La presentación de hoy de Pamplona ha sido... rara. Muy rara. Hay un montón de calificativos con los que se podría resumir. Surrealista. Gafada. Familiar. Imprevisible... Rara.
He estado, sí, solo ante el peligro. Kutxi, finalmente no ha podido venir, por una circunstancia personal que como es personal no voy a contar, una causa de fuerza mayor en todo caso (un abrazo desde aquí, Kutxi). Y una pena, porque el poeta de alcantarilla, el bandolero de los versos había preparado unas cuantas lecturas de lo más potentes.
Así las cosas, me he enfrentado como digo solo al toro. Que, dicho sea de paso, no daba ningún miedo, porque a la hora prevista allá solo estaban mi madre, mi mujer, mi hijo (que en casa, con sus 3 añitos, me ha echado la bronca por decir puta por el micrófono), dos o tres compañeras del curro (muchas gracias por escaparos para venir a verme), el fotógrafo de Diario de Noticias y un borracho de los que suele andar por la Plaza del Castillo que se lo ha pasado muy bien, la verdad, se ha reído mucho... Después se han ido sumando más gente, la escritora Susana Barragués, el fotógrafo Luis Azanza, Jorge Nagore, el columnista con la pluma mejor afilada en muchas millas a la redonda, Pablo Abarzuza, librero de casta y con pedigrí, enamorado de los personajes secundarios... De reojo también me ha parecido ver a El Drogas (Barricada) y Jose Mari Esparza, guerrillero de la edición al frente de la necesaria Txalaparta, pero no puedo asegurarlo... Y también un grupo de niños que se han sentado en la primera fila y que han escuchado muy atentos un poema de Bukowski que he leido, y después se han levantado de lo más formales y se han ido, espero que con el veneno de otra literatura diferente a la que les enseñan en el cole, inoculado en el cuerpo. También ha habido un chaval que me ha pedido que leyera algo del libro, y al que tengo que agradecérselo de corazón, porque ha sido la primera vez en mi vida que leo en público... y no ha salido nada mal.
De hecho, la presentación ha pasado de convertirse en algo familiar, o tal vez por eso, en una interacción. A lo tonto, he empezado, como digo a leer, me he animado y al final han sido dos o tres poemas, un trozo de un cuento, después le he dado un par de tragos a la cerveza y ya me he atolondrado y no se me entendía nada (perdona, Jorge)... Pero hasta ahí, bien. Y el borracho venga reírse.
De los chicos de la prensa, salvo las honrosas excepciones de siempre (Diario de Noticias y Radio Euskadi -que por cierto, hoy ha emitido un mini reportaje en el programa Kultura.com, sobre nuestro libro- a los que agradezco todo el apoyo que me han prestado ahora y siempre, y a Carlos Pérez Conde, de la SER), los demás, ni rastro, mañana veremos si dicen algo o siguen callando (y entonces obraremos en consecuencia).
Fotos no he podido sacar, porque se me ha petado la tarjeta de memoria. Sí, hoy ha sido un día algo gafe. Pero al menos, no ha llovido.
La sensación que me queda, en definitiva, agridulce. Me he sentido muy solo (nadie es profeta en su tierra, dicen) y a la vez mejor acompañado que nunca, por los que me quieren de verdad, y no me parece mal haber hecho una presentación casi en exclusiva para ellos.
Por lo demás, la fiesta sigue. El viernes estaré en la Biblioteca de Berriozar, a las 19:30, y hablaré de Ciudad Retrete, una novela que publiqué hace cinco o seis años (en Txalaparta, precisamente), y por supuesto de Hank Over. Igual hasta vuelvo a leer.
He estado, sí, solo ante el peligro. Kutxi, finalmente no ha podido venir, por una circunstancia personal que como es personal no voy a contar, una causa de fuerza mayor en todo caso (un abrazo desde aquí, Kutxi). Y una pena, porque el poeta de alcantarilla, el bandolero de los versos había preparado unas cuantas lecturas de lo más potentes.
