero tiene sus cosillas...
Carlos Salcedo Odklas,
de Los Cuadernos Negros
(Metaphor Records, 2021)
martes, 22 de febrero de 2022
CÓMO ESCRIBÍ ESTE POEMA por JAVIER VAYÁ ALBERT
Este poema está escrito
en el idioma secreto
de los objetos solos nocturnos
y en el de las confidencias antiguas
de los edificios contiguos y sabios.
Este poema lo forma la semántica de huesecillos
de paloma idiota
que alguna vez
creyó en la paz
mientras ríos de sangre
formaban versos
sobre la nieve indolente
de Stalingrado.
Este poema está escrito
con las iniciales
propias del pánico
con las que las madres bordaban
sus pañuelos blancos agitados
en un adiós suicidado contra el aire viciado
de una estación de tren
cuyas vías
al cruzarse componían
un poemario inescrutable
y privado.
Este poema traduce
la gramática dramática
de los autobuses
que ensayan sus bostezos abisales
frente a los escaparates de los centros comerciales
y que estiran las esquinas de los polígonos
hacia un infinito incalculable y roto.
Este poema interpreta
aullido exegeta de tumor y carretera,
El estrépito sordomudo y maniatado
de un mundo manicomio de amoniaco.
El lenguaje codificado
de las antenas
que apenas esquivan
los pájaros que vuelan
hacia tampoco
y hacia siempre
a través de un juego de pólvora fluorescente
la víspera de cualquier septiembre.
Javier Vayá Albert
BAJO EL VOLCÁN EN LA SALA DE ESPERA por ALBERTO MASA
El libro que mejor recuerdo haber leído en la sala de espera de la consulta del médico del pueblo es Bajo el volcán, de Lowry. No me es muy agradable tener que ir, aunque don Augusto hace lo que puede. Recuerdo que, en lo que esperaba a que dijeran mi nombre, en Cuernavaca todo iba de mal en peor. Daba pena, porque el tipo fracasaba con la mejor de las intenciones. Él quería, como yo, que todo fuera bien. Eso me parece recordar. Sé que hicieron peli con Albert Finney, que es un actor que me encanta, pero estoy casi seguro de que estuve a punto de verla y finalmente no lo hice. Si en la sala de espera del médico hubiese una barra me pasaría allí sentado mañanas, tardes y noches. Ojalá no cerraran nunca. Sería algo idóneo y gratificante para mi salud. Hoy he visto que todas mis cajas de antidepresivos llevaban dos años y medio caducadas y he ido a ver a don Augusto. El último libro que llevé a la sala de espera también era de Lowry, aquel no me enganchó. Creo recordar que se llamaba Rumbo al mar del norte. Estoy casi seguro que ese era su título. Podría haberlo acabado, pero no lo hice. Intento no ir al médico a no ser que no haya otra. Finalmente no he llevado libro. La verdad que no me ha tocado esperar mucho. He tenido suerte. Apenas veinte minutos. Quizá no ha llegado a los veinte minutos. Una vez que entro, don Augusto me repite lo de siempre que voy a la consulta. Don Augusto me ha dicho: Hace tiempo que no te veía, amigo Masa. Yo le he explicado que me subí el Escitalopram y ya no tengo. Que todo va bien. Que no salgo, ni bebo, ni nada, hasta incluso he sustituido el fumeque por el vapeo. Don Augusto me dice que él lo está pasando muy mal, que está haciendo lo posible para ver a su hija. Que el mundo es así y que hay que tirar para adelante. Yo le entiendo, le doy ánimos. Hoy no ha llorado. Don Augusto es un hombre fuerte. Siempre me entran ganas, bueno, no siempre, pero hay bastantes veces en que sí, de darle un abrazo. Don Augusto firma mi receta. Dice que él también tiene que tomar a veces. Me pregunta si ya no pienso en el suicidio. Nunca me ha entendido. Yo le digo que es sólo para encontrar motivos que me hagan dormir a gusto. También le digo que, tras tomar mis buenas dietas de Zolpidem, olvido qué hago y a la hora en que duermo, aunque lo intento, siempre miro el reloj cuando me acuesto, pero ni modo. La consulta ha durado unos siete minutos, quizá ocho. No, hoy no he llevado ningún libro. Ya he pasado por la farmacia. Ya la vida me permite estar en casa. Con las prisas, al final, salí sin duchar, pero no pasa nada. Ducharme es algo que hice hace cuatro días. No es tan grave. Seguramente don Augusto llevaba más tiempo sin ducharse que yo.
Alberto Masa
lunes, 21 de febrero de 2022
NAIF por MAYA MUKTI
Cuando con seis años quise ser misionera
negándome a ser monja, ya empecé a equivocarme.
Me sentía en la cima de la rebeldía
pensando que contravenía a sor Caridad.
Y así ha sido siempre.
Si una noche tomaba algo más que agua fresca,
me creía al día siguiente viciosa y disipada
y si algún pensamiento carnal me turbaba,
me sentía libertina, infiel y procaz.
