miércoles, 16 de septiembre de 2009

LIBIDINOSOS ANÉLIDOS por Norberto Luis Romero.


El galeno aplicó las sanguijuelas al paciente y se excusó prometiendo regresar al cabo de dos horas. En una calleja oscura el hombre fue asaltado por maleantes, con tan poca fortuna que se le fue la vida por la yugular cercenada.

Al cabo de los días, algunos vecinos se acercaron a la casa del enfermo interesados por su salud. En la cama hallaron una docena de globos rojos, enormes y tensos, a punto de estallar, y el que había sido paciente era ahora un esqueleto cubierto de piel reseca. Bombeando con las manos, como hacen los gatitos con sus patas para extraer la leche de su madre, lograron revertir el flujo de las sanguijuelas y devolverle la sangre al paciente, que se recuperó y vivió muchos años, muchísimos a decir de algunos, porque junto a su legítima sangre llegaron nuevos glóbulos cargados de pensamientos, costumbres, caprichos… llamémosles, rarezas, como la de pasarse el día agazapado bajo las aguas espumosas del río, acechando las piernas desnudas de las lavanderas, esas que no paran de cuchichear y reírse.

Norberto Luis Romero, de Criaturas Voraces (Colección "Isla Moreau", bestiarios. Edición e ilustraciones de José-Joaquín Beeme. Italia, 2009).

http://www.norbertoluisromero.com/

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