lunes, 24 de mayo de 2010

LIMPIEZA DE BAJOS por Alfonso Xen Rabanal.


el hombre que fuma en la niebla

"Cuando ya no sabía qué hacer, miraba. Dejaba que mi vista se perdiese más allá de las formas... De los blancos surgían figuras que contrastaban con los relieves, mostrando toda su simbología... Entonces esperaba, y cuando mi mente se deslizaba entre los susurros de los sueños de mis hermanos, ellas me hablaban. Y a la luz de esa linterna que me había confiado mi padre, consciente de mis devaneos nocturnos, yo interpretaba cientos de historias en la pared que se fundían con los sueños.
Los sueños, esas imágenes de otras vidas, miles de situaciones que ante mi desfilaban con un movimiento de muñeca. Y todo lo vi: entre luces y sombras escuché el eco de mil muertes que me reclamaban como fedatario... y me asustaban y confundían, pero seguía mirando hasta que las imágenes se disolvían en puntos luminosos... Entonces comprendía y un sueño de vida me alcanzaba. Mi mano se deslizaba por la pintura leyendo en su estucado... Y me unía al coro feliz de mis hermanos.

Cuando nadie entendía la espera, el silencio, el rechazo a esas clases que diezmaban mi imaginación, mi falta de comunicación, el encierro... Cuando ya no existía más opción que integrarse en las sombras, ascender esa escala que nacía del dolor en mi pecho, el abandono, ese irse del dolor, del encierro de mí en mi cabeza, sin poder transcender, salir, esta fachada que comprime; estos sentidos mentirosos... Entonces, de aquella, aparecía y me calmaba y ya todo era esa luz que no hacía sombra.Era un niño y todavía no sabía de la niebla, de los cruces de caminos que inventaba con la linterna, mezclando muertes soñadas y confundiendo historias. No, mi mente aún no había sido violada. Pero ya intuía que debía buscar entre los blancos, los silencios, las grietas de la materia; pues así obtendría las respuestas a las preguntas que, más tarde, a lo largo de la vida, me formularía...


Hasta que llegó la niebla.

Cuando ya no quedaba nada de luz, mis sueños fluían por el aire, ya ajenos, como el olor de una rosa de tanatorio, sin prisa por irse. Pues por mucho que mi madre ventilase la habitación... allí seguían, como un holograma que surgía para responder a una pregunta en silencio, ese silencio que me elevaba un escalón más hacia el techo, allí donde esculpía las figuras de mis sueños: extraños símbolos que sólo más tarde reconocí entre la niebla, preludio de aquellos que siempre, otra capa de pintura, me quisieron eliminar.


Todo lo intuí. Allí donde miraba se me revelaba como en un cuadro de Escher o Dubuffet: vi el futuro que no es y me vi en cada punto, fundido con ellos... y a todos, los que ahora vienen a por mí, vi entre los desconchones...

Hoy sé que el silencio se terminó... que ese viaje interior que emprendí hace años no ha dado sus frutos... Aunque he seguido todos los pasos, sin titubear... hasta los más dolorosos.

He muerto en la espera de mi segunda muerte... y, desde el vacío, sólo quiero mi parte de energía para contar mi muerte a los muertos que caminan hacia la niebla." ...


Alfonso Xen Rabanal, de Generación.net (sigue leyendo).

Ilustración by Cusco Vinalia.

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