Soy así. Me las cuelan todas y no me paso ni una.
No sé de qué mundo procedo ni a cuál creo que voy.
Lo que es cierto es que no cuadro en éste.
Soy como ese personaje que se sienta a la barra
a hablar con la chica que lo ha enamorado
y balbucea turbado porque ésa es la cosa
más atrevida y loca que ha hecho jamás.
Entretanto, tímida y cohibida
pero no ignorante del todo de mí,
deambulo con un aire fingido de frío desapego
y superioridad,
que esconda si puede el terror que me invade
cuando cada mañana aparezco de nuevo
en el gran escenario y empiezo a actuar.
Maya Mukti
sábado, 19 de febrero de 2022
MUERTE A CRÉDITO (Merci, Louis Ferdinand) por RAFAEL LÓPEZ VILAS
La primera lección
que me dio a entender la vida
fue aprender a fintar los mamporros
que Sugar Ray y Jake LaMotta
se repartían cada día
Lo soporté
aprendiendo a perderme entre renglones
y soñando
con ponerme en la gabardina
de Humphery Bogart
algún día
Estudiando la ecuación del aburrimiento
y bebiendo cerveza
Amando
y sufriendo
por haber amado
Entretanto
seguí leyendo
Bebiendo y leyendo
Amando y vomitando
para volver a vomitar
y a empezar
a follar
A follar
y follar
Follar y beber
Follar, beber y reír
A pintar
y empalmarme
pintando
A ponerme duro
al pintar la miseria
tatuada a fuego
en el rostro de cualquiera
Al pintar el cielo y el SMOG
y las rodillas en celo
de una camarera
Luego
el almacén
El almacén y las cajas
El almacén, las cajas y también
la noche
La noche y luego el día
con las cajas y los tipos chungos
que movían cajas
y los que te pagaban
una limosna
por mover las cajas
Cajas y más cajas
Cajas a las doce y media
Cajas a las quince cuarenta
Cajas
a las cinco menos cuarto
Todo cajas
Todo cajas y ruido y ruido
De día y de noche
Ruido en mi cabeza
Cuadrigas de ruido compitiendo
en el circo de mis venas
En las hendiduras renegridas
de mis uñas
y en el secano baldío
que vació mis pinceles
de sonrisas
Ruido y poemas
Poemas y tranquilizantes y vértigo y horror
Papel higiénico y noches
de sufrimiento interminable
arañando las paredes
De suelos y camas vacías
De ojos fríos
y cervezas calientes
De rimas encendidas
ardiendo en estampida
y de dolor
Joder, cuánto dolor
Dolor
hasta que me topé contigo
y sentí
ganas de abrazarme a la sonrisa
que afilas en tu guadaña
y de meter mi lengua
en tu garganta
Tan débil
y desnudo
Deambulando entre los escombros de mis ruinas
Y cuando me miraste
y me dijiste
susto
o muerte, baby
yo te miré y sonreí
como sólo se sonríe
cuando el croupier
te regala esa carta
que esperas
cuando el agua ahoga tu pescuezo
o cuando encuentras
algunas monedas
en el crudo infierno
de tus bolsillos
y sabes
que la desesperación
es un borrón en un cuaderno mojado
donde se hundieron tus recuerdos
y que todavía te queda
algo de calderilla
para seguir jugando
el resto
de tu partida
hasta que me topé contigo
y sentí
ganas de abrazarme a la sonrisa
que afilas en tu guadaña
y de meter mi lengua
en tu garganta
Tan débil
y desnudo
Deambulando entre los escombros de mis ruinas
Y cuando me miraste
y me dijiste
susto
o muerte, baby
yo te miré y sonreí
como sólo se sonríe
cuando el croupier
te regala esa carta
que esperas
cuando el agua ahoga tu pescuezo
o cuando encuentras
algunas monedas
en el crudo infierno
de tus bolsillos
y sabes
que la desesperación
es un borrón en un cuaderno mojado
donde se hundieron tus recuerdos
y que todavía te queda
algo de calderilla
para seguir jugando
el resto
de tu partida
Rafael López Vilas
viernes, 18 de febrero de 2022
jueves, 17 de febrero de 2022
DIARIO DE COREA: Pablo Cerezal.
Gaya-myeon, 16 de julio
No hay biblioteca más fascinante que tu cuerpo, Corea, en cuyo interior se despliegan ya todas las páginas que contienen mi historia, la beoda e inacabable verborrea en que mi vida se ha deshilachado solo para coser en tu interior los lomos de libros que nunca nadie más que tú podrá leer. Porque esto que llevo escrito hasta ahora, por supuesto, no es un libro. Tampoco lo pretende. Esto que llevo escrito y lo que pueda quedar por delante es solo un instante en que pretendo cristalizar tu savia como los entomólogos desearían cristalizar en ámbar la molecular fantasía del más fascinante insecto solo para su propio deleite.
