A las 3
o las 4
o las 5
o las 6
de la mañana...
Recorriendo las calles
plagadas de sombras.
Encontrando cómplices perdidos
que me invitan a tragos.
Husmeando por los bares
del humedo.
En uno
una chica me dice,
SONRIENDO,
que mi cara es muy dura,
que siempre estoy serio,
que nunca me veía
REÍR.
La ignoro
y sigo bebiendo
y bebiendo
SIN REÍR
hasta que,
tambaleante,
vuelvo,
solo,
a mi cuarto de alquiler,
y allí me derrumbo
vencido por el peso del alcohol,
y la culpa,
y la vida,
y
haciendo malabarismos
consigo quitarme los zapatos,
inundando el cuarto
con el olor de mis pies,
una peste mucho más horrible
que lo peor que puedas
imaginar.
Intento desvestirme,
pero no puedo,
tengo la movilidad de un pez
que saltó de su pecera,
desisto y pienso:
"Quizás me muera
como Hendrix"
Me giro,
los noto,
siento su presencia
en la esquina de la habitación,
puedo oírles,
a Hunter
y a Hank.
Comentan,
se beben mi birra,
me miran
y
RÍEN.
Su aprobacion,
la de dos muertos,
es la única que me importa.
Y mientras todo gira,
al final,
yo también
RÍO.
La apuesta está echada,
resaca o muerte,
lanzo la ruleta,
nunca he sido más feliz.
Mañana os cuento
o quizás
no.
Carlos Salcedo Odklas, del blog La venganza de los maditos.
Muy bueno.
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