Llegué a Nueva Orleans con lluvia a las cinco de la madrugada. Me quedé un rato sentado en la estación de autobuses, pero la gente me deprimía, así que agarré mi maleta, salí afuera y comencé a caminar en medio de la lluvia. No sabía donde habría una pensión, ni donde podía estar el barrio pobre de la ciudad.
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