Mis mejores páginas, Corea, ya habitan los estantes frágiles de tu anatomía. Lo demás solo es literatura. Mi historia, Corea, ya es sierpe que te repta las moléculas con maneras de espiral ADN. Eso, al menos, quisiera. Porque seguro que la realidad es más banal y mi historia recorre mareas jugando su parchís de años perdidos entre peces que no saben contar y sirenas ciegas, cada vez que te sientas en el retrete para expulsar de ti lo único que te sobra: yo, o sea.
No obstante, Corea, eres mi biblioteca preferida.
Luego está esa otra que hoy hemos merodeado, la del Templo Haeinsa, la Tripitaka coreana, un paraíso borgiano que Borges, creo, no llegó a conocer.
¿Te das cuenta, Corea, de que Borges soñaba con un paraíso que es demasiado terrenal? Me miras contrariada y me dices que Borges, a ti, no te dice nada. Ni a mí ya, amor, ni a mí mientras te miro pensando qué sería de mí si la vista se me nublase al exterior, como la del genio argentino, si mis párpados no fuesen el obturador con que intento apresar tus gestos menos dóciles.
Borges soñaba el paraíso como una especie de biblioteca, y estoy seguro de que la del Templo Haeinsa hubiese saciado sus expectativas. Más de 80.000 tablas de madera con toda la epopeya de la filosofía budista tallada en ellas, recoletamente recolectadas bajo una arquitectura de techos a dos aguas que los preservan de la nieve, la lluvia y el silbar alucinado de los cipreses, protegidas también por un cercado de madera que impide acceder a su interior a curiosos como yo pero permite que toda esa sabiduría tallada en árbol mantenga el oxígeno necesario para seguir respirando ideogramas como pétalos de sabiduría. Al fin una muestra de fervor religioso hecha de belleza absoluta.
A mí me gustaría extraer una de esas tablillas y acariciarla, como me gustaría extraerte una costilla solo para acariciarla y soñarme recién nacido de ella, ya que nos ponemos religiosos. Pero extraer una tablilla de la Tripitaka sería como cortar de un tajo a un árbol el más gordiano de sus nudos. Y extraerte a ti una costilla sería como seccionar el nudo gordiano de la felicidad entre tus brazos. Prefiero, Corea, acariciártelas desde fuera, con lisonja de rubor matinal, jugar a desanudar esos lazos bajo los que ocultas el más feroz de los regalos: la biblioteca púrpura y hermética de tu anatomía que no, no tiene nada que ver con mis párrafos.
Pablo Cerezal,
de Diario de Corea
(Versátiles, 2021)
martes, 15 de febrero de 2022
78 rpm FAKE: Prólogo.
Sobre esa premisa, la subjetividad de la realidad y el tiempo, la relatividad y aleatoriedad de todo lo vivido, y la irrealidad de lo percibido y lo soñado, construye José G. Cordonié, a ritmo del mejor blues del Misisipi, esta envolvente novela de autoficción, llena de sortilegios y cruces de caminos, lírica, metafísica y existencial.
“Nada es verdad, todo es posible”, titula el autor uno de los capítulos del libro, bien avanzada ya la trama, y a mí me parece una síntesis perfecta de su intención y contenido, una especie de “Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos” (el célebre ensayo de Emmanuel Carrère sobre Philip K. Dick), lanzado en una botella al mar.
Porque si un escritor gravita sobre toda la obra de José G. Cordonié (no solo en esta novela sino también en las estupendas 26 [Veintiséis], El amor es un revólver cargado por el diablo y Vang!), es Philip K. Dick, su deconstrucción de la realidad y dimensiones alternativas, que tan bien describe en Ubik y condensa esa frase en concreto: “Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos”.
Conociéndole como le conozco (a él y a su obra e influencias), me juego la cabeza a que tuvo esa novela más que presente al escribir este libro (en el fondo y por encima de todo, como comprobaréis, un canto a la vida y una emotiva historia de amor), después de un ataque al corazón y una larga convalecencia en el hospital.
Una vuelta a la luz desde las tinieblas, una bola extra, una propina, una segunda oportunidad, y la certeza de que nada realmente es real, todo es relativo, ilusorio, subjetivo, engañoso, ficción, manipulación, especulación, un fake, pero al mismo tiempo de estar vivo, en esta u otra realidad o ficción paralela, pero vivo, y decidir escribirlo y contarlo.
Con una prosa rítmica y fluida, sincopada y llena de recovecos y flashbacks, regresiones y divagaciones, salpicada de profundos y bellísimos haikus, y heredera de la mejor novela negra y pulp norteamericana, José G. Cordonié nos lleva de la mano al fin de la noche, esa encrucijada donde convergen todos los caminos y se decide si vender o no el alma al diablo.
Si es que existe el alma y existe el diablo, claro.
Y si es que realmente hay camino:
Hagan sus apuestas.
