sábado, 19 de junio de 2010

LA GOLONDRINA by Gemma, la Santa.


La primavera,
querido Piolín,
es una maldad.
Debería continuar
sintiéndome rota,
eternamente congelada
en este claustro gótico
al que me tienen unida.
Como todas, atrapo
las sutiles lagartijas,
espero que abran la boca
y me las cuelgo
de los lóbulos de las orejas.
Así me gusta girar.
Estornudo, como tú,
maravilloso canario,
aunque la alergia
es un regalo comparado
a esta ociosa labor
de perdonar al mundo.
Me dices que tus amigos
ya se han comprado el bañador
-modelo Ck, en los pasillos del Corte-
y si yo ya tengo
escogido el triquini.
Maldito asqueroso,
no sé cómo sucede
que seamos amigos.
No, Piolín, no lo he comprado,
y sólo me dedico a cortar trozos
de aloe vera de mi terraza
para estrujarlos sin pena
sobre mi juventud esquiva.
Curro y me desmayo
muerta de risa
escuchando tus bobadas,
que al fin de cuentas,
me hacen más valiente,
me salen alas y todo.
La verdad me convierte
en otra golondrina
buscando grietas en los cuerpos
para hacer nido.

Gemma, la Santa.

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