lunes, 14 de septiembre de 2009

ELOGIO DEL PROXENETA


22 de noviembre

Es el instante, o sería apropiado escribir la rugosa noche, de la no convicción y del mal sueño que se prolonga. Hasta dudo ya de que realmente more bajo este techo y no en el de Rodeo o en el de La Sal. Si ni creo ser yo quien me invento en lugares diferentes, sin pasión, sin desprecio, o soy el que admite su error y se diluye en la torpe ortografía. Sucede que me emborracho con frecuencia de ciclos improba­bles y me desorienta ese azar. Cómo, si no, se justifican mis ganas de retirar las ramas de los paleros que me impiden ver el lago. Si todo es terror y decadencia física que abrasa, pese a tenerla ya sabida; si uno nunca fue dichoso en la querella barata del bienestar y de la copita llena. Habría que añadir que la copita bien pudo servirse repleta de beleño, del tirano y subjetivo que aturde y que, si bien nosotros porfiamos, no nos mata. Que lo confirme mi ropa amontonada en una esquina del cuarto, en tanto yo le sorprendo otro punto de fuga al dolor, mi conseje­ro habitual, y toco mis manos y me consta que no se hospedan aquí ya, cobardes manos mías. Y ahora qué hago yo. Sin ellas.

Charlotte acude a consolarme y no me tienta. Se la ve radiante debido a que se aproximan, para mí, los aciagos días del cobro y la espío a través de una rendija sumándole a su pequeña fortuna algunos ceros en el Banco de Bilbao. A lo mejor después, una chupadita rápida. Leo de lo que ella me trajo en verano y yo casi marginé. Hermosas palabras las del postrado Joë Bous­quet que me plantan en el ánimo más grietas. El amor con sus alas de cólera. Bastante más desconsuelo del que alimentaba antes. Y ganas de llorar, pero como sollozaría un galápago ermitaño. A lo mejor, ahora sí, Charlotte se me hace necesa­ria y me consiente hurgar un poqui­tín en sus adentros, sólo para explicarle que siempre la he amado y que la soledad...

Luis Miguel Rabanal, de Elogio del Proxeneta (Ediciones Escalera, 2009).

http://www.edicionesescalera.com/libro.asp?codart=TRA004

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