Vicente Muñoz Álvarez,
prólogo a 78 rpm (Fake), de José G. Cordonié
(Versátiles Editorial, 2021)
sábado, 12 de febrero de 2022
viernes, 11 de febrero de 2022
HAIKUS DEL POZO OSCURO por JOAQUÍN PIQUERAS
HAIKU IN THE NIGHT
la noche duerme,
la luna halla refugio
entre sus sueños
ESTE HAIKU ES UN CAZADOR SOLITARIO
el corazón
es más que un cazador
en soledad
a veces tiene
la virtud de poner
trampas a todos
HAIKUNTIVITIS
tristes los ojos
que hieren el horizonte
sin saber ver
HAIKU EN MODO SILENCIO
no es el silencio,
es la palabra que aún
busca su espacio
ME LLAMO GUMP, HAIKU GUMP
es la ausencia
de meta la que me hace
seguir corriendo
HAIKU CON FECHA DE CADUCIDAD
eres feliz
hasta que el viento quiebra
la frágil rama
HAIKUS DEL POZO OSCURO
y la esperanza
muere y solo nos queda
besar la nada
solo el dolor,
a pesar del esfuerzo,
dolor y angustia
firme tatuaje
de nuestro paso efímero
por la existencia
Joaquín Piqueras
Cover by Charles Burns
jueves, 10 de febrero de 2022
URGENCIA DE LO MINUCIOSO: 4 Poemas.
LA ladera del lobo, el sotobosque,
la encina retorcida en tronco y culebreo:
¡Cunde el campo!
¡Anda! ¡Nunca dejes de andar,
unce tu ritmo y tu raíz a la naturaleza!
Quien incendió los cierzos con sus pasos,
quien confió en su amparo bien lo sabe.
Urge lo minucioso.
(andar)
quien confió en su amparo bien lo sabe.
Urge lo minucioso.
(andar)
*
ATREVERSE a mirar,
aprender a ser algo más que un mero testigo,
más que una especie de materia en tránsito
o un número,
es ofrecer el ojo limpio al tiemblo del paisaje.
Hacerse al lugar,
entregarse, abrir los ojos,
y no mirar jamás hacia otro lado.
Atreverse a mirar es implicarse,
librarse del vacío, ofrecerse sin más
a todo lo inquietante que nos ronda.
ATREVERSE a mirar,
aprender a ser algo más que un mero testigo,
más que una especie de materia en tránsito
o un número,
es ofrecer el ojo limpio al tiemblo del paisaje.
Hacerse al lugar,
entregarse, abrir los ojos,
y no mirar jamás hacia otro lado.
Atreverse a mirar es implicarse,
librarse del vacío, ofrecerse sin más
a todo lo inquietante que nos ronda.
(ofrecimiento)
*
Para Amanda
AUNQUE la tierra se desborde
en su abrazo de monte y abra el surco,
aunque se cierna sin demora, alerta,
sobre el viento que la bendice en grano y enarbole
lo multiplicador del tallo más dispuesto,
aunque prospere la vida y se extienda,
y en sus hechuras crezca y se avejente,
ahí,
frente a nosotros, sigue, nieva,
el sonido blanco que llega entre las voces
nuevas de los niños,
el cerro claro
de la palabra inquieta haciéndose milagro;
y los patios y las calles de siempre toman
la vida franca de esa algarabía
y se tornan sencillos como el aire mismo.
Dicen que ya no se canta en los patios como antes,
que los niños rondan peligrosamente
por las vías de un tren fantasma equivocado,
pero a ver quién es el primero,
quién se atreve,
a ponerle bridas a este potro sin freno,
a este brío de vida desbocado,
que brinca en las aceras del aire remozándonos.
(bridas)
*
*
Para Amanda
AUNQUE la tierra se desborde
en su abrazo de monte y abra el surco,
aunque se cierna sin demora, alerta,
sobre el viento que la bendice en grano y enarbole
lo multiplicador del tallo más dispuesto,
aunque prospere la vida y se extienda,
y en sus hechuras crezca y se avejente,
ahí,
frente a nosotros, sigue, nieva,
el sonido blanco que llega entre las voces
nuevas de los niños,
el cerro claro
de la palabra inquieta haciéndose milagro;
y los patios y las calles de siempre toman
la vida franca de esa algarabía
y se tornan sencillos como el aire mismo.
Dicen que ya no se canta en los patios como antes,
que los niños rondan peligrosamente
por las vías de un tren fantasma equivocado,
pero a ver quién es el primero,
quién se atreve,
a ponerle bridas a este potro sin freno,
a este brío de vida desbocado,
que brinca en las aceras del aire remozándonos.
(bridas)
*
APRIETA el agua a la peña contra el árbol
y el cierzo
azuza al humedal y se diluye.
No olvidará jamás
que en el estremecimiento sincero de la tierra
encontrará aquella voz.
Hallará
el sosiego ofrecido y el silencio,
si se deja llevar por lo sencillo.
Así las palabras se van haciendo a ti,
van conformando la alegría y el dolor,
como torna en materia la erosión del arrebato.
