pero las pierdo en un brillo
de la armónica
donde labios que no busco
modulan notas
que se retuercen
en las entrañas.
Son como un mal
que se da en las alturas
cuando dejás atrás
la espuma rota de la cerveza
los abismos
donde nacen los puertos
de la resaca:
los llamados Silencio.
Aquí la calle
húmeda y vacía
es pista de aterrizaje
para los que jamás
han volado
los que nunca han perdido
la mitad de su vida
atascados entre las sombras
de una cremallera.
Por mucho que se arrimen
a las luces de las farolas
no brillan
son palabras huecas
luces de navidad
grasa apegada en las piedras
sumisos del fascio
mojones violentados
por los excrementos
de la sombra.
Algunos aprendimos
a volar
con los cupones del spar
y las cuentas siempre a mano
los borrones de esperma
que nunca anegaron
las pistas donde aterrizamos
liberados del miedo al diente
cuando descubrimos el velcro
allí donde nos amarramos
y bifurcamos.
Ahora son vuestras hijas
las que comparten
máquinas del tiempo perdido
que rasuran
sus coños de tránsito
allí donde se incrusta
el chip de la visa.
Y vuestros hijos
reciben la herencia
del rojo par
en sus culos siempre impares
y negros:
la ruleta del esclavo
donde giran
bolas chinas:
sumiso a tu imagen
tu semejanza.
Puede que mi vuelo sea el del sapo
pues mi lengua sigue buscando
una melodía una esencia
que aquí no existe.
Si rehúyo la caricia
es que sudo veneno.
No agacho la cabeza
simplemente huelo el humo
para saber hacia dónde
no he de saltar.
A veces, después de la resaca,
reencarno en un chiste malo
solo intento ser un homo... sapiens
que sueña con seguir volando
hacia ti, Nueva Orleans
.
Alfonso Xen Rabanal, del blog Crónicas para decorar un vacío.
Me gusta :)
ResponderEliminar