lunes, 1 de febrero de 2010

Felix Francisco Casanova en la Escalera


Tras el artículo sobre Felix Francisco Casanova de El Cultural la semana pasada, el interés por el malogrado "Rimbaud canario" ha hecho explotar el polvorín que de vez en cuando, por suerte, aún es la blogosfera. En Hank Over ya nos hicimos eco de este maldito hace algún tiempo, pero otros, como Talía y Daniel, de Ediciones Escalera, todavía tienen mucho más que contar sobre el autor, como nos recuedan en este email:


Disculpen ustedes, hay ocasiones en que es muy complicado no recordar los viejos tiempos en los que los editores de Escalera no éramos más que dos aspirantes a autores que enviábamos originales a editoriales sin demasiado éxito, casi siempre. En esta ocasión, el feliz rescate de Félix Francisco Casanova nos llena de alegría. Un autor demasiado bueno y muy mal publicado hasta ahora, remedio que ha puesto Demipage, con gran acierto. Nuestra relación con este autor es especial y grata, dado que en el primer libro que sacamos en Escalera (AL MARGEN), escrito por Talía y por mí en un raro viaje de cuatro meses por India, el prologuista del libro, Juan Cruz, relacionó el carácter de Al margen con la obra de Felix F. Casanova. Por un tiempo fantaseamos con publicarlo (a Félix) en Escalera, pero ya estaba Tropo interesada (Tropo habría sido también un fantástico editor para Félix), aunque lo curioso es que ha sido al final otra editorial magnífica: Demipage, a sacarlo del polvoriento armario insular y a presentarlo como lo que es: una voz de vocación universal, si bien sus versos ya habían suscitado interés en el mundo del rock.
En fin, enhorabuena por esa publicación y, haciendo algo que no solemos hacer: hablar de nuestra efímera trayectoria como autores, nos permitimos compartir con ustedes un artículo de Juan Cruz (debajo) y les adjuntamos la nota introductoria de su autoría que escribió en su momento para la segunda edición de AL MARGEN, aunténtica coctelera de pruebas y sótano de nuestra Escalera.


Romper para ser


En Canarias hay una tradición de libertad literaria a la que de vez en cuando, y con una saludable frecuencia, le nacen hijos muy aventajados. Cuando descubrí Al margen, este libro poliédrico y fantástico de la pareja que forman Talía Luis Casado y Daniel Ortiz Peñate, pensé en esa sucesión de grandezas y de tachaduras (tachadura contra toda solemnidad) que ha hecho de la poesía y de la cultura literaria de las islas un saludable mundo en el que vivir.
En esa tradición hay padres supremos, como Agustín Espinosa o Rafael Arozarena, y padres jovencísimos, tristemente desaparecidos, como Félix Francisco Casanova. En ellos latía, como en estos testigos de su propio viaje, Talía y Daniel, la voluntad de regocijarse por dentro con la contemplación de su propio viaje, vital y literario.
Disfruté mucho con el libro; me produjo melancolía y nostalgia al mismo tiempo, porque yo mismo quise ser alguna vez como ellos, y como el Julio Cortázar de Los autonautas de la cosmopista, por cuyos andurriales anduve en algún momento, como todos anduvimos por otro libro, también cortazariano, que está en el origen, me parece, de algunos modos de Al margen. Hablo de Rayuela. Como Rayuela, y como Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, el libro de Talía y de Daniel se va haciendo mientras se construye la vida; ellos intervienen, claro, con una prosa divertida (en el sentido que le da Juan Cueto a la mirada divertida, se detienen en todo, por todo tienen interés), pero la vida les va saliendo al encuentro como una perpetua sorpresa.
Claro que si ellos tan solo pusieran el magnetófono, por decirlo así, y registraran lo que pasa sin más vuelo en el verso probablemente hubieran hecho un buen reportaje, porque tienen pulso, se les adivina, para el periodismo, pero son escritores, poetas, gente que va más allá del dato para convertirse en creadores de una atmósfera de cuya contemplación han logrado una obra de arte.
Cuando se presentó el libro en Madrid escribí unas líneas de salutación, que lamentablemente yo no pude leer. Ahí decía que este libro no es sólo el apunte de una sorpresa, sino una realidad que me honro en saludar como se saludan las olas: para asombrarse ante ellas y luego para abrazarlas. Después, unos meses más tarde, tuve ocasión de conocerles y de saludarles, y se reafirmó ahí la certeza de que estamos ante dos vocaciones que siguen un rastro, el de la mejor literatura de ruptura, que es la que mejor construye el alma de los libros. Rompiendo hacen, y de la ruptura viene su aliento. Así que ellos no pueden saber la alegría que me dan pidiéndome que le escriba estas líneas que ya van concluyendo para que ustedes se acerquen, con el mismo entusiasmo que yo, a esta lectura nutritiva y fresca. Como una fruta del árbol más húmedo de La Gomera.

Juan Cruz Ruiz

Más sobre Felix Francisco Casanova en este post del náugrafo digital y en este de Eduardo Laporte (que tanto monta monta tanto)

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