martes, 6 de mayo de 2008

SPORCO COMUNISTA, MASCALZONE, por Octavio Gómez Milián.


La llamada del vampiro
que trae curvas insinuantes, en delivery,
es el grito del hambre.
Me dijo tú podrías matarme y serías famoso,
yo no puedo matarte porque no eres nadie
.
Yo no soy nadie,
soy ninguno, una sombra en una noche cerrada
de arena húmeda en el bosque apartado,
un vampiro que tropieza en la raíz deliberadamente
para caer rozando tu entrepierna
y oírte suspirar mientras buscas con tus labios
los cardenales de mis miserias,
enrollando nuestros sexos con el mismo apetito
con el que devoras tu existencia.

No hay gloria para mí,
tras los estertores en cascada,
sólo soy una sombra que le calla a otras sombras
la terrible noticia,
un vampiro imperceptible en los días que pasan.

Callaremos pues,
qué le importará a él
que busca en los parques sombras como yo,
sombras con las que alimentarse,
sabiendo que su mano sólo sirve
si toca mi cuerpo tibio.

Tienes la boca toda dientes y sangre,
y usas tierra para que el dolor pase;
apenas puedes hablar para pedirme que te exonere,
ahora ángel, antes sombra, siempre vampiro:
cuéntame cómo será la mañana de la mañana
cuando yo no esté,
-porque estaré muerto- la que no voy a ver,
mi sombra, mi ángel,
la mañana que se nos echará encima con sus colmillos
buscando no soltar ya el bello azul de tu cuello.
Seguro que será más hermosa
que cualquiera de las que he disfrutado estos años.
Esa es la desgracia del moribundo
.

Octavio Gómez Milián, del poemario Vidas Baratas ( Olifante 2008, en prensa ).

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