(lo sencillo)
y el cierzo
azuza al humedal y se diluye.
No olvidará jamás
que en el estremecimiento sincero de la tierra
encontrará aquella voz.
Hallará
el sosiego ofrecido y el silencio,
si se deja llevar por lo sencillo.
Así las palabras se van haciendo a ti,
van conformando la alegría y el dolor,
como torna en materia la erosión del arrebato.
(lo sencillo)
Luis Ramos de la Torre, de Urgencia de lo minucioso (Lastura Ediciones, 2021)
miércoles, 9 de febrero de 2022
SER ÁRBOL POR SER NIDO por MÓNICA MANRIQUE DE LARA
Es posible que la mirada atenta y comprensiva hacia el otro sea el lugar más complejo y avanzado de nosotros mismos. De este modo, la fusión de toda creencia, lengua, idea, percepción, raza, corazón, cultura, sería también la supremacía de todas ellas; como un recogimiento hacia el estado primero del germen, su quietud, escucha y silencio. Lo que daña es esquivo.
El proceso de desposesión consciente y pretendida, en cualquiera de los ámbitos del ser y de las circunstancias que dan forma a su existencia, podría conllevar un sendero de aligeramiento de los conceptos, de tal modo que, más tarde, pudiesen derivar en presencias, horizontes e ideas libres en continuo desarrollo. Dicha derivación queda dispuesta para ser experimentada y sentida con agradecimiento, curiosidad y asombro, con la consecuente renovación de sentido. El proceso de desposesión consciente y pretendida es distinto y lejano al de negación y renuncia, y es semilla de la oportunidad y contemplación de nuevas realidades individuales y colectivas. Quizá sea ésta una vía, como anhelo de verdad, hermanamiento y esperanza, a través de la cual atisbar el retorno al sol del nido, lugar primero que preserva, ama y custodia cada uno de los nombres, posibles o imposibles, y de los corazones únicos destinados a portarlos. El destino, distinto del sentido, no tiene por qué ser interpretado como un fin en sí mismo; cuando ambos, destino y sentido, convergen, el resultado es la realización y la dicha, cuando divergen hallamos exilio. La idea de desposesión y la de exilio mantienen vínculos estrechos, pero hay una diferencia esencial que las separa: la desposesión no implica necesariamente desplazamiento. Sin embargo, el exilio, voluntario o forzoso, como modo de desposesión que conlleva desplazamiento de un centro quieto, estable y nutricio, es a la raíz, al árbol, al nido, la oportunidad de una migración, a menudo desgarrada y dolorosa, pero siempre dignificada en el proceso implícito de búsqueda, y con algo de fin y fortuna, de polinización, hallazgo y encuentro.
Podría quizás, con anhelo, decirse, que acaso existan ámbitos de liberación para el pájaro encerrado en su pequeñez vertiginosa y limitante, temeroso y sobrecogido en el viento. Ser árbol por ser nido, ser raíz por ser árbol, ser rama por ser fruto y ser aire por ser al fin pájaro.
Mónica Manrique de Lara
lunes, 7 de febrero de 2022
EL MERODEADOR: Prólogo.
(O una ventana que se abre a una vida ajena)
Hace tiempo que reflexiono sobre la naturaleza de los prólogos y su importancia, así que cuando comencé a pensar en la obra de Vicente Muñoz lo hice desde el convencimiento de que un prólogo no hace mejor un libro (al igual que una crítica, sea de quien sea, no nos engañemos), en contra de lo que se crea en algunos círculos, pero sí puede hacerlo peor, no cabe duda, así que asumí el reto de intentar que estas líneas no desluzcan la obra que preceden.
Vicente Muñoz Álvarez es uno de esos autores que requieren de pocas explicaciones a priori, pues su identidad literaria está más que definida y una larga lista de títulos lo avalan, creando así una trayectoria firme y una obra consistente como pocas lo son en gente de su edad (muchos son los casos de autores que no entienden el ritmo propio que sustenta el mundo literario y que se dejan llevar por las prisas o el exceso de sed de notoriedad, y es exactamente en esto donde Vicente Muñoz se distancia y con enorme perspectiva sabe que es una carrera de fondo este universo literario, y que a cada libro pone una baldosa más para sus seguidores y quizá para su camino de retorno, nunca se sabe).
El autor de este merodeador posee una innata capacidad para narrar escenas de la vida cotidiana, algo que inexorablemente lo une a la corriente realista; Eloy Fernández Porta ya incide sobre la peculiar percepción del mundo de Vicente Muñoz en el prólogo de Golpes. Ficciones de la crueldad social (edición de Vicente Muñoz Álvarez y Eloy Fernández Porta, Barcelona, DVD, 2004) y lo sitúa como uno de los cultivadores del nuevo realismo en España; “obsesivo” y “bernhardiano” son otras de las características por él señaladas, y aunque sí hay mucho de esto en la obra de Vicente Muñoz Álvarez, existen en ella muchas cosas más, como ahora veremos detenidamente.
