¿Quién dijo que los GENIOS no tienen corazón?... Y otras glándulas, a juzgar por esta tierna y pasional misiva, que el inefable James Joyce –uno de los pilares de la literatura contemporánea, le pese a quien le pese– dirigió a la también a su modo inefable Nora Barclay, esposa y Musa, sin cuya aparición en la vida del jesuítico irlandés, nos hubiéramos quedado, probablemente, sin la obra de uno de los más grandes y geniales Chapuceros en la historia de la Literatura. Nos tranquiliza tener constancia de que ya por aquella época se conocía y practicaba el uso del papel higiénico. Cedámosle la palabra al tierno enamorado (Pablo G. Bao)
8 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Mi dulce, pequeña, lasciva Nora, Hice lo que me dijiste, so marranita, y me pajeé dos veces mientras leía tu carta. Me siento entusiasmado de saber que te gusta que te jodan por el culo. Ahora puedo sacar a relucir aquella noche que te jodí tantísimo por detrás. Nunca he pasado contigo una velada de jodienda con más mierda, cariño. Mi polla estuvo clavada en ti durante horas, entrando y saliendo por la parte inferior de tu culo levantado. Sentía unos gruesos y sudados jamones bajo mis pelotas y veía tu cara sonrojada y tus ojos enfebrecidos. A cada estocada mía, tu lengua enfebrecida brotaba ardiente por entre tus labios, y si la estocada era más enérgica que de costumbre, te manaban de atrás pedos recios y cochinos. Tenías el culo pedorriento aquella noche, cariño, y te lo fui sacando, gordos ellos, huracanados, rápidos, menudos, alegres petardeos, y muchos pedos breves y desobedientes que acababan en un prolongado farfullar de tu agujero. Es maravilloso joder a una hembra pedorrera si a cada embestida le sacas un pedo. Creo que reconocería los pedos de Nora en cualquier parte. Ruido juvenil y no como esos follones húmedos que supongo han de tener las casadas gordas.
Repentino, seco y hediondo, como el que una muchacha descarada se tiraría por la noche y para divertirse en el dormitorio de un pensionado. Espero que Nora no deje de tirárselos en mi barba para que pueda reconocer su olor.
Dices que me la chuparás cuando vuelvas, y que quieres que te coma el coño, granujilla depravada. Espero que me sorprendas en alguna ocasión en que me quede dormido con ropa, te me acerques con fuego de puta en tus ojos soñadores, desabroches mi bragueta botón a botón, desenfundes con amabilidad el recio pájaro de tu amante, te lo introduzcas en la boca húmeda y lo chupes hasta que se ponga gordo y tieso tieso y se corra en tu boca.
También yo te sorprenderé dormida, te alzaré la falda, te abriré las calientes bragas con suavidad, me tenderé junto a ti y comenzaré a lamer sin prisa tu pelambrera. Te estremecerás inquieta cuando lama los labios del coño de mi amor. Te quejarás, gruñirás, suspirarás, y peerás de gusto en tus sueños (…).
Buenas noches, Nora, pequeña pedorra, marranita, chocholoco. Hay una palabra adorable, cariño, que has subrayado para que me pajee más a gusto.
Escríbeme más cosas por el estilo y también de ti, con dulzura, con mierda, con más mierda.
James Joyce
8 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Mi dulce, pequeña, lasciva Nora, Hice lo que me dijiste, so marranita, y me pajeé dos veces mientras leía tu carta. Me siento entusiasmado de saber que te gusta que te jodan por el culo. Ahora puedo sacar a relucir aquella noche que te jodí tantísimo por detrás. Nunca he pasado contigo una velada de jodienda con más mierda, cariño. Mi polla estuvo clavada en ti durante horas, entrando y saliendo por la parte inferior de tu culo levantado. Sentía unos gruesos y sudados jamones bajo mis pelotas y veía tu cara sonrojada y tus ojos enfebrecidos. A cada estocada mía, tu lengua enfebrecida brotaba ardiente por entre tus labios, y si la estocada era más enérgica que de costumbre, te manaban de atrás pedos recios y cochinos. Tenías el culo pedorriento aquella noche, cariño, y te lo fui sacando, gordos ellos, huracanados, rápidos, menudos, alegres petardeos, y muchos pedos breves y desobedientes que acababan en un prolongado farfullar de tu agujero. Es maravilloso joder a una hembra pedorrera si a cada embestida le sacas un pedo. Creo que reconocería los pedos de Nora en cualquier parte. Ruido juvenil y no como esos follones húmedos que supongo han de tener las casadas gordas.
Repentino, seco y hediondo, como el que una muchacha descarada se tiraría por la noche y para divertirse en el dormitorio de un pensionado. Espero que Nora no deje de tirárselos en mi barba para que pueda reconocer su olor.
Dices que me la chuparás cuando vuelvas, y que quieres que te coma el coño, granujilla depravada. Espero que me sorprendas en alguna ocasión en que me quede dormido con ropa, te me acerques con fuego de puta en tus ojos soñadores, desabroches mi bragueta botón a botón, desenfundes con amabilidad el recio pájaro de tu amante, te lo introduzcas en la boca húmeda y lo chupes hasta que se ponga gordo y tieso tieso y se corra en tu boca.
También yo te sorprenderé dormida, te alzaré la falda, te abriré las calientes bragas con suavidad, me tenderé junto a ti y comenzaré a lamer sin prisa tu pelambrera. Te estremecerás inquieta cuando lama los labios del coño de mi amor. Te quejarás, gruñirás, suspirarás, y peerás de gusto en tus sueños (…).
Buenas noches, Nora, pequeña pedorra, marranita, chocholoco. Hay una palabra adorable, cariño, que has subrayado para que me pajee más a gusto.
Escríbeme más cosas por el estilo y también de ti, con dulzura, con mierda, con más mierda.
James Joyce
jodó... ultraextremebizarre...!!! realismo very sucio a la irlandesa... para que luegon digan... v.
ResponderEliminartoma joyce!
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