A Lydia Lunch
El arma está cargada
Y apunta directamente al epicentro del terremoto
De tu corazón.
El arma está cargada,
Balas compradas en el mercado negro del Desamor,
Donde las conversaciones de borrachos
Se cuelan bajo las rendijas de las puertas
Estrellándose violentas
Contra los oídos necios que no quieren escuchar;
El arma está cargada
Y apunta directamente al epicentro del terremoto
De tu corazón.
El arma está cargada,
Balas compradas en el mercado negro del Desamor,
Donde las conversaciones de borrachos
Se cuelan bajo las rendijas de las puertas
Estrellándose violentas
Contra los oídos necios que no quieren escuchar;
No deja de resultarme curiosa
La manera absurda que tienes de susurrar mi nombre,
No deja de resultarme curiosa
La forma en que simulas que mi amor te pertenece
Inexorablemente…
La manera absurda que tienes de susurrar mi nombre,
No deja de resultarme curiosa
La forma en que simulas que mi amor te pertenece
Inexorablemente…
El arma está cargada
Y la mortecina luz de la lámpara ilumina mi cara,
Sombras bajo mis ojos
Y una mueca retorcida de odio en mis labios
Enroscada como serpiente venenosa;
Es tiempo de despedidas
Y de paranoicas reconciliaciones
Con fantasmas del pasado heridos de olvido…
Y la mortecina luz de la lámpara ilumina mi cara,
Sombras bajo mis ojos
Y una mueca retorcida de odio en mis labios
Enroscada como serpiente venenosa;
Es tiempo de despedidas
Y de paranoicas reconciliaciones
Con fantasmas del pasado heridos de olvido…
El arma está cargada
Y el fracaso agazapado al acecho
De un breve instante de duda,
El que produce quizá
El sonido violento
De un único disparo…
Y el fracaso agazapado al acecho
De un breve instante de duda,
El que produce quizá
El sonido violento
De un único disparo…
Mutilasueños.
José Manuel Vara, poema inédito.
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