Observo ahora al joven Bressón,
observo al joven poeta agonizante
con el tormento clavado en su entraña como un puñal,
incapaz de exhalar un solo aliento libre de él,
el poeta que se vertía en un incontenible derrame
de palabras convulsas y heridas,
sin conciencia alguna del lugar del que provenían
ni al que querían llegar,
sin embargo leo ahora los poemas del joven Bressón
y todo, aun de forma instintiva y visceral,
parece tener sentido, todo parece encajar,
observo ahora que el joven Bressón,
desde su caótica creatividad, con sus poemas doloridos
compuso un relato certero de aquellos días
y cada palabra, cada verso, ocupa su lugar,
observo una emoción furiosa conectada
con la médula de aquel dolor,
con la impotencia de la cordura perdida
y la compañía del desnudo e implacable rostro de la soledad
con el desgarro de una vida cercenada
antes de iniciar su vuelo,
observo ahora al joven Bressón y comprendo
que la búsqueda honesta y sin desmayo
acaba tropezando con el destino,
observo al joven Bressón y le agradezco su brega,
su empuje, su guerra sin cuartel contra algo
que se antojaba, entonces, invencible,
agradezco la lucha constante sin más pretensión
que darle sentido a aquel momento,
gracias a él estoy ahora aquí,
aquel que toma las riendas de su presente
se reconcilia con su pasado y vence la batalla del futuro,
la vida que adquirieron sus días
iniciaron el camino hacia los míos,
gracias a él habitan ahora en un lugar cálido
mi presente y mis recuerdos,
gracias a él estoy ahora en la terraza de un bar,
con una cerveza fría, fumando, escribiendo,
palpitando bajo la brisa leve de julio
y observándole entregar su adolescencia
a una búsqueda incesante para encontrarse,
para llegar hasta él.
Fotografía de Estefanía Bressón
observo al joven poeta agonizante
con el tormento clavado en su entraña como un puñal,
incapaz de exhalar un solo aliento libre de él,
el poeta que se vertía en un incontenible derrame
de palabras convulsas y heridas,
sin conciencia alguna del lugar del que provenían
ni al que querían llegar,
sin embargo leo ahora los poemas del joven Bressón
y todo, aun de forma instintiva y visceral,
parece tener sentido, todo parece encajar,
observo ahora que el joven Bressón,
desde su caótica creatividad, con sus poemas doloridos
compuso un relato certero de aquellos días
y cada palabra, cada verso, ocupa su lugar,
observo una emoción furiosa conectada
con la médula de aquel dolor,
con la impotencia de la cordura perdida
y la compañía del desnudo e implacable rostro de la soledad
con el desgarro de una vida cercenada
antes de iniciar su vuelo,
observo ahora al joven Bressón y comprendo
que la búsqueda honesta y sin desmayo
acaba tropezando con el destino,
observo al joven Bressón y le agradezco su brega,
su empuje, su guerra sin cuartel contra algo
que se antojaba, entonces, invencible,
agradezco la lucha constante sin más pretensión
que darle sentido a aquel momento,
gracias a él estoy ahora aquí,
aquel que toma las riendas de su presente
se reconcilia con su pasado y vence la batalla del futuro,
la vida que adquirieron sus días
iniciaron el camino hacia los míos,
gracias a él habitan ahora en un lugar cálido
mi presente y mis recuerdos,
gracias a él estoy ahora en la terraza de un bar,
con una cerveza fría, fumando, escribiendo,
palpitando bajo la brisa leve de julio
y observándole entregar su adolescencia
a una búsqueda incesante para encontrarse,
para llegar hasta él.
Para llegar hasta mí.
Samuel Bressón
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