lunes, 8 de octubre de 2007

UN DOMINGO DE OTOÑO. Por Pepe Pereza.


Vivir con un código impuesto, casi por costumbre, bragando los días según van viniendo, sin forzarlos, dejándose llevar, sin oponer ninguna resistencia, dueño total de tu tiempo, acompañándolo al pasar, sintiendo su roce en la piel, sin horarios fijados, sin día ni noche, con una mezcla de ambos, consigo mismo, en soledad, sin dolor, sin pasión, sin altibajos, sin apurar los momentos, tirándolos a medias. Y de pronto un domingo cualquiera cambia el destino y la medida del tiempo. Sin quererlo, sin buscarlo llega el amor en un domingo claro de otoño y todo cambia, todo se transforma y ya nada volverá a ser igual.

Del libro inédito Amores breves.

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