sábado, 12 de octubre de 2024

NO HAY VALIENTES EN EL PARAÍSO: MJ Romero.



Mujer con girasol cuando oscurece para la tormenta 
mujer sin botas por la alambrada cuando piensa en la cena 
          de la última noche del año 
mujer con perrito blanco con collar de cristales brillantes 
          al cuello (del perro) 
anciana con bolsito dorado pidiendo limosna en medio 
          de la acera 
joven vigilando a dos metros de distancia a la anciana 
          con bolsito que pide en la acera 
hombre sentado sobre el peldaño de la oficina que vende 
          pisos en construcción 
casi acabados mendigando porque está sin trabajo 
          y es padre de tres hijos 
mujer caminando deprisa empujando la silla donde
          su nieta va dormida 
mujer con bolsas de plástico del supermercado 
mujer esquimal con un pollo de plástico en la mano 
          derecha y un cuchillo en la mano 
izquierda 
mujeres zurdas las imaginadas y las reales 
mujeres imaginarias de cartón 
una larga fila.

*

He olvidado Los Cantos de Maldoror, los que me parecieron 
tan bellos, los que sangraban dentro de mí y renacían 
sobre un campo de flores muertas y buscaban tu nombre 
para mecerlo sobre la ciénaga más putrefacta.

*

Recordar la náusea, el mareo de los años sin heridas, el 
olor a hierba seca, las papeleras 
llenas, un juego de palabras creado para la ocasión 

el volumen aumentado de las cosas, los objetos no definidos, 
la nitidez perdida de las imágenes 

los papeles bajo la lluvia, la tinta azul de algunas cartas 
y hasta un lazo azul que mis manos anudaron. 

*

La soledad es un puente para encontrarte, dijo antes de 
irse. Lo dejó escrito con su sangre sobre uno de los cristales 
de la galería. 

Puentes para atravesar ríos 
puentes para adentrarse en soledades 

puentes colgantes de la vida 
puentes enterrados bajo la nieve en pleno invierno en medio 
de un frío gélido.

*

La gente en la que creciste como si fueran dioses y que 
con las tormentas se diluyeron como barro 

los que creíste humanos y fueron demasiado humanos 
hasta llegar a ser corazón de piedras 

los que fueron al final un guijarro en el zapato y cada vez 
que caminabas se restregaban en palabras contra la planta 
dolorida de cualquiera de tus pies 

pero los poemas de amor eran para ti


MJ Romero, de No hay valientes en el paraíso (Tigres de papel, 2024)


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