El mendigo de la plaza
se ha mudado
dice que ahora tiene competencia
su boca espumajea
en la letanía inerte
del oleaje que perece en la orilla
"hágame usted caso
muchacha, caballero
¿tiene algo de leche,
una limosna?"
medio cartón de vino,
un perro escuálido, de ojos vidriosos,
sin esperanza, pero fiel
como el de Chaplin,
y jeringas venosas de platino,
plúmbeo equipaje de mano
Nadie le ofreció ni naranjas
ni horizontes, ni zapatos de charol
o mujeres huesudas de prominentes muñecas
lleva marcada la cruz de los impíos
los estigmas imborrables y perversos
y el áspero lenguetazo del gato
que no se lame las heridas
Diego del Monte.
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