Dices que no hay nada
más allá del claustrofóbico bullicio de tu habitación.
Yo te creo.
En la mía sólo se escucha el tintineo ojeroso
del aguardiente sobre los muebles
y contra las paredes sometidas a geometrías no euclídeas
se retuercen las esquinas en su ulular rítmico
de sueños como panderetas que avisan de su llegada.
Es momento para el té de la amapola
y entre sus brumas por fin descanso.
¿Cómo son tus sueños, maestro?
Los míos anochecen cubiertos de legajos y predicciones imposibles,
de raíces gibosas que crecen alrededor de las patas
como la madre araña abrazando a sus crías más débiles
antes de devorarlas;
llenos de abalorios venenosos,
prohibidos por las más abominables civilizaciones.
¿Maestro, son así, verdad?
Tú sabes que contra nuestros monstruos las balas
y el fuego son tan inútiles como el vaso roto
frente al océano.
Maestro, tú que esperas ansioso al cuervo
y envenenas de ajenjo sus córneas para que el manjar sea más apreciado;
tú que quemas todas las otras cartas de admiración
para que el fuego se extienda hasta prender nuestras pesadillas,
y tú que discretamente cerraste los círculos y nos dejaste atrapados,
y solamente te concentraste en propagar el terror
como una peste que estremece los cuerpos de los niños
en su primera noche helada en ausencia de materna tibieza.
Sé que ya los oyes reptar,
que escuchas la burbujeante lengua de Cthulhu llamándote.
¿Convocándote acaso a la toma del primer brebaje de la tarde,
entre sus pirámides dementes y sus ruinas primigenias?
Es tarde ya, maestro; pero te escribo
porque el pasillo del que me hablaste no tiene fin
y aunque los terrones de la morfina se derraman sobre mis ojos
no puedo dormir.
Te escribo porque ellos están
raspando mi puerta,
y si estoy tan asustado es sólo porque,
por primera vez, entiendo lo que dicen.
Sentidamente tuyo.
Bela.
más allá del claustrofóbico bullicio de tu habitación.
Yo te creo.
En la mía sólo se escucha el tintineo ojeroso
del aguardiente sobre los muebles
y contra las paredes sometidas a geometrías no euclídeas
se retuercen las esquinas en su ulular rítmico
de sueños como panderetas que avisan de su llegada.
Es momento para el té de la amapola
y entre sus brumas por fin descanso.
¿Cómo son tus sueños, maestro?
Los míos anochecen cubiertos de legajos y predicciones imposibles,
de raíces gibosas que crecen alrededor de las patas
como la madre araña abrazando a sus crías más débiles
antes de devorarlas;
llenos de abalorios venenosos,
prohibidos por las más abominables civilizaciones.
¿Maestro, son así, verdad?
Tú sabes que contra nuestros monstruos las balas
y el fuego son tan inútiles como el vaso roto
frente al océano.
Maestro, tú que esperas ansioso al cuervo
y envenenas de ajenjo sus córneas para que el manjar sea más apreciado;
tú que quemas todas las otras cartas de admiración
para que el fuego se extienda hasta prender nuestras pesadillas,
y tú que discretamente cerraste los círculos y nos dejaste atrapados,
y solamente te concentraste en propagar el terror
como una peste que estremece los cuerpos de los niños
en su primera noche helada en ausencia de materna tibieza.
Sé que ya los oyes reptar,
que escuchas la burbujeante lengua de Cthulhu llamándote.
¿Convocándote acaso a la toma del primer brebaje de la tarde,
entre sus pirámides dementes y sus ruinas primigenias?
Es tarde ya, maestro; pero te escribo
porque el pasillo del que me hablaste no tiene fin
y aunque los terrones de la morfina se derraman sobre mis ojos
no puedo dormir.
Te escribo porque ellos están
raspando mi puerta,
y si estoy tan asustado es sólo porque,
por primera vez, entiendo lo que dicen.
Sentidamente tuyo.
Bela.
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Octavio Gómez Milián, de Nada mejor para esta noche (Olifante, 2008).
Carta de B.L. a H.P. pertenece al poemario Nada mejor para esta noche, de Octavio Gómez Milián, publicado recientemente por la Editorial Olifante y lleno de vidas paralelas y extrañas, ángeles caídos y perros de lluvia. Nuestro drugo Octavio en estado puro, desbordante y sorprendente siempre, y otra de nuestras recomendaciones señaladas para amenizar el invierno leyendo poesía. v.
magistral..
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