El TIC, TIC, de un móvil acabó de golpe con el silencio que llenaba la habitación. Él se incorporó del sillón y cogió el aparato. En la pequeña pantalla el dibujo de un sobrecito le avisaba de que tenía un mensaje. Apretó las teclas adecuadas y una combinación familiar de números le anunció que era ella quien lo había enviado:
¿DÓNDE SE METE MI TIGRE DE MALASIA? ¿ACASO TE HAS OLVIDADO DE TU LEOPARDA?
Lo de “leoparda” venía porque en su último encuentro ella le recibió tumbada en la cama con un abrigo que imitaba la piel del leopardo y un tanga blanco que quitaba el sentido. Sonrió para sus adentros recordando la escena. Decidió hacerle llegar una respuesta:
TE TENGO EN MI CABEZA PERENNEMENTE...
El término “perennemente” no le gustó y lo cambió por “constantemente”
TE TENGO EN MI CABEZA CONSTANTEMENTE, COMO UN TATUAJE, LEOPARDA DE MIS AMORES.
Apretó la tecla de envío y aguardó una respuesta. Ésta llegó a los pocos minutos:
CUANDO VENGAS, TE HARE EL NÚMERO DE LA GATA EN CELO. TE VAS A ENTERAR.
Aquello sonaba de maravilla, se moría de curiosidad:
¿EN QUÉ CONSISTE ESE NÚMERO?
La respuesta no tardó en llegar, aunque a él, ese pequeño espacio de tiempo le pareció una eternidad:
CONSISTE EN IMITAR A UNA GATA EN CELO, CON SUS GESTOS Y MANERAS, CON SUS DESESPERADOS MAULLIDOS... YA LO VERÁS.
Una avalancha de imágenes llenó su cabeza, se la imaginó disfrazada de Cat-Woman, revolcándose en el suelo y maullando. Sintió una presión en la entrepierna y su respiración se aceleró. Tenía que enviarle algo que estuviese a la altura. Después de pensárselo, empezó a teclear:
HOY PEPITO LLEVA TODO EL DÍA PENSANDO EN TI.
(Pepito era el apodo que ambos usaban para referirse a su pene). La frase era corta y con un doble significado que sólo ella entendería. Se sintió satisfecho, envió y esperó. Sabía que la respuesta estaba al caer.
YO TAMBIÉN HE ESTADO PENSANDO EN VOSOTROS DOS. AL PEQUEÑÍN DALE UN MASAJE PARA QUE SE CALME.
Escribió: LO DEL MASAJE PREFIERO DEJARLO EN TUS MANOS PARA CUANDO ESTEMOS JUNTOS.
Respuesta: SERÁ UN PLACER PARA AMBOS, ESTOY SEGURA.
Pensó en una contestación... Nada, no se le ocurría nada.
Quizás fuera porque esa última respuesta de ella le pareció definitiva, casi una despedida. Era como decir: Para ya, me he cansado del juego...
Dejó el móvil sobre la mesa y conectó el televisor. Sin saber por qué se sintió triste.
¿DÓNDE SE METE MI TIGRE DE MALASIA? ¿ACASO TE HAS OLVIDADO DE TU LEOPARDA?
Lo de “leoparda” venía porque en su último encuentro ella le recibió tumbada en la cama con un abrigo que imitaba la piel del leopardo y un tanga blanco que quitaba el sentido. Sonrió para sus adentros recordando la escena. Decidió hacerle llegar una respuesta:
TE TENGO EN MI CABEZA PERENNEMENTE...
El término “perennemente” no le gustó y lo cambió por “constantemente”
TE TENGO EN MI CABEZA CONSTANTEMENTE, COMO UN TATUAJE, LEOPARDA DE MIS AMORES.
Apretó la tecla de envío y aguardó una respuesta. Ésta llegó a los pocos minutos:
CUANDO VENGAS, TE HARE EL NÚMERO DE LA GATA EN CELO. TE VAS A ENTERAR.
Aquello sonaba de maravilla, se moría de curiosidad:
¿EN QUÉ CONSISTE ESE NÚMERO?
La respuesta no tardó en llegar, aunque a él, ese pequeño espacio de tiempo le pareció una eternidad:
CONSISTE EN IMITAR A UNA GATA EN CELO, CON SUS GESTOS Y MANERAS, CON SUS DESESPERADOS MAULLIDOS... YA LO VERÁS.
Una avalancha de imágenes llenó su cabeza, se la imaginó disfrazada de Cat-Woman, revolcándose en el suelo y maullando. Sintió una presión en la entrepierna y su respiración se aceleró. Tenía que enviarle algo que estuviese a la altura. Después de pensárselo, empezó a teclear:
HOY PEPITO LLEVA TODO EL DÍA PENSANDO EN TI.
(Pepito era el apodo que ambos usaban para referirse a su pene). La frase era corta y con un doble significado que sólo ella entendería. Se sintió satisfecho, envió y esperó. Sabía que la respuesta estaba al caer.
YO TAMBIÉN HE ESTADO PENSANDO EN VOSOTROS DOS. AL PEQUEÑÍN DALE UN MASAJE PARA QUE SE CALME.
Escribió: LO DEL MASAJE PREFIERO DEJARLO EN TUS MANOS PARA CUANDO ESTEMOS JUNTOS.
Respuesta: SERÁ UN PLACER PARA AMBOS, ESTOY SEGURA.
Pensó en una contestación... Nada, no se le ocurría nada.
Quizás fuera porque esa última respuesta de ella le pareció definitiva, casi una despedida. Era como decir: Para ya, me he cansado del juego...
Dejó el móvil sobre la mesa y conectó el televisor. Sin saber por qué se sintió triste.
Pepe Pereza, del blog Asperezas.
V, un placer que me traigas por aquí, mi primera casa, y eso siempre gusta. Gracias bro.
ResponderEliminarun abrazo inmenso.