Tuve ocasión de colaborar con el recientemente fallecido José Luís López Vázquez en un libro que coordiné dedicado a su admirado RAFAEL AZCONA -Rafael Azcona, con perdón (1997)-. Le solicité un breve testimonio, y ésto es lo que José Luís me envió:
CULTO AL BIENAVENTURADO RAFAEL AZCONA
José Luís López Vázquez
Si no hubiera existido Rafael Azcona, José Luís López Vázquez, actor, tampoco existiría. El hombre, amigo, escritor, es pues, básico, irreversible y fundamental para mí. Lamento de veras, eso sí, que seamos amigos de manera infrecuente por razón de nuestras profesiones y quehaceres que nos hacen andar siempre agazapados, al acecho e inmersos en nuestro respectivo trabajo. Pero aunque sólo sea una vez al año, no de higos a peras, sino más bien de turrón a turrón, nos prenotamos para felicitarnos las Pascuas, ora con alguna postal insólita aparejada de conseja ejemplar y gozosa, ora con palabrejas tiernas.Sé muy poco de la intimidad de Rafael, si no es casi nada, pues no es hombre que se prodigue. Yo diría que ese es su particular estilo, sus modos y sus costumbres. Pero le considero concienzudo, creativo, inspirado, peculiar, perceptivo, sensible, escéptico y sabio. Y esas son sobradas razones en las que por respeto y devoción, no debe uno entrometerse.En la época de sus inicios literarios, recién aposentado en La Codorniz, un común amigo y contertulio del Café Comercial, al que también acudía Rafael, me refería que lo primero que hacía nada más llegar instalándose en el aterciopelado y fofo peluche color fucsia, era sacar el pañuelo, cubrirse la cara y dormitar un ratito, al margen de lo que se hablara y discutiera en la tertulia. Es un dato.Le conocí por entonces, más o menos cuando vio la luz El repelente niño Vicente y estando a vueltas con Marco Ferreri en el proyecto de la película El pisito, el primer film neorrelista que irrumpió después de muchos avatares, en el curso de nuestra cinematografía y en el que, como es sabido, participé. Después, al arrimo de este primer éxito, vino El cochecito y comenzó su etapa colaboradora con Luís García Berlanga en Se vende un tranvía, Plácido, precursoras de sus sucesivas participaciones hasta la última película anotada que es, según creo, Moros y cristianos. Inmediatamente está la etapa de Carlos Saura con Peppermint frappé, El jardín de las delicias, La prima Angélica, etc., sin olvidar el resto de su participación con los directores José Mª Forqué, Pedro Olea, Pedro Masó, José Luís García Sánchez y demás y en las que por suerte para mí, tuve la satisfacción de intervenir en bastantes.Personalmente, he contado con una identidad suficientemente especial-físico-cinematográfica, para interpretar a tipos parecidos al descrito en Los muertos no se tocan, nene, como es el de don Fabián Bígaro Perlé, Jefe de la Burocracia Civil de 2ª Clase y Miembro de la Sociedad Protectora de Animales y del Círculo Pro Educación de Niños Tontos, y procura darles naturaleza creíble. Lo cual es para mí una auténtica suerte.Aparte de muchas cosas, comparto con Rafael, su terror metafísico a la edad, el envejecimiento y el deterioro, como también participo en su opinión de que las novias se vuelven invariablemente gordas y feas, de que el cine debía prohibirse porque te deja idiota y te devuelve a la realidad hecho una piltrafa y también de que esas melodías de ritmo muy lento que casi todos hemos bailado absortos y traspuestos en su momento, estaban escritas para que muchos de nosotros creyéramos, mecidos por las falaces notas, que el amor es una aventura maravillosa y eterna. Querido Rafael, eso es todo lo que escasamente puedo deducir de tí. Gracias por estar aún con nosotros, por haber inventado y resuelto tanto relato genial, en los que intenté integrarme lo mejor que pude como actor y, sobre todo, por no haberte muerto todavía como aseverabas, creo recordar, en tu autobiografía pequeñita que escribiste una vez.
Extraído del blog de Asperezas de Pepe Pereza (quien a su vez lo extrae del blog de Kabemayor http://kabemayor.blogspot.com/)
Y además, este impagable video (CHUPAGOMAS, MELENUDO, ALTO, YEYÉ), con López Vazquez en estado puro (en los cinco primeros segundos, luego salen unos yeyés).
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