que su mujer le ha abandonado
su segunda mujer, tiene un hijo
con ella y otros dos con la primera,
mi amigo, mi viejo amigo está
destrozado, le entiendo—trato—,
afuera la lluvia cesa, en el bar
se mantiene una inusual calma,
pido al mesero un whisky,
luego otro y otro, necesito beber,
de verdad preciso ponerme
borracho para encontrar y decir las
palabras justas que sirvan para
consolar a un hombre que
a media tarde se lleva las manos
al rostro y rompe en llanto.
Albert Sihod
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