Poeta de la conciencia, autor adscrito al nuevo realismo, poeta intimista, editor de fanzines… quizá estemos ante uno de los autores más camaleónicos en los tiempos que corren, y esa conjunción de géneros y estilos le hacen a su vez más equilibrado para el lector, más cercano también, capaz de contar con precisión cualquier tipo de situación. Esta conjunción estilística y de maneras de contar se puede ver con claridad en su libro Perro de la lluvia (Irún, Iralka, 1997); allí, un compendio desmesurado de formas narrativas toman forma y viajan de la más cristalina realidad al delirio sin mostrar fragilidad alguna, consistente siempre, mostrando un dominio del arte de la narrativa propio de los grandes del género, grande también en cuanto que es capaz de reírse de su propia vida. Los que vienen detrás (Barcelona, DVD, 2002) cuenta con todo lo ya mencionado (como es propio de todo autor de voz reconocible) e inaugura una de las “marcas de la casa” en la obra de Vicente Muñoz Álvarez: la fusión de prosas e ilustraciones en un mismo libro (un magistral Miguel Ángel Martín pone rostro e imágenes a las narraciones); éste es, sin duda, uno de los libros más significativos en la bibliografía del autor y, por qué no decirlo, en el nuevo realismo español del s.XXI.
Pero hablar de Vicente Muñoz no es hacerlo solo de prosa, es también hablar de poesía. Privado (Tenerife, Ediciones de Baile del sol, 2005) es una magnífica antología que recoge la esencia poética del autor y da testimonio de su capacidad para redescubrirse y mostrar bien una conciencia social admirable, bien un estilo exteriorista, bien un lirismo que arranca de lo más hondo para llegar a lo más hondo del lector, algo que experimenta también en Parnaso en llamas (Tenerife, Ediciones de Baile del sol, 2006). Canciones de la gran deriva (Gijón, Ateneo Obrero de Gijón, 1999) y 38 Poemash (León, Vinalia bolsillo, 2000) ya habían mostrado los distintos perfiles del autor, pero en la mencionada antología una nueva identidad, oculta bajo el título “vidas paralelas”, se aproxima con tanta consistencia que uno no puede más que sorprenderse ante tanta capacidad de innovación y a su vez tanto dominio del ritmo narrativo.
Vicente es, además, motor de proyectos como Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers (Eclipsados, 2007), Resaca/Hankover (Caballo de Troya, 2008), 23 Pandoras. Poesía Alternativa española (Baile del sol, 2009), Beatitud. Visiones de la Beat Generation (Baladí, 2011) o El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis Ferdinand Céline (Lupercalia, 2014). La vinculación de Vicente Muñoz a estos proyectos colectivos dice mucho de sus intenciones literarias, de esa necesidad de mostrar al público a aquellos autores a los que considera cerca y de devolver a la literatura lo que ésta le da cada día en forma de atinadas invitaciones al lector.
El merodeador es uno de esos libros en los que el lector puede verse reflejado, en él puede sentir que observa tras una ventana las aventuras y desventuras vividas por el protagonista del mismo, como si de un mirón se tratara, sintiendo el corazón palpitar a cada instante ante la siguiente página. Ese reflejo se deriva de una sensación que le recorre de principio a fin, como si reconociera con claridad el tono, como una canción que conoce y no puede dejar de tararear, un grato aroma que reconforta, una canción que dice amor (y desamor), desasosiego (y paz) y ternura (y desolación).
El lector se va a sumergir en un espacio en el que ya habitan autores como Pavese, Castaneda, Bernhard (sí, sí, sí), Osho, Céline, Unamuno (también), Pascal… y este hecho y pluralidad en el uso de las citas no hace más que definir la propia identidad de Vicente Muñoz Álvarez, abierto siempre a todo aquel que diga algo y lo diga bien, expuesto sin recelos a todas las tendencias y a todos los vaivenes de la propia vida. Y en él también habita Pessoa, y con él su desasosiego, el mismo o uno semejante al que domina el libro, el que introduce al lector sin previo aviso en una cadencia musical de sentimientos. Este tono constante no termina con la última de las páginas del libro, pues su estructura circular le llevará de nuevo a la primera página, a la primera cita, a la primera presencia.
Para aquel que sea amante de las clasificaciones y que no pueda soportar la presencia de la duda antes de iniciar la lectura de un libro, debo añadir que nos encontramos ante una novela, compuesta de capítulos que podrían ser leídos de forma independiente, eso sí. En ella el autor parece distanciarse de la acción a través de la voz de su narrador (en tercera persona), pero no debe engañarnos este juego de manos, pues no es otra cosa que convertirse a sí mismo en personaje, capaz de ficcionar su propia vida. Esta distancia es una de las características propias de los autores exterioristas, aquellos que pueden narrar aspectos vividos con una mirada casi ajena, de aquel que presencia la escena pero no la vive, de un mirón, de un merodeador. El uso puntual de la inicial como muestra de identidad asume la presencia de otros autores y otras lecturas en la propia obra (otras visitas); Kafka, Blanchot, Auster… desfilan por estas páginas y nos ayudan a entender la cadencia del desasosiego, el tono constante del que vive y es observado. Una vida para ser observada, una ventana para entender una vida. ¿Alguien será capaz de no mirar?
