viernes, 16 de mayo de 2008

YO FUI UN BUKOWSKIANO ADOLESCENTE, por Hernán Migoya



Siempre he pensado que Bukowski era un magnífico invento editorial. Que el tipo en realidad no existía. Que se lo habían sacado de la manga varios editores pijos en un momento de risas.

Quizás es porque compagino sentimientos de ternura e inquina hacia Bukowski. Él fue un gran democratizador de la literatura, enseñó que todo el mundo podía escribir. Bueno, no: que todo el mundo tenía cosas de las que escribir, en su propia vida, en su propia monotonía, en su propio vacío.

Bukowski es a la literatura lo que la cámara de vídeo al cine. Con el advenimiento del cine digital, muchos críticos se quejaron -algunos se siguen quejando- de que no se le puede dejar dirigir a cualquiera. A muchos les interesa el elitismo de pocos. Más que nada por mantener su cotarro inviolado e incuestionado, claro.

En realidad, es cojonudo que todo el mundo pueda dirigir y escribir. La calidad viene después. Pero la oportunidad debería ser de todos.

Sin embargo, sigo teniéndole un algo de reparo, un recelo, al personaje. Quizá porque, irónicamente, muchas veces se retrató como personaje antes que como persona. Es como la pose previa del poeta empalagoso: hay también un estereotipo proyectado por el mismo Bukowski en sus páginas. La del fracasado borracho, chulo y orgulloso. Tanto como odia su persona, está enamorado de su propio personaje: cuántas veces hemos hablado de esto Santiago Sequeiros y yo, él con más propiedad, pero casi siempre de acuerdo sobre este particular. A ambos nos gustaba el escritor; el personaje no nos acababa de dar el pego.

Aún guardo un recuerdo estupendo de algunas de sus novelas: Cartero, La senda del perdedor y, sobre todo, Hollywood; porque en esta última, irónicamente, el peso de los años toleraba menos pose… y porque hablaba de Mickey Rourke y de una peli que adoro (Santi, que es nuestro Mickey, también): Barfly, de Barbet Schroeder: que es la película del personaje. Qué se le va a hacer, en la peli funciona.

Pero si hay una sola cosa relativa a Bukowski que no soporto es a los fanáticos de Bukowski.



Como éste, por ejemplo.

Ellos sí que están completamente enamorados, no de Bukowski, sino del personaje de Bukowski. Hasta el tuétano.

¿Cómo se puede mitificar tanto el estereotipo de un autor que para mí es valioso por su mirada desmitificadora?

Este sábado a las 20.00 horas, en la Librería Taifa (Calle Verdi, 12), se presenta en Barcelona Hankover, un libro homenaje a Bukowski (excelentemente editado, por cierto, y con excelente portada de Miguel Ángel Martín) en el que escribimos treinta y seis autores. No sé cuántos se personarán allí, pero el que ha movido el invento, el entrañable Vicente Muñoz Álvarez, estará. Yo también. Creo…

[Hernán Migoya, extraído de su blog en Glénat]

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