La mano que sostiene con firmeza
la revolución, un día,
comienza a temblar,
tiemblan también las piernas y se empañan
los ojos, late
más des-pa-cio
el corazón, se revuelven
las tripas (sabes que es verdad)
y la boca sólo bosteza
poco después, el sueño
cae
al suelo:
la revolución queda en rebelión
y, luego, poco después, en
nada
alegamos, entonces:
las piernas dicen no,
los ojos dicen no,
las tripas dicen no,
el corazón y la boca dicen no,
la mano, la mano dice no
no podemos hacer nada
decimos: ¿no lo veis? no podemos hacer nada
es fácil poner excusas
olvidar
preferimos olvidar,
por comodidad o por miedo,
que, a pesar de todo,
nos queda
la otra mano viva
Javier Belinchón, del blog Tinta en las Manos.
Muchas gracias por colgarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.