Ignacio Escuín Borao
Tercera edición revisada, a la venta en LcLibros:
domingo, 6 de febrero de 2022
FUMANDO(ME) por ESTEBAN MALDONADO
Mientras fumo tranquilamente
en esta silenciosa habitación
observando cómo las volutas de humo
se van disipando en el aire,
me pregunto qué he hecho con mi vida,
y no sé muy bien qué debo responderme.
La he apurado sin piedad
calada tras calada, pienso,
sin apenas justificarme.
Ha sido fumar(me) y esfumarme, sin más.
Y ahí, en el cenicero, reposan
todas mis ilusiones y esperanzas
reducidas a cenizas:
los últimos restos de mi pobre existencia.
Esteban Maldonado, de Las sombras de la vigilia (Kristal Editorial, 2021)
sábado, 5 de febrero de 2022
NUNCA BESARÁS A UNA CHEROKEE: Pedro Andreu.
Por una vez, y sin que esto sirva de precedente, tengo la respuesta a esta encrucijada: apostar por la escritura y por leer “Nunca besarás a una cherokee” porque esa india te morderá el corazón y entenderás la legitimidad de su odio. La poesía con mayúsculas, y este libro lo es, ofrece la pureza y la soledad de un desierto ilimitado para sentarse a contemplar la belleza eléctrica que atraviesa el esqueleto de los pájaros. Pedro escribe hasta la extenuación. Me lo imagino en su casa con las persianas bajadas en una habitación a oscuras y de fondo sonando, muy bajito, Johnny Cash. Pasan las horas y los días, y él necesita contar cómo los animales imperfectos que le nacen de los dedos ansían la resurrección en esa Norteamérica de 27 segundos, esa terrible necesidad de acabar con un poema donde la lluvia seguirá cayendo hasta la segunda venida de Cristo.
Roberto R. Antúnez
jueves, 3 de febrero de 2022
URGENCIA DE LO MINUCIOSO: Prólogo.
LUIS RAMOS DE LA TORRE: DE LA POESÍA COMO OFRECIMIENTO
Tras la lectura del poemario Urgencia de lo minucioso, de Luis Ramos de la Torre, se nos impone un sentir: estamos ante una poesía verdadera que el autor entrega como ofrecimiento a todos los posibles destinatarios.
En toda ofrenda, en todo ofrecimiento, hay un mecanismo ritual. Y es que, en esta escritura, asistimos, como lectores, a una suerte de rito del decir cuya finalidad es el revelar, el iluminar el mundo.
Urgencia de lo minucioso, reza el título. Algo que el autor refuerza, en distintos momentos de su decir, con expresiones como “Urge lo minucioso”, al tiempo que nos llama “aventureros de lo minucioso”. Podemos interpretar, sí, esta poesía como aventura. Hay en ella lo que Susan Sontag, al hablar de Walter Benjamin, llamaba una “mirada microscópica”, una mirada hacia las cosas pequeñas.
Es el procedimiento que aquí utiliza Luis Ramos de la Torre. Parte de lo común, de lo sencillo (términos que él mismo utiliza), esto es, de lo que tenemos ahí al lado. Y, a partir de ello, a partir de la naturaleza, de los fenómenos atmosféricos, del cosmos, de las estaciones, de los distintos momentos del día…, esto es, a partir de lo que está ahí, el poeta canta y trasciende su decir, da un salto, para llevarnos a los territorios del espíritu, de aquello que nos constituye, de los diversos estados de ánimo.
Y es que, a lo largo y ancho de todo el poemario, hay un continuo mecanismo de simbolización, que es el mecanismo iluminador y revelador que utiliza, para que nos conozcamos y conozcamos el mundo.
Para hacer posible esta aventura que es el revelar e iluminar a través de la palabra, el poeta nos realiza diversas invitaciones: “Hacerse al lugar”, “Atreverse a mirar”, o “aprender la lección de la materia”… Pues no hay aventura sin ponerse en juego, sin asumir riesgos.
Simbolizar, a partir de lo próximo, de lo pequeño, de lo que tenemos ahí a mano, para trascender lo que vivimos, y extraer de ello el sentido que tiene nuestro existir, nuestro estar en el mundo. Y, en ello, hay un vuelo, un mecanismo de elevación. De ahí que el poeta otorgue tanta importancia a los pájaros y a los árboles. Y nos hable del “vuelo de la planta” o también “el vuelo de los árboles”. Y abunde tanto en todo el poemario todo lo que tiene que ver con la elevación.
