La mitad de mí, la otra de mí, está muy contenta, y triunfa sobre un caballo que no se agita en el Apocalipsis. Pero me faltan brazos para abrazar a las otras que ahora lloran dentro, donde nadie puede ver, ni siquiera yo. Tengo una necesidad tremenda de recibir una carta, con pulso y letra de quien me quiera bien. Tengo necesidad de un cartero que silbe a mi ventana y me diga ¡carta!. Quiero una carta sin final que me desee buena salud y vida eterna. Hoy dormiré con los ángeles, me digo, mañana será otro siglo. Pero eso mismo dije ayer y antes de ayer y también el viernes. Y sólo sigo soñando en el infierno. Estoy llena de grietas. Mi amor es líquido.
Carla Badillo Coronado
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