La literatura es ese arrebato tonto que pide escribir sobre lo que uno siente, lo dolido que está o lo jodidamente preciosa que es esa chica. Luego, la técnica o la propia experiencia compensan la falta de pasión, la pérdida de impulso, y todo eso que se ha ido diluyendo y transformando en un sanguinolento reguero que acaba en el desagüe. Lo daría todo por tener dentro ese fuego ardiendo. Muy dentro. La literatura no son premios, cenas con corbata y solomillo al punto. No son fotos en los periódicos o titulares con tus palabras ligeramente modificadas. No, no es eso. La literatura es intimidad, ausencia y algo de esa pequeña eternidad que respiran los dioses. Y que nos visita y abandona, como la propia vida.
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