criarse o malcriarse
en un barrio como el mío
donde las historias
sobre yonquis
lanzándose a las vías del tren
acosados por una multitud
que quiere lincharles
o robos diarios
a mujeres
a plena luz del día
que vienen de comprar
con algún final fatal
para la víctima
eso
todo eso
te hace tener escamas
y te lo cuento
porque cuando el barrio
estaba atestado
de camellos
(aquello parecía el Sáhara)
y los pobres zombis
hacían lo impensable
por un pedazo de mierda
para seguir subsistiendo
yo
el que escribre
también tenía que cruzar
entre todo ésto para volver a casa
hasta que un día
con quince años
regresando no sé
si de inglés o mecanografía
un grupo de inquisidores
mayores que yo
un clan que ajusticiaba
a menudo
a los menos culpables
perseguían a uno
calle abajo
sólo les faltaban antorchas
al verse arrinconado
el yonqui sacó un pincho
como única defensa
y la comitiva
los cagaos
dieron un par de pasos atrás
y justo en ese instante
doblo la esquina
con mi mochila al hombro
y mis quince años en los ojos
me miró
aunque ni vi sus pupilas
ni el filo del pincho lo suficiente
momento en el que los lobos
se tiraron encima suyo
para despedazarlo
golpes de palos
de hierros
de carne
ventanas que se iluminaban
y lobos que huyen tras el festín
a las tres de la madrugada
incapaz de dormir
por el insomnio
me asomé
y todavía seguía el pobre diablo
tirado en el suelo
inmóvil
contando estrellas en el cielo
en un barrio como el mío
donde las historias
sobre yonquis
lanzándose a las vías del tren
acosados por una multitud
que quiere lincharles
o robos diarios
a mujeres
a plena luz del día
que vienen de comprar
con algún final fatal
para la víctima
eso
todo eso
te hace tener escamas
y te lo cuento
porque cuando el barrio
estaba atestado
de camellos
(aquello parecía el Sáhara)
y los pobres zombis
hacían lo impensable
por un pedazo de mierda
para seguir subsistiendo
yo
el que escribre
también tenía que cruzar
entre todo ésto para volver a casa
hasta que un día
con quince años
regresando no sé
si de inglés o mecanografía
un grupo de inquisidores
mayores que yo
un clan que ajusticiaba
a menudo
a los menos culpables
perseguían a uno
calle abajo
sólo les faltaban antorchas
al verse arrinconado
el yonqui sacó un pincho
como única defensa
y la comitiva
los cagaos
dieron un par de pasos atrás
y justo en ese instante
doblo la esquina
con mi mochila al hombro
y mis quince años en los ojos
me miró
aunque ni vi sus pupilas
ni el filo del pincho lo suficiente
momento en el que los lobos
se tiraron encima suyo
para despedazarlo
golpes de palos
de hierros
de carne
ventanas que se iluminaban
y lobos que huyen tras el festín
a las tres de la madrugada
incapaz de dormir
por el insomnio
me asomé
y todavía seguía el pobre diablo
tirado en el suelo
inmóvil
contando estrellas en el cielo
Ángel Muñoz Rodríguez, poema inédito.
gracias vicente por acordarte de mi para colocar este poema, un abrazo y repito, mil gracias.
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