Decadente, nihilista y sombría, Yo vigilo el camino (I Walk the line, 1970), de John Frankenheimer, es a la vez un retrato hiperrealista de la norteamérica rural y profunda, y una metáfora del sinsentido de nuestras vidas y del amor imposible y fingido... Un sheriff cincuentón desencantado de su familia y del mundo (grandioso Gregory Peck) y una Lolita inconsciente en una sociedad encorsetada e hipócrita, son los personajes con los que Frankenheimer construye este drama de soledad, desengaño y hastío, que deja un regusto amargo en la boca y una saudade punzante en el corazón. Por si fuera poco, la voz desgarrada de Johnny Cash con su guitarra pone la guinda perfecta de nostalgia al pastel. Una pieza de culto del cine norteamericano y otra recomendación imprescindible para cualquier Hijo de Satanás.
Vicente Muñoz Álvarez
Vicente Muñoz Álvarez
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Gracias.
ResponderEliminarHabrá que echar un ojo.
Vengo desde el link del blog Castorín. REcomendado.
Una suerte haber pasado por aquí.
Os envio un saludo