sábado, 10 de enero de 2009

ANTISEMITA. Ángel Petisme

Foto: Ángel Trotter


No soy antisemita, lo repito.
Me han besado y desnudado con canciones de Dylan
y la Rapsodia del Gershwin azul.
Busqué de adolescente la melena de Tasio
por el Lido de la mano de Mahler.
Aprendí a transformar mi energía con Einstein.
¿Cómo odiar a un judío que ha dicho:
La ultima vez que estuve dentro de una mujer
fue cuando visité la Estatua de la Libertad?


Y vine a Palestina para aprender.
Me encaramé a los silencios milenarios
de los olivos y sus vientos sonámbulos,
sorteé los ganglios, las trincheras, el odio,
las minas, la demagogia,los dioses mudos,
y de uno y otro signo
todos los fanatismos, todos los fatalismos,
buscando las estrellas, las respuestas
que dormían en los pozos cegados.


Y los ojos de la gente
y las raíces del corazón me hablaron
de darna *, del sumud *.
Y el espíritu que insuflaba sus vidas,
el aullido de sus ojos
y esa alegría de los desesperados,
me hablaron de paz, amor y tierra,
del sueño de una comunidad…


Yo era un tonto -como escribía Alberti-
y lo que vi me hizo dos tontos cruzando Allenby Brigde.
Y vi doscientos kilómetros de vergüenza y pared
(serán seiscientos veinte de solución final)
estrangulando Cisjordania por sus cuatro veletas.
Seiscientos veinte kilómetros de tela para sudarios.
Seiscientos veinte jinetes de fuego sin pupilas.

Si miras hacia otro lado te aseguro:
algún día tus hijos han de morir de insomnio.
Olvidarán tus cuentos y el color de tus besos
y al avestruz cómplice al que llamaban Padre.
No hables de Palestina cuando ya sea tarde.


No soy antisemita. Lo repito.
Nada tengo que ver con Goebbels ni los Reyes Catódicos.
Cuando las esvásticas derribaban mi puerta
temblaba en los tejados del ghetto de Varsovia
a punto de saltar como un ángel famélico.
Mi sonrisa sin dientes resbaló por las fosas,
mi piel se hizo jabón, mis cenizas
mortaja de la luna de Auswichtz.

El victimismo de este pueblo elegido
es tan vano y puerilque acaban por llamar antisemitas
a los que ahora contamos
que ellos son los verdugos.

Yo vine a este lugar a mirar a las hienas
y lo que vi me hizo tonto de capirote.
Alguien clavó con alfileres
su mapa, las líneas verdes y ese sueño convulso,
una mariposa sobre mi corazón.
No hables de Palestina cuando ya sea tarde.

*Darna: En árabe,”nuestra casa”. Jean Genet escribe en Cuatro horas en Chatila: “Otras mujeres, más mayores que ésta, se reían de tener por hogar tres piedras ennegrecidas que llamaban: “nuestra casa”. Con qué voz infantil me mostraban las tres piedras, y a veces con las brasas encendidas, me decían riendo: darna”

*Sumud: Resistir. Maha, una joven de 18 años, le explica a Kenizé Mourad en su libro El perfume de nuestra tierra: “El sumud es no abandonar jamás, resistir ante y contra todo, una resistencia pasiva si no es posible nada más. La paciencia.”

Angel Petisme, del libro Insomnio de Ramalah (poemas palestinos). Ed. Eclipsados,2005

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