También podemos interpretar el poemario como un verdadero canto del caminar –la raíz claudiana de nuestro autor es innegable; pero no está en él como servidumbre o lastre, sino como impulso para manifestar su propio decir y, a través de él, su mundo propio–. Hay de continuo un ‘iter’ que se recorre para manifestar la contemplación y, a través de ella –lo reiteramos– la revelación e iluminación del ser y del mundo.
El poeta portugués Al Berto hablaba de “la secreta vida de las imágenes”. Luis Ramos procede en su decir iluminativo por imágenes, para revelarnos los sentidos ocultos de la realidad. Como sembrador, se hallan esparcidas como semillas por todo el libro, como a voleo. Así, nos habla de “las mimbreras del alma”; de las hebras de la lluvia “para tejer lo húmedo en lo nuevo”; de “la escarcha rancia de los odios”; o, en fin, por citar un último ejemplo, de “la pulpa cárdena de la costumbre”.
El poeta sitúa su decir en la perspectiva del amor (“Mientras amemos … / al mundo y a la luz aún le haremos falta”) y en esa fraternidad del compartirlo todo (“Sin dueño todo lo que se respira, / el lenguaje, de todos, / de todos el sol”). De ahí que esta poesía funcione también como talismán frente al dolor y la herida (“¿Cuándo se cerrará por fin la herida?”), que busca ser curada, de ahí el empleo de términos como sutura o cicatrices.
Y es un talismán contra cualquier manifestación del mal. De ahí que el poeta advierta que “buscamos persistentes lo seguro, / el mejor asidero contra los problemas” y que nos indique que “Todo sin honradez es huero y es gusano”.
Urgencia de lo minucioso puede ser situado en esa constelación de poesía contemporánea marcada por la iluminación y la revelación. No es casual, en ese sentido, la cita de Hölderlin que encabeza el poemario. De Hölderlin, llega esta vía a Rilke y continúa hasta Paul Celan, donde aparece esa levedad en el decir, cultivada por esta último poeta. Entre nosotros, la asume José Ángel Valente, cuyos versos también encabezan este libro. Y, en esta tradición, claro, también encontramos la poesía de Claudio Rodríguez, ese gran maestro de Luis Ramos.
Pero esto es decir poco y con ello, acaso, extraviemos al lector. Porque Urgencia de lo minucioso, de Luis Ramos, es un poemario verdadero, ya que expresa su mundo propio o, si queremos, su modo propio de captar el mundo, a través de un mecanismo de trascender lo próximo sirviéndose de procesos simbolizadores. En este sentido, los símbolos relacionados con los árboles, las aves, el aire y el viento, la luz o todo lo que tiene que ver con la elevación, son claves.
Levedad en el decir, contemplación minuciosa y atenta de lo próximo, para trascenderlo y llevarlo a otro plano de significaciones iluminadoras y trascendentes… En la vía de la mejor poesía contemporánea.
José Luis Puerto:
Prólogo a Urgencia de lo minucioso,
de Luis Ramos de la Torre
(Lastura, 2021)
miércoles, 2 de febrero de 2022
TRES POEMAS de NICOLÁS CORRALIZA
CANDELA EN SÍMBOLO
En este erial devastado
ya sin sed,
apenas sorbos.
Algo de lumbre nos queda,
y en el amor, ternura para que dure.
ya sin sed,
apenas sorbos.
Algo de lumbre nos queda,
y en el amor, ternura para que dure.
Cansancio sin lluvia.
Luz violenta en los desiertos.
Luz violenta en los desiertos.
LENTO CALENDARIO
Este silencio de madrugada.
Este atardecer del todo
entre la nada y lo nulo.
El alba llama a la puerta:
ya podemos despertar al deseo.
Este atardecer del todo
entre la nada y lo nulo.
El alba llama a la puerta:
ya podemos despertar al deseo.
Es invierno en la luz y en la certeza.
FUGA
FUGA
Un muestrario de cuerpos
danzan en la niebla.
danzan en la niebla.
Abandonan la ciudad del sueño
rumbo a la tempestad de las afueras.
rumbo a la tempestad de las afueras.
Es la ceremonia de los números,
el bullicio mecánico
de la mañana siguiente.
el bullicio mecánico
de la mañana siguiente.
El deseo es una luz que duerme encendida.
Nicolás Corraliza
martes, 1 de febrero de 2022
LOS MUERTOS por ÁNGEL GUINDA
Llegan lejos las manos de la ausencia
hasta alcanzar el mundo de los muertos:
los muertos que nos viven,
los muertos que nos matan,
los muertos que vendrán a visitarnos,
los muertos que están vivos,
los muertos que nos llaman,
los muertos que se vuelven a morir,
los muertos que en la muerte nos esperan.
los muertos que nos viven,
los muertos que nos matan,
los muertos que vendrán a visitarnos,
los muertos que están vivos,
los muertos que nos llaman,
los muertos que se vuelven a morir,
los muertos que en la muerte nos esperan.
Ángel Guinda