miércoles, 26 de septiembre de 2007

VINCENT PRICE: el aristócrata decadente 2 . Por David G. Panadero.

Ha llegado el otoño, queridos drugos, y con él la estación de brumas y lluvia, de letargo e invernación. Poneos cómodos en vuestro sillón favorito, trasegaos un copazo a la salud de Satanás y videar alguna de las tenebrosas películas de Vincent Price que David G. Panadero, guardián de la cripta, nos propone para recibir vitaminados y supermineralizados la nueva estación. v.
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VINCENT PRICE: el aristócrata decadente.
( Capítulo 1: 19-9-07 )
Vincent Price amaba el oficio de la interpretación, y dentro del mundo del cine gozó de todo tipo de experiencias, desde trabajar con titanes como Cecil B. De Mille, Fritz Lang y Anthony Mann, habitualmente en calidad de secundario de lujo, hasta verse involucrado en subproductos como la coproducción hispano-germana La Casa de las Mil Muñecas (1967, Jeremy Summers), de la que existen dos versiones, una de ellas con el añadido de numerosas secuencias de desnudos, de cara a otro tipo de explotación comercial. El propio Price ha declarado que su película favorita de entre las que ha interpretado es El Castillo de Dragonwyck (Dragonwyck, 1946), un drama gótico producido para la Fox. "era un papel muy difícil de interpretar porque se trataba de un loco, un monomaníaco, pero él no era consciente de ello, así que el papel supuso un desafío". También guarda un excelente recuerdo de la intriga criminal Laura (Laura, 1944). "Creo que Laura es una de las mejores películas de toda mi carrera y me parece casi perfecta".
Pero si por algo se recuerda a Price es por los films realizados con Roger Corman para la AIP, consistentes en una saga de siete títulos que adaptan diversas narraciones de Edgar Allan Poe. Se trata de La Caída de la Casa Usher (House of Usher, 1960), El Péndulo de la Muerte (The Pit and the Pendulum, 1961), Obsesión (The Premature Burial, 1962), Historias de Terror (Tales of Terror, 1962), El Cuervo (The Raven, 1963), La mascara de la muerte roja (The Masque of Red Death, 1964), y La tumba de Ligeia (The Tomb of Ligeia, 1965). A la saga cabe añadir la muy sugestiva El Palacio de los Espíritus (The Haunted Palace, 1963), que pese a mostrarse con el título promocional de "Edgar Allan Poe´s The Haunted Palace", realmente adapta la novela corta El extraño caso de Charles Dexter Ward, de H. P. Lovecraft. En una entrevista concedida por el intérprete al cineasta Joe Dante en 1990, explicó al autor de Gremlins que el gran atractivo de trabajar en películas de terror era satisfacer a "ustedes, la gente a la que le gustan esas películas. Y cuando están hechas con la imaginación que Roger Corman invirtió en ellas, y la que otras personas con las que he trabajado pone en ellas, a la gente le encantan. Son como los cuentos de hadas... Poseen una cualidad irreal y sin embargo son reales. Te asustan y gritas, y luego te ríes de ti mismo. Resultan muy divertidas".
Estos films de serie B se vieron francamente beneficiados de la cinefilia de Corman, que supo dotarlos de la estética que reinaba en el cine fantástico europeo de entonces, adoptando la influencia del excelente technicolor del cine británico de la Hammer, que supuso una seria provocación en la época, a la vez que tomaba elementos de la Escuela Italiana de Terror, que con films como I Vampiri (1957), de Riccardo Freda o La Máscara del Demonio (La maschera del demonio, 1960), de Mario Bava, ofrecía una visión mohosa y decadentista de la aristocracia, abundando pasajes en mazmorras y sótanos lúgubres y llenos de telarañas, mostrado todo ello con una plástica barroca y exageradamente retórica.
Muchos han visto en Price la última de las grandes estrellas del terror, compartiendo gloria con actores de la talla de Peter Cushing y Christopher Lee. En los años sesenta, cuando el actor vivía su apogeo, muchos colegas de profesión como Peter Lorre o Basil Rathbone seguían en activo, pero Price tuvo el carisma suficiente como para atraer la atención de los aficionados de entonces eclipsando incluso a los dos últimos citados.
Como suele ocurrir con los villanos de la gran pantalla, el hombre difería mucho de los personajes que interpretaba. Según declaró en una ocasión a la revista Photoplay, "Lo que más me gusta interpretar es comedia, incluso la más exagerada. Me encanta reír y pasarlo bien. Supongo que en el fondo de mi corazón soy un cómico nato, pero aunque al comienzo de mi carrera interpreté muchos papeles cómicos, parece ser que mi constitución y mi aspecto general no encajan demasiado bien con las payasadas realmente locas que me gusta hacer, así que he de contentarme "exagerando" un poco algunas de mis interpretaciones macabras."
Polémicas aparte sobre el origen literario, entre el goticismo y el decadentismo, de los films que hicieron célebre a Vincent Price, sí es cierto que popularmente se asocia a éste con el terror gótico, pues tras esa etapa, el aristócrata del miedo no volvería a disfrutar de manera tan intensa esos laureles. En este sentido, cabe interpretar la granguiñolesca y exagerada Matar o no matar, ese es el problema (Theatre of Blood, 1973), de Douglas Hickox, como un inmenso chiste privado: en ésta, un actor teatral especializado en interpretar obras de Shakespeare que está en horas bajas, va matando uno por uno, a la vez que se atavía como los personajes que ha representado, a los críticos que colaboraron para alejarlo de las tablas. Desde entonces, su participación en películas del género se haría cada vez menos frecuente, pues, según declaró en 1982, "las películas de terror actuales no me gustan nada. Me niego a trabajar en ellas. Son pura y sencillamente bestiales y horrendas, y si quieren que les sea franco, no las entiendo".
David G. Panadero
Continuará...

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