Así las cosas, me he enfrentado como digo solo al toro. Que, dicho sea de paso, no daba ningún miedo, porque a la hora prevista allá solo estaban mi madre, mi mujer, mi hijo (que en casa, con sus 3 añitos, me ha echado la bronca por decir puta por el micrófono), dos o tres compañeras del curro (muchas gracias por escaparos para venir a verme), el fotógrafo de Diario de Noticias y un borracho de los que suele andar por la Plaza del Castillo que se lo ha pasado muy bien, la verdad, se ha reído mucho... Después se han ido sumando más gente, la escritora Susana Barragués, el fotógrafo Luis Azanza, Jorge Nagore, el columnista con la pluma mejor afilada en muchas millas a la redonda, Pablo Abarzuza, librero de casta y con pedigrí, enamorado de los personajes secundarios... De reojo también me ha parecido ver a El Drogas (Barricada) y Jose Mari Esparza, guerrillero de la edición al frente de la necesaria Txalaparta, pero no puedo asegurarlo... Y también un grupo de niños que se han sentado en la primera fila y que han escuchado muy atentos un poema de Bukowski que he leido, y después se han levantado de lo más formales y se han ido, espero que con el veneno de otra literatura diferente a la que les enseñan en el cole, inoculado en el cuerpo. También ha habido un chaval que me ha pedido que leyera algo del libro, y al que tengo que agradecérselo de corazón, porque ha sido la primera vez en mi vida que leo en público... y no ha salido nada mal.
De hecho, la presentación ha pasado de convertirse en algo familiar, o tal vez por eso, en una interacción. A lo tonto, he empezado, como digo a leer, me he animado y al final han sido dos o tres poemas, un trozo de un cuento, después le he dado un par de tragos a la cerveza y ya me he atolondrado y no se me entendía nada (perdona, Jorge)... Pero hasta ahí, bien. Y el borracho venga reírse.
De los chicos de la prensa, salvo las honrosas excepciones de siempre (Diario de Noticias y Radio Euskadi -que por cierto, hoy ha emitido un mini reportaje en el programa Kultura.com, sobre nuestro libro- a los que agradezco todo el apoyo que me han prestado ahora y siempre, y a Carlos Pérez Conde, de la SER), los demás, ni rastro, mañana veremos si dicen algo o siguen callando (y entonces obraremos en consecuencia).
Fotos no he podido sacar, porque se me ha petado la tarjeta de memoria. Sí, hoy ha sido un día algo gafe. Pero al menos, no ha llovido.
La sensación que me queda, en definitiva, agridulce. Me he sentido muy solo (nadie es profeta en su tierra, dicen) y a la vez mejor acompañado que nunca, por los que me quieren de verdad, y no me parece mal haber hecho una presentación casi en exclusiva para ellos.
Por lo demás, la fiesta sigue. El viernes estaré en la Biblioteca de Berriozar, a las 19:30, y hablaré de Ciudad Retrete, una novela que publiqué hace cinco o seis años (en Txalaparta, precisamente), y por supuesto de Hank Over. Igual hasta vuelvo a leer.
pues de seguro que se la pasó bien el borrachito. Me muero de ganas por saber qué poema leiste frente a los niños, ya hubiese querido yo escuchar algún poema del viejo Buk, cuando niña.
ResponderEliminarAbrazo desde Kitu, que allá y acá vivimos la misma resaca.
Carla.
Carla, este es el poema. Aprovecho para felicitarte por tu blog, que he descubierto a través de JAB.
ResponderEliminar59 centavos la libra
me gusta vagar por los lugares cotidianos
y saborear a la gente
—desde cierta distancia—.
no los quiero demasiado cerca
porque es cuando el desgaste comienza.
pero en los supermercados
las lavanderías
los cafés
las esquinas
los paraderos
los restaurantes
los kioscos
puedo mirar sus cuerpos
y sus caras
y su ropa
la manera en que caminan
o se paran
o lo que están haciendo.
soy como un aparato de rayos x
me gustan así:
a la vista.
imagino las mejores cosas
de ellos.
los imagino bravos y locos
los imagino bellos.
me gusta vagar por los lugares cotidianos.
siento pena por todos nosotros o felicidad
por todos nosotros
atrapados vivos al mismo tiempo
y torpes por eso.
no hay nada mejor que
el chiste que somos
lo serio que somos
lo estúpido que somos
comprando medias y zanahorias y chicles
y revistas
comprando control de natalidad
caramelos
spray
y papel higiénico.
deberíamos construir una gran fogata
deberíamos felicitarnos por nuestra
resistencia
hacemos largas colas
caminamos
esperamos.
me gusta vagar por los lugares cotidianos
la gente se explica sola
y yo hago lo mismo
una mujer a las 3:35 de la tarde
pesando uvas púrpuras en una balanza
mirando la balanza muy
seriamente
ella tiene un vestido simple, verde
con un diseño de flores blancas
agarra las uvas
y las pone con cuidado dentro de una bolsa
de papel.
eso es iluminación suficiente
los generales y los doctores pueden matarnos
pero nosotros
hemos ganado.
Me alegra a mí también que nos hayamos cruzado en el camino... ya sabemos en qué dirección caminamos. Gracias por colocar el poema de buk.
ResponderEliminarAúpa ese Irurzun, ya girará el sol.
ResponderEliminarUn abrazo artista.
JNF.