jueves, 27 de septiembre de 2007

Umbral: A propósito de Bukowski


-Nunca me he identificado con Capote, me identifico más con Bukowski.
-No, digo el personaje, el protagonista de ese relato, que es un escritor que vive mantenido por una mujer rica [Se refiere a Desayuno en Tiffany’s]
-No, ya, pero no por eso. No, Capote a mí me gusta, tiene cosas muy buenas pero no es uno de mis escritores de primer orden. Hoy he escrito en el diario, a propósito del libro de Bukowski, que anoche cuando vine me lo encontré encima de la mesa y me quedé leyéndolo, largamente, porque me encanta Bukowski, sobre todo el Bukowski final (murió en el 94). Y he escrito algo sobre Bukowski hablando de que yo estoy haciendo un diario también y aprendo mucho de la forma que tiene Bukowski de escribir un diario, porque sólo se mueve con cuatro temas. Un tema son los caballos, porque va todos los días a apostar, aunque no lo necesita para nada porque ya sus libros se venden mucho; por el porno, aunque luego se demuestra que es un gran escritor, pero está vendiendo porno, entonces no lo necesita para nada, está instalado en una casa cojonuda con su último amor, que fue Linda. Los caballos, entonces, son un vicio, como el tabaco, no le hace falta apostar para nada, gana o pierde, le da igual, pero va. Otro tema son las uñas de los pies; dice que las tiene larguísimas, que nunca le da tiempo a cortárselas y que le rasgan las sábanas. Y sus nueve gatos, que además tienen la manía de mearle el ordenador.
-¿En el ordenador?
-Sí.
-¿Pero escribe con ordenador?
-Sí, últimamente sí, se convierte al ordenador. Mira a la máquina de escribir con remordimiento de conciencia, como diciendo “te he abandonado”, pero se pasa al ordenador. Y le mean en el ordenador los gatos, y no sé qué otro tema. Con tres o cuatro temas, alternándolos, juega, pone las fechas, los días, el año 90, luego el 91… y con este juego, algún viaje con su mujer, entrevistas que van a hacerle…, joder, hace un libro cojonudo, precioso. Y digo claramente que eso es lo que yo quiero hacer en el diario que estoy escribiendo. Acaba de salir en Contraseñas de Anagrama, es un libro de bolsillo, léelo, te va a gustar mucho. Y me viene muy bien para hacer un poco de teoría del diario íntimo, y para decir que eso es lo que intento yo, con unos cuantos temas, muy pocos, jugar, jugar como el músico, con unas cuantas variantes, y él no necesita más. Este libro yo lo prefiero a todas sus novelas, éste y otro que hizo antes. Porque éste se titula (ya el título es cachondo) El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco. Es divino. Tiene su sentido: el jefe, Dios o quien sea, en cuanto se ausenta se monta el pollo, la revolución. Y el anterior, no me acuerdo cómo se llamaba, era precioso también, pero tenía más movida; éste es puramente cuatro cosas de su vida cotidiana, los caballos los gatos, las uñas… El ordenador lo tiene que llevar a que se lo arreglen, y cuando el tío del taller lo abre para ver lo que no funcionaba ahí, dice: “Semen de gato, semen de gato, ¡qué asco!” Y es que el gato se había hecho una paja allí, por lo visto. Se había follado al ordenador, porque semen… Y luego ya por la noche Bukowski envuelve el ordenador con una toalla para que los gatos no se lo meen.

Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones, de Eduardo Martínez Rico

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