Ayer, contra todo pronóstico meteorológico, pasó un huracán por Pamplona, un huracán con nombre de mujer (no es cierto que los huracanes lleven siempre nombre de mujer, por cierto, alternan las denominaciones masculinas y femeninas, y en este caso, de hecho, en realidad fueron dos huracanes, uno llamado Carla Badillo, y otro que responde por Pepe Pereza).
Carla y Pepe se dejaron caer por la vieja, fría y lluviosa Iruña (una pena que al final el aguanieve no llegara a más, hubiera sido todo un privilegio que Carla viera por primera vez la nieve junto a nosotros), a media tarde, y el huracán removió todo para que todo estuviera en su sitio, en el lugar exacto, sabéis de lo que os hablo, una de esas ocasiones en que uno encuentra las razones que dan sentido a todo por lo que lucha, escribe, sigue en el camino… en las que todo se ordena, plácidamente por dentro y la vida tiene sentido, aunque solo sea por unos momentos.
Tomando unas cañas con Ernesto en el café Iruña
Carla vino con su libreta azul y sus anotaciones -escritas en un hermoso caos- sobre ese viaje que le está llevando por medio mundo (y en el cual Pamplona será una etapa, pequeña y casi fugaz, más, una modesta nota al pie) y dejó tras de ella estelas que nos conectan con lugares, incluso con épocas que nunca hubiéramos imaginado. Fue emocionante oírla hablar de sus encuentros con Ferlinguetti, Corso, Neeli Cherkovski… O fotografiarnos junto al busto de Hemingway, en el café Iruña , donde el escritor solía beber (beber mucho). Cuando Vicente y yo empezamos toda esta aventura nunca imaginamos que llegaríamos tan lejos, que un día nuestro libro estaría entre las manos de las personas que más cerca estuvieron de Bukowski (Linda, Neeli…) y que estos se interesaran por él; es emocionante ver las fotos, y oír a Carla contar sus conversaciones con los beatniks…
Pepe y Carla, bien pertrechados contra el frío
Tengo, además, un pequeño tesoro, una foto que (según creí entender; Carla es una fuerza de la naturaleza, su conversación fluye como un torrente, y a veces resulta imposible recoger el caudal con las manos desnudas) sacó el padre de Neeli Cherkovski a Hank. No soy nada mitómano, pero no puedo evitar que se me ponga en piel de gallina el corazón, al pensar que de alguna manera, hay algo que me conecta directa, casi físicamente con el viejo indecente. Y tengo, además, también una pulsera para resistir, unas semillas de San Pedro que me protegerán de los malos, un poema manuscrito de Carla sobre el reverso de la foto de Hank...
Pero hay algo que me emociona aún más, y es la forma en que todo esto ha sucedido, en que las casualidades, las circunstancias, incluso (aunque suene grandilocuente) que el destino, han hecho que conozca a personas con las que no me siento un bicho raro, o no dejo de sentirlo pero me siento orgulloso de ello, personas con las que comparto inquietudes, miradas, sentimientos, personas como Carla, Pepe (que tampoco para, su cabeza es un campo que siembra y en el que recoge frutos, proyectos cada día), todos los hijos e hijas de Satanás… Hemos trazado una red (de la que JAB hablaba el otro día) que permite, por una parte, que algunos no caigamos al vacío, y por otra sirve para lanzar, atrapar, desarmar a las alimañas de la noche que demasiado a menudo nos acechan y lanzan dentelladas. Una red que debemos mantener bien trenzada y seguir extendiendo.
Cabronazo, esto lo has escrito en horas de trabajo, desde la oficina seguro. Así va el país. Pepe.
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ResponderEliminarEs una de las veces que más me he quedado frente al computador, casi muda, estupefacta, y entonces prefiero encender un cigarrillo, volverte a leer, sonreir. Ay Patxi, gracias por tu tiempo, tus palabras y la historia de Anabel mientras se cerraban las puertas del autobús. Pepe es un tipazo y esta vez él fue el puente entre Logroño y Pamplona. Dos hombres a los que respeto y ya se quedan en mi cuaderno VERDE, (has dicho azul, y yo le he dicho a pepe mira ha sido dislexico y pepe a su vez me corrije que no es dislexico es daltónico, jajaja.) Pues seguimos en el camino , brindando por los amigos, el arte, la resistencia y por qué no... por las pollas y los corazones más grandes del mundo.
ResponderEliminarAbrazo andino.
Carla. (que el huracán continúe)
Carla, es cierto, la historia de Anabel quedó en el aire: la conocí en un barnetegi, o sea, una especie de internado (pero llena de personas adultas, menudo peligro) en el que aprendíamos o perfeccionábamos nuestro euskera: estábamos en un pueblo en el que solo se hablaba vasco, en el barnetegi lo mismo... Yo estuve allá 9 meses, y me enamoré de Anabel, al principio solo hablamos en euskera, después un día nos pasamos al castellano, de repente, y así... Después yo me fui a Filipinas, etc. todo está en el libro Atrapados en el paraíso.
ResponderEliminarJoder, lo de ayer fue increible, me alegré muchod e que estuvieras por aquí. Hoy los montes de alrededor estaban nevados, en tu honor.
Atrapados en el paraíso, aun no lo leo, ni siquiera sé si lo consiga, pero ya puedo ver, imaginar, oler... lo que describes en ese libro.
ResponderEliminarSabes que sería parte de tu viaje y tus historias. Dale un abrazo a Anabela, y un beso a tus pequeños. Siempre hay un pretexto para regresar a lo que uno ama. Quizá algún día vuelva para ver caer la nieve, en Pamplona.
Joder con CARLA, la viajera incansable de eterna sonrisa(esto que no me lo fusile nadie eh?) Y a ver si es verdad eso de potenciarnos y hermananarnos. No es nada díficil hacer lo que yo hice. Echarle pelotas y tan sólo...amar a la gente y al poema. Tan sólo eso
ResponderEliminarAbrazotes
EL KEBRAN
Eso sí que es Pura Vida, hermanitos, me alegro mogollón por el regalo de Carla,huracán, terremoto & tormenta... Y por supuesto, por el regalísimo de Pepe, drugo amigo donde los haya... Salud & que Hank nos guarde a todos de los bichos malos ( y los hay pero que muy muy malos ). Besos & tila & buen rollo for ever: v.
ResponderEliminarLo digo con total sinceridad: Carla está haciendo lo que a mí me gustaría hacer tanto a este lado como al otro del charco.
ResponderEliminarEstá estrechando lazos que antes eran meras ondas invisibles.
No sé yo si no será su visita la que ha provocado ese sentimiento (o al menos la conciencia de tenerlo) del que habla Jab.
Salud!