lunes, 15 de abril de 2019

ANIMALICÉMONOS por DAVID G. LAGO




ANALICÉMONOS

Comencemos:
analicémonos.

Emergimos como primates
—eruditos e incultos,
desmañados y unidos—.
Y así, como los locos,
fuimos creciendo.
Y así como fuimos cayendo
nos fuimos levantando.

Nuestras manos crearon el planeta,
tallaron herramientas fraternales,
dieron luz al progreso
                              y dieron lumbre al arte.
Pero también crearon jaulas
y campos de exterminio.
Tallaron herramientas fratricidas.
Sometieron a sus hermanos.
Aquellas manos primitivas
olvidaron de dónde venían.
Se volvieron estúpidas,
codiciosas y crueles.

Al principio no fuimos así.
Levantémonos del subsuelo.
Emerjamos de nuevo.

Animalicémonos.
Icémonos como animales.


MIRADA DE HOMO SAPIENS

Mirémonos ante un espejo. Hemos
de traspasar la superficie. Hemos
de contemplar nuestra animalidad.
Hemos sido imprudentes.
Debemos entenderlo pronto: somos
menos libres que las hormigas. Hemos
soportado artefactos en el cuello,
yugos que dificultan la fricción,
lastre que nos impide que bailemos.
Y que comamos. Y cerrar los ojos.
Y ver la realidad sin filtros sucios.

Formamos una yunta planetaria.
Aramos el futuro
tan juntos que no somos
capaces de sentirnos.

Los espejos no mienten —o eso dicen—;
los ojos desfiguran su reflejo
(mirada: distorsión de lo tangible).
Mirada de homo sapiens,
amnésica de su animalidad.


BUKOWSKI LLEVABA RAZÓN

Bukowski llevaba razón.
No somos más que ratas,
un puñado de ratas malolientes,
efímeras y grises
—igual que nubarrones—.
No somos más que ratas inquietantes,
eternamente condenadas
a malvivir en avenidas subterráneas
o a divagar perdidas sobre el asfalto
—la condena es hacer filosofía
en la cima de algún estercolero—.

Soñamos desde el ostracismo.

Comemos de la mano del verdugo
—esa misma mano que nos alimenta
con una dieta de abundante veneno—.
¡Hagan caso a vallas publicitarias!
No somos más que ratas consumistas
que buscan libertad en lo podrido.

Bukowski nunca dijo estas palabras.
Y, sin decirlas,
llevaba toda la razón.


David Lago, de Animalicémonos (Boria Ediciones, 2019)


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