Ezequiel Danguínez se asomó a la ventana y se vio a sí mismo cayendo al vacío desde lo que supuso que sería el tejado. Ni siquiera le dio tiempo a gritar antes de estamparse contra la acera. Ni siquiera le dio tiempo a recordar aquel documental que había visto una noche y que trataba sobre mundos paralelos.
Simplemente volvió a su butaca sorprendido y allí se quedó hasta la noche con la boca ampliamente abierta.
José G. Cordonié.
No hay comentarios:
Publicar un comentario