Demostró coraje cuando en una tarde de otoño a la salida del colegio impidió que el Sebas y el Juaqui sirlaran el tabaco y algo más con la trampa del billete marcado a la Juana, la viuda del puestecillo de pipas.
Exhibió su valentía la noche de invierno en la que salió ardiendo la chabola de la Rosa y el Pedro cuando éste quedó dormido con un cigarro en la boca y la espuma del colchón prendió como una tea, y aunque no pudo hacer nada por los padres, al Pedrín lo arrastró de la cuna entre la asfixia del humo, y las llamas, que dejaron huérfana a la criatura.
Supimos definitivamente de su valor la mañana de primavera en la que murió padre, el señor Lucio; cuando nos contaba, a mi madre, a mi hermana y a mí, en la sala de urgencias de aquel hospital, que había hecho el recorrido de Pan Bendito hasta el Doce de Octubre en mucho menos de tres minutos, saltándose semáforos y cedas, pero que el Supermirafiori no daba pa más, y que el infarto venía de cara, y que todo fue una puta desgracia.
Abrazados los tres, lloramos.
Pero la madrugada de aquel verano en la que vinieron un par de maderos llamando a su puerta, preguntándole que si él era José Bermúdez, y éste con las manos en los bolsillos se encogió de hombros y asintió; mi hermana y yo entonces supimos de cierto que mi vecino, el héroe de nuestra infancia, ese día se esfumaba; madre ya nos había avisado de antemano, aunque últimamente estuviese muy ocupada aplicando hielo a los moratones de Sandra.
Gsus Bonilla, inédito.
http://gsusbonilla.blogspot.com/
Exhibió su valentía la noche de invierno en la que salió ardiendo la chabola de la Rosa y el Pedro cuando éste quedó dormido con un cigarro en la boca y la espuma del colchón prendió como una tea, y aunque no pudo hacer nada por los padres, al Pedrín lo arrastró de la cuna entre la asfixia del humo, y las llamas, que dejaron huérfana a la criatura.
Supimos definitivamente de su valor la mañana de primavera en la que murió padre, el señor Lucio; cuando nos contaba, a mi madre, a mi hermana y a mí, en la sala de urgencias de aquel hospital, que había hecho el recorrido de Pan Bendito hasta el Doce de Octubre en mucho menos de tres minutos, saltándose semáforos y cedas, pero que el Supermirafiori no daba pa más, y que el infarto venía de cara, y que todo fue una puta desgracia.
Abrazados los tres, lloramos.
Pero la madrugada de aquel verano en la que vinieron un par de maderos llamando a su puerta, preguntándole que si él era José Bermúdez, y éste con las manos en los bolsillos se encogió de hombros y asintió; mi hermana y yo entonces supimos de cierto que mi vecino, el héroe de nuestra infancia, ese día se esfumaba; madre ya nos había avisado de antemano, aunque últimamente estuviese muy ocupada aplicando hielo a los moratones de Sandra.
Gsus Bonilla, inédito.
http://gsusbonilla.blogspot.com/
el BONILLA es demasiao
ResponderEliminarKebran