martes, 3 de junio de 2008

Crónica de la presentación en Pamplona. Patxi Irurzun

Uno parecido a este había entre el público

La presentación de hoy de Pamplona ha sido... rara. Muy rara. Hay un montón de calificativos con los que se podría resumir. Surrealista. Gafada. Familiar. Imprevisible... Rara.
He estado, sí, solo ante el peligro. Kutxi, finalmente no ha podido venir, por una circunstancia personal que como es personal no voy a contar, una causa de fuerza mayor en todo caso (un abrazo desde aquí, Kutxi). Y una pena, porque el poeta de alcantarilla, el bandolero de los versos había preparado unas cuantas lecturas de lo más potentes.
Así las cosas, me he enfrentado como digo solo al toro. Que, dicho sea de paso, no daba ningún miedo, porque a la hora prevista allá solo estaban mi madre, mi mujer, mi hijo (que en casa, con sus 3 añitos, me ha echado la bronca por decir puta por el micrófono), dos o tres compañeras del curro (muchas gracias por escaparos para venir a verme), el fotógrafo de Diario de Noticias y un borracho de los que suele andar por la Plaza del Castillo que se lo ha pasado muy bien, la verdad, se ha reído mucho... Después se han ido sumando más gente, la escritora Susana Barragués, el fotógrafo Luis Azanza, Jorge Nagore, el columnista con la pluma mejor afilada en muchas millas a la redonda, Pablo Abarzuza, librero de casta y con pedigrí, enamorado de los personajes secundarios... De reojo también me ha parecido ver a El Drogas (Barricada) y Jose Mari Esparza, guerrillero de la edición al frente de la necesaria Txalaparta, pero no puedo asegurarlo... Y también un grupo de niños que se han sentado en la primera fila y que han escuchado muy atentos un poema de Bukowski que he leido, y después se han levantado de lo más formales y se han ido, espero que con el veneno de otra literatura diferente a la que les enseñan en el cole, inoculado en el cuerpo. También ha habido un chaval que me ha pedido que leyera algo del libro, y al que tengo que agradecérselo de corazón, porque ha sido la primera vez en mi vida que leo en público... y no ha salido nada mal.
De hecho, la presentación ha pasado de convertirse en algo familiar, o tal vez por eso, en una interacción. A lo tonto, he empezado, como digo a leer, me he animado y al final han sido dos o tres poemas, un trozo de un cuento, después le he dado un par de tragos a la cerveza y ya me he atolondrado y no se me entendía nada (perdona, Jorge)... Pero hasta ahí, bien. Y el borracho venga reírse.
De los chicos de la prensa, salvo las honrosas excepciones de siempre (Diario de Noticias y Radio Euskadi -que por cierto, hoy ha emitido un mini reportaje en el programa Kultura.com, sobre nuestro libro- a los que agradezco todo el apoyo que me han prestado ahora y siempre, y a Carlos Pérez Conde, de la SER), los demás, ni rastro, mañana veremos si dicen algo o siguen callando (y entonces obraremos en consecuencia).
Fotos no he podido sacar, porque se me ha petado la tarjeta de memoria. Sí, hoy ha sido un día algo gafe. Pero al menos, no ha llovido.
La sensación que me queda, en definitiva, agridulce. Me he sentido muy solo (nadie es profeta en su tierra, dicen) y a la vez mejor acompañado que nunca, por los que me quieren de verdad, y no me parece mal haber hecho una presentación casi en exclusiva para ellos.
Por lo demás, la fiesta sigue. El viernes estaré en la Biblioteca de Berriozar, a las 19:30, y hablaré de Ciudad Retrete, una novela que publiqué hace cinco o seis años (en Txalaparta, precisamente), y por supuesto de Hank Over. Igual hasta vuelvo a leer.

4 comentarios:

  1. pues de seguro que se la pasó bien el borrachito. Me muero de ganas por saber qué poema leiste frente a los niños, ya hubiese querido yo escuchar algún poema del viejo Buk, cuando niña.

    Abrazo desde Kitu, que allá y acá vivimos la misma resaca.
    Carla.

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  2. Carla, este es el poema. Aprovecho para felicitarte por tu blog, que he descubierto a través de JAB.

    59 centavos la libra

    me gusta vagar por los lugares cotidianos
    y saborear a la gente
    —desde cierta distancia—.
    no los quiero demasiado cerca
    porque es cuando el desgaste comienza.
    pero en los supermercados
    las lavanderías
    los cafés
    las esquinas
    los paraderos
    los restaurantes
    los kioscos
    puedo mirar sus cuerpos
    y sus caras
    y su ropa
    la manera en que caminan
    o se paran
    o lo que están haciendo.
    soy como un aparato de rayos x
    me gustan así:
    a la vista.
    imagino las mejores cosas
    de ellos.
    los imagino bravos y locos
    los imagino bellos.
    me gusta vagar por los lugares cotidianos.
    siento pena por todos nosotros o felicidad
    por todos nosotros
    atrapados vivos al mismo tiempo
    y torpes por eso.
    no hay nada mejor que
    el chiste que somos
    lo serio que somos
    lo estúpido que somos
    comprando medias y zanahorias y chicles
    y revistas
    comprando control de natalidad
    caramelos
    spray
    y papel higiénico.
    deberíamos construir una gran fogata
    deberíamos felicitarnos por nuestra
    resistencia
    hacemos largas colas
    caminamos
    esperamos.
    me gusta vagar por los lugares cotidianos
    la gente se explica sola
    y yo hago lo mismo
    una mujer a las 3:35 de la tarde
    pesando uvas púrpuras en una balanza
    mirando la balanza muy
    seriamente
    ella tiene un vestido simple, verde
    con un diseño de flores blancas
    agarra las uvas
    y las pone con cuidado dentro de una bolsa
    de papel.
    eso es iluminación suficiente
    los generales y los doctores pueden matarnos
    pero nosotros
    hemos ganado.

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  3. Me alegra a mí también que nos hayamos cruzado en el camino... ya sabemos en qué dirección caminamos. Gracias por colocar el poema de buk.

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  4. Aúpa ese Irurzun, ya girará el sol.
    Un abrazo artista.
    JNF.

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