El corazón en el techo, yo recibiendo
el amor que corresponde a la legítima
mientras me observa desde arriba y lanza
mensajes codificados: “qué poco vales
por morir lentamente entre besos”.
Los tímpanos perciben el eco silencioso
del órgano que late por inercia que me espía
que se mezcla con lamentos los tuyos los míos
que llora por la que está suspirando por huesos
ajenos y que se ha rendido a otras manos.
Con el último suspiro en la soledad
de mi ausente delito me quedo quieta muy quieta
esperando a que regrese el trozo de carne
a su hueco, pero parece inerte, confiesa
con rabia entre los dientes que no desea
ocupar su sitio: no se sentiría cómodo
habitando las costillas
de una extraña.
el amor que corresponde a la legítima
mientras me observa desde arriba y lanza
mensajes codificados: “qué poco vales
por morir lentamente entre besos”.
Los tímpanos perciben el eco silencioso
del órgano que late por inercia que me espía
que se mezcla con lamentos los tuyos los míos
que llora por la que está suspirando por huesos
ajenos y que se ha rendido a otras manos.
Con el último suspiro en la soledad
de mi ausente delito me quedo quieta muy quieta
esperando a que regrese el trozo de carne
a su hueco, pero parece inerte, confiesa
con rabia entre los dientes que no desea
ocupar su sitio: no se sentiría cómodo
habitando las costillas
de una extraña.
Ana Patricia Moya, del poemario inédito Yo soy lo que dicen mis manos.
Ilustración by Leticia Vera, del blog Mi sonrisa sangra.
:)
ResponderEliminarPERIQUILLA LOS PALOTES
ME ALEGRO INFINITO POR LAS DOS PERSONAS QUE PROTAGONIZAN ESTE POST
ResponderEliminarKEBRAN