Bailemos,
centremos
nuestra energía
en lo bueno,
tu día
y mi noche
son lo que hacen
este maravilloso
universo,
dame un abrazo,
dame un beso,
déjame
tu vientre,
pues de ahí
vienen nuestros
pequeños maestros,
acaricia
la piel de la realidad,
pues quizá
mañana se acabe
a son denuestra verdad,
por cierto
qué mal bailamos,
por cierto
qué bien nos lo pasamos,
por cierto
da por descontado
que estoy orgulloso de esto,
bonitos labios,
bonito culo,
pero lo que me conquista
es tu alma desvistiéndose
sabiendo
que ahora
viene lo duro,
ser libres,
ser amos
y dueños
de nuestros pequeños
rincones interestelares,
celebremos
pero en nuestros lares,
donde la naturaleza
es bella
y brilla
donde nosotros brillamos
porque somos parte
de ella,
aguardaremos
sentandos
la próxima violencia
que nos espera,
pues todo nacimiento
y cambio
implica
un proceso de dolor,
pero tranquila
que estamos
juntos,
pero tranquila
que después viene el paraíso,
que no es otro
que despertar
de este eterno
letargo,
que no es otro
que ser puro,
expandidos
en no se dónde
pero merece
la pena,
tu cuerpo
no estará,
mi cuerpo
no estará,
seremos
nebulosas,
seremos
un universo,
estaremos
juntos
en lo eterno,
sólo conciencia
no consciente
en la infinidad,
en la paz,
en respirar
Vida,
y el próximo
viaje
será
a los corazones,
llenos de aire
de los amores
del limbo
de ese espacio
entre la Vida
y la Vida,
no hay más
que Vida...
Carlos Gutiérrez Horno, poema inédito.
Toda una compenetración más que física con un ser cuyos lazos irrompibles e ineludibles persisten como una flama ardiente. No para cualquiera, la intensidad existencial es cualidad de unos pocos, los pocos que andan solos y estrafalarios a